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sábado, 2 de noviembre de 2019

SIN TÍTULO (que cada uno ponga el suyo)




          Toda percepción del pasado constituye un ejercicio individual de recuperación de una herencia cuyos códigos sólo pueden resultar inteligibles en un determinado marco social. Cada vez que este marco social se modifica, aquella percepción se ve igualmente alterada. Pero eso no quiere decir que su vigencia tuviera que desaparecer; se modifica al modificarse las condiciones de su aparición y mantenimiento social, pero debería alejarse de su total desaparición o, al menos, del intento de su total aniquilación, más que desaparición. Porque lo hoy está sucediendo en nuestra sociedad es una progresiva aniquilación de estructuras, formas, tradiciones y creencias del pasado porque están alejadas o fuera de todo lugar de un mundo como el nuestro, el que actualmente padecemos y al que castigamos diariamente como represalia a ese padecimiento que, indirectamente, nos lo hemos autocreado de una forma conscientemente inconsciente (aunque parezca una contradicción, que igual lo es).

         Sin embargo, esa modificación en menor medida, aniquilación como meta final, puede producirse como consecuencia de cambios sociales y estructurales propios de una sociedad viva y cambiante, lo que llamaríamos cambios sociales propios sin más, pero también por la acción de grupúsculos dominantes que incluyen entre sus instrumentos de poder la facultad de generar o seleccionar una determinada visión del pasado adaptándola y acondicionándola a sus propias creencias, ignorando las de los demás. Y si eso implica deformar la realidad para imponer su criterio, pues se deforma sin más. Parte importante de su poder lo sustentan en condicionar la forma y manera de hacer ver la realidad a los demás, además de modificar su comportamiento. Son otro grupúsculo (¡otro más!) con el derecho autoconcedido de opinar y hacer opinar sobre y a los demás. Y cuánto más alejada y más resistencia oponga esa tribu a la que se quiere domesticar, menos benevolencia se tendrá sobre ellas, mayor intransigencia se tendrá hacia ella. Esto último es lo que determina si una acción es buena o mala: la intención del agente, ya que los actos en sí son moralmente neutros. En este caso la intención queda claramente demostrada, luego la acción se califica a sí misma.

         Corrección política, posverdad, propaganda, desinformación, miedo, aislamiento social, encasillamientos, son armas que este grupúsculo utiliza para imponer su poder. Lejos de actuar como verdaderos dictadores totalitarios (¡que lo son!), actúan de la manera más vil y cobarde: tiran la piedra y esconden la mano ¡Pío, pío, que yo no he sido! Como auténticos inquisidores del totalitarismo desafían impunemente a todos aquellos que traten de desafiar lo que ellos piensan, alegando que son ofensivos. Sacan a relucir esa intransigencia y arrogancia propia del autoritarismo y la tiranía cada vez que alguien difiere en su forma de entender el mundo. Para ellos es más fácil y más provechoso verter odio hacia todos ellos que debatir con argumentos y educación (perderían su posición dominante y ventajista para equipararse a toda esa chusma que quieren domesticar y atontar).

          Violencia machista, igualdad hombre/mujer (¡uy! ¡perdón! mujer/hombre), maltrato animal, democracia, progresismo, manifestaciones, independencia, violencia callejera, justicia social, dependencia, ocupas, desahucios, emigración, racismo, …, son temas en los que está totalmente prohibidísimos posicionarse en su contra o manifestarse públicamente (o en privado; ya se sabe que las paredes oyen) contrario a los mismos, bajo pena de expulsión y exclusión social, con la imposición del saco bendito correspondiente.

         En cambio, machismo, religión católica e Iglesia, corridas de toros, Navidad, Semana Santa, domingos en general, cantares populares “picantes” (que lo bueno de los cantares que se oyeron no son lo que dicen, ni su son, sino el mundo que llevan aparejado, que en la vida, casi todos los episodios importantes tuvieron su fondo musical), comida tradicional, vacaciones, …, son temas tabú de los que más vale alejarse de ellos cuánto más lejos mejor; prohibidisimante prohibidos posicionarse a favor de ellos. La exclusión social es la mínima pena impuesta por estos inquisidores cofrades de la ofensa y del totalitarismo que ven la violencia de la palabra una fuente de diversión al alcance de todas las edades.

         Este elenco de ignorantes pasan las horas muertas leyendo cosas que refuerzan sus prejuicios y sus creencias, renunciando frontalmente a inclinar la cabeza en el ángulo adecuado para entender los argumentos del otro, que casi siempre son argumentos equivocados contrarios a la corrección por ellos impuesta. No importa que una verdad sea lo opuesto a una mentira. Lo verdaderamente importante es que su opinión es elevada a la categoría de verdad.

         La desinformación, la posverdad, la propaganda son armas de destrucción masiva que todo grupúsculo totalitario magnificador de democracias liberales utiliza para distorsionar y menospreciar los hechos objetivos verificables, menos relevantes en la formación  de la opinión pública que la apelación a las emociones o creencias personales. Estas falacias sutilmente no se imponen; tan sólo se ofrecen como una información útil y verídica para la cosmovisión de un grupo, una clase, una comunidad o un país. Claramente se ve la intención de estas acciones para calificar adecuadamente estas acciones. Sobran las palabras.

         Lo peor de todo es lo conseguido por estos odiadores empedernidos, enfermos de su exacerbado narcisismo: una sociedad cada día más castrada en su identidad, en su libertad de pensar y en su libertad de creer. Una sociedad en la que sus miembros son un número y una ficha en el ajedrez anónimo de los poderes fácticos y dominantes que vigilan, doman y domestican para conseguir un producto que pueda ser vendido y consumido.

         Toda su vida la reducen y simplifican en el patético empeño de deshacer su propia vida y su propia existencia. Ensalzan a ese gran literato manchego y tomellosero cuando decía que la vida es una historia de locos contada por gilipollas.


lunes, 13 de diciembre de 2010

INMIGRACIÓN Y VIDA

     Juan Antonio Vallejo Nájera, en su libro “Concierto para instrumentos desafinados”, en el comienzo de uno de sus capítulos, escribía: “Hay que tener cuidado con lo que se desea porque se acaba teniéndolo”. La frase, aparte de no haberla olvidado desde que leí dicho libro, considero que no sólo no ha perdido vigencia, sino que día a día cobra más fuerza. Y creo que esto es así, porque cuando nos obcecamos en conseguir algo de lo que previamente nos hemos autoconvencido de lo es necesario que es, vemos cuales van a ser las ventajas que nos van a reportar, pero, debido a ese autoconvencimiento, nos olvidamos de valorar los posibles inconvenientes o perjuicios que nos puedan ocasionar.

     Con el boom inmobiliario y nuestra clasificación en la Champions League de la economía, España ha ido acogiendo a todas y cada una de las personas que nos han ido llegando de diversas partes del mundo. Europa del este, centro de Europa, Latinoamérica, África, Oriente Medio, etc. Diversas ONG’s se han volcado en tratar de regularizar su situación, incluso de regularizar nuestro pensamiento, no considerando válido a aquel para el cuál estas personas deberían permanecer en sus lugares de origen por diversos motivos. Tanto empeño han puesto en este cometido durante tanto tiempo, que no se han parado a pensar lo que de verdad estas personas pueden aportar a nuestra sociedad.
     Cultura, folklore, gastronomía, sabiduría … todo válido para enriquecer nuestra cultura y nuestra sociedad. Pero de tanto aplaudir dicho enriquecimiento, se han olvidado de lo negativo que también nos pueden aportar. Olvidamos que muchos de ellos vienen de países destrozados por guerras interminables y sin sentido. Vienen de la más extrema pobreza, donde el vivir un nuevo día es todo un logro y, para algunos, su única meta en la vida. Los niños y niñas no tienen escolarización, y con nueve o diez años son unos auténticos adultos en todos los sentidos. Y lo que es más importante, ellos no valoran la vida, su vida, de la misma forma y manera que la valoramos nosotros.

     Para ellos, la vida no es un don especial; no es un derecho esencial y fundamental vivir. Utilizan la vida como una mera solución de sus problemas, como un medio para justificar un fin a conseguir. Maras salvadoreñas, asesinos a sueldo colombianos, pistoleros de la favelas brasileñas, pandilleros dominicanos, mafias rusas, paramilitares chechenos… Todos ellos tienen en común el poco valor que le dan a la vida. Pero no sólo a la suya, sino también a la vida de los demás que es más grave. La usan para ascender dentro del status de la pandilla, para ganarse un sueldecillo extra, para atesorar lo que en vida otra persona no le da, para solucionar rencillas familiares, para ganar más y más dinero, para obtener poder y respeto.

     No. Nosotros valoramos la vida de otra manera. La tratamos como lo más valioso que tenemos. No intentamos quitársela a nadie, ni por lo legal ni por lo criminal. Es un derecho fundamental de cualquier persona, sea de la condición que sea: buena, mala o regular. Pero desde un tiempo relativamente corto a esta parte, estamos viendo como nuestra sociedad se va salpicando de casos en los que se manifiesta un cambio de tendencia hacia ese derecho fundamental. Jóvenes pandilleros asesinados; violencia de género; robos con fuerza extremadamente brutal; saldos de cuentas pendientes por diversos asuntos. Son muestra del poco valor que se le da a la vida y que poco a poco se está implantando en nuestra sociedad. Todos tienen en común que ya sabíamos que eso pasaba en otros países, pero no en el nuestro. Ahora esto ocurre aquí y casi todos ellos llevan la firma de personas que emigraron a España “en busca de una vida mejor”. No sólo no lo han conseguido –siguen haciendo lo mismo que hacían en su país de origen, sino que además lo están implantando aquí, en nuestro país. Es otra “virtud” que estas personas aportan a nuestra sociedad y de la cual nadie parece darse cuenta. Esas mismas ONG’s que se volcaban en regularizar su situación hacen oídos sordos, se tapan ojos y boca. Por mucho que lo nieguen y no quieran verlo, está ahí, y cada día cobra mayor vigencia y fuerza.

     Queríamos acoger a personas de todos sitios para ofrecerles una vida mejor; que ellos nos ofrecieran su riqueza cultural y personal. Lo han hecho, pero nos están transmitiendo lo bueno y también lo malo; su sabiduría y su vileza. De la misma manera que acogemos a los que nos transmiten sabiduría, deberíamos expulsar a los que nos transmiten vileza, no sólo por el mal que puedan causar –que ya es bastante-, sino porque su vileza ataca a la vida, a nuestra vida y la de nuestros hijos, y tratan, por los únicos medios que conocen, imponer su ley dentro de nuestra sociedad.

     Malas personas eran los que no querían tanta persona inmigrante, pero no son mejores aquellas que no quieren ver la realidad. Y esa realidad se llama vida.

sábado, 10 de julio de 2010

POR QUÉ SERÁ

Tomando el cafetillo matutino, no he podido evitar oír la conversación entre un cliente y el dueño del bar. El cliente le animaba a que mañana, para el partido de España-Holanda, abriera el bar y así poder disfrutar el partido con los amigos. El dueño del negocio le ha dicho que él tiene derecho a descansar un día a la semana por mucho partido que haya; es más, le animaba al cliente a que en su cocinón pusiera una pantalla grande e invitara a sus amigos a ver el partido.

Lejos de criticar los horarios de apertura y cierre de los negocios, en el que cada uno es libre de ampliarlos o reducirlos según le convenga, la conversación me ha causado inquietud debido a la demanda del cliente.

Lo que el cliente le estaba demandando al barista era que quería un lugar para dar rienda suelta a sus insultos, a sus voces, a sus saltos, a sus desmanes, a todo aquello que no hace en casa porque, simplemente, no es capaz de hacerlo. Quería un lugar en el que todo eso se quedara impune y, después, independientemente del resultado del partido, salir a la calle, bien a pié o en coche (no sé que es peor) y realizar todo acto delictivo que le venga en gana con la satisfacción y el convencimiento de que quedaran impunes. Pensará que la selección española bien los merece, y las autoridades públicas están “obligadas” a hacer la vista gorda ante tales hechos.

Cortarán el tráfico cuando y donde les venga en gana. Se subirán a sitios que jamás se subirían en condiciones normales. Arrasarán con todo aquello que les moleste en su camino hacia el “desfile nacional”. Impedirán el descanso a ciudadanos que están durmiendo. Se enfrentarán e insultarán a todo aquel que les reproche su comportamiento: los tratarán de antiespañoles, de ningunear el sentimiento nacional. Y, por qué no, saldarán viejas deudas contra sus enemigos en sus efectos personales, ya que en un enfrentamiento de tú a tú no tienen el suficiente valor para hacerlo.

Mientras pagaba y salía del bar no dejaba de preguntarme por qué si yo, eso mismo, lo hago hoy, soy sancionado, reprendido y señalado de por vida, pero si lo hago mañana por la noche soy ensalzado por todos. ¿Será porque lo hecho sólo, sin compañía de nadie? ¿Será porque no tengo nada que celebrar hoy? ¿Será porque los demás no me dan permiso ni autorización? ¿Por qué será?

Por qué será.

sábado, 3 de julio de 2010

EXPERIENCIAS PROPIAS

Cada vez que veo un entierro pienso en lo mismo: los que verdaderamente sienten el fallecimiento de esa persona son los familiares más cercanos, los que convivieron con ella durante tiempo. Los demás acompañantes son, eso, acompañantes, pero sin sentir la pérdida de esa persona. Cuando asistes a un entierro por cortesía, sin tener mucha vinculación con la familia del difunto, dices a los allegados que le “acompañas en el sentimiento”, pero no es verdad de ninguna de las maneras. Y no es verdad porque realmente nada tienes que ver con la persona fallecida y nada sentías hacia ella. Pero cuando el difunto es tuyo, de tu familia, de tu entorno, de tu convivencia, entonces sí que lo sientes, y, cuando ves a los demás decir lo mismo que tú les decías a ellos, piensas que tampoco ellos lo sienten, que te dicen lo mismo por pura rutina de buenos modales. Has tenido que perder a esa persona para darte cuenta de cómo estaban los demás cuando eras tú el formal; has experimentado en tí el mismo sentimiento que ellos tenían y ahora sabes cómo estaban ellos realmente.

El ser humano no es capaz de apreciar el mal que padece otro ser humano mientras no lo experimente en sí mismo. Ni siquiera puede acerarse un poco. Es necesario que lo experimente por el mismo. No hay otra forma.

La huelga salvaje de los empleados del metro de Madrid terminaría en el mismo momento en que los usuarios afectados les hicieran ver a los huelguistas el trastorno y el mal que les están causando. Pero como eso es imposible por la pura condición de ser humano, cuando dicha huelga termine, los usuarios afectados les tendrían que hacer pasar a estos salvajes por las mismas situaciones que han vivido ellos diariamente mientras ha durado la huelga. Que experimenten las mismas situaciones, los mismos agravios, los mismos males que les han hecho pasar. Sólo así podrán apreciar verdaderamente lo que han hecho, lo que les han hecho a los demás, para que la próxima vez lo tengan en cuenta a la hora de convocar otra huelga de este tipo.
Esto mismo se aplicaría, pero de una forma aumentada, en el caso de los sindicalistas liberados que, además de experimentar las situaciones de los usuarios, deberían experimentar el trabajo de los que ellos llaman sus “compañeros”, que experimenten lo que es el trabajar a diario. Están liberados de trabajar mientras cobran, provocan el mal a sus semejantes y encienden los ánimos y los instintos más bajos de “compañeros” y seres humanos. Mientras no lo experimenten, nunca sabrán el mal que están causando y causarán, que es peor.

De los piquetes “informativos” mejor dejarlo para otra vez, cuando los ánimos de los españoles estén más calmados. Tan sólo indicar que soy de la opinión de que no los “inventó” un persojanillo con bigote recortao porque le parecía demasiado duro. En su sustitución creó los kommanders, verdadera semilla de estos grupos sindicales.

viernes, 2 de julio de 2010

LA NO SUBIDA DE LA LUZ CUESTA AL SISTEMA 400 EUROS AL SEGUNDO

http://desenchufados.net/

Hemos hablado muchas veces sobre el déficit de tarifa, la diferencia entre lo que pagan los usuarios en sus recibos y lo que cuesta realmente el sistema.

Los dos partidos prioritarios, el PP y PSOE han dicho que van a alcanzar un gran pacto de Estado en energía para recomponer el sector. Este pacto suena muy bien, pero el problema es que el tiempo que tarden en conseguir este pacto es tiempo y dinero perdido. Pero claro, es políticamente incorrecto decirlo.

Mientras no se retoquen los ingresos (subiendo el recibo) y se laminen costes del sistema (reduciendo partidas como las subvenciones a las renovables u otros privilegios eléctricos), el déficit continuará subiendo.
Para este año, estaban previstos 3.000 millones de euros de desfase. Eso, considerando que subiera la luz un 4% en julio y que se recortaran primas a las renovables, desde los 6.215 millones del pasado año, hasta los 5.888 millones.

Como de momento no es así, los 3.000 millones se van a quedar cortos. Fuentes cercanas a la Comisión de la Energía (CNE), el órgano regulador, calculan que, si no se hace nada, el déficit se disparará hasta los 6.000 millones. Esta es una cifra moderada, y no considera costes extra (que haya más renovables o que se den las subvenciones previstas para el carbón). Otros cálculos apuntan a 8.000 millones. Esos volúmenes suponen entre 400 y 500 euros por segundo de aquí a finales de año. Es una factura que, además de ilegal (la ley prohíbe superar los 3.000 millones de déficit en 2010), terminará afectando a los usuarios, aunque los políticos les contenten ahora congelando la luz. En eso consiste la gran ficción eléctrica española. Lo que no se paga ahora, tendrá que pagarse luego. Y, lo que es peor, con intereses bancarios, como una hipoteca.

jueves, 3 de junio de 2010

BABELONIOS

La primera referencia la tenemos en la Biblia. Los hombres que habitaban la tierra hablaban una sola lengua, un solo idioma. Esto les permitía sentirse más poderosos y fuertes, llegando incluso a desafiar al mismo Yavhé queriendo construir una gran torre que se alzara hasta el cielo o más allá de él. Pero el poder de Dios se hizo patente cuando a esos habitantes les cambió la lengua mientras construían la torre y, la falta de comunicación, hizo que desistieran en su propósito, dejándola a medio hacer, consiguiendo, al mismo tiempo, que los hombres se dispersaran por la tierra, perdiendo poder y fortaleza. La torre inacabada recibió el nombre de Torre de Babel.

Un filósofo dijo que lo que el hombre había aprendido de la historia es que no había aprendido nada y, por eso mismo, la historia se ha vuelto a repetir en nuestros días y, cómo no, en nuestro país, más concretamente en una de las dos cámaras representativas del pueblo español. Allí, un personaje ávido de poder y sobrado de prepotencia y arrogancia, repitió el mismo mensaje a sus semejantes hasta en seis lenguas diferentes, no se sabe si por un ensalzamiento de la riqueza cultural y dialéctica de España –cosa dudosa dada su reputación- o por querer demostrar a la nación entera que el uso de diferentes lenguas dentro del mismo territorio les hace más fuertes y poderosos.

La verdad del motivo no se sabe ni se sabrá nunca; lo que la ciudadanía si sabe, y lo tiene claro, es el ejercicio de irresponsabilidad que este individuo hizo en estos tiempos de vacas flacas –para algunos-, ya que su fechoría le está costando a los españoles una cifra nada despreciable en traductores de todas y cada una de las lenguas en las que disertó y permitió que sus amiguetes allí aposentados se enteraran de lo que les decía.

Dicho así, puede parecer una falta de respeto criticar la frivolidad de este hombre y poner en duda el puesto de trabajo de estos traductores que, dicho sea de paso, antes no estaba; es decir, hay nuevos trabajadores que han abandonado el desempleo. Pero, ¿los traductores sólo traducen dentro de la sala o también traducen en la cafetería donde momentos antes de la disertación estaban todos charlando amigablemente tomando un cafetito? ¿Traducen en los pasillos del edificio? ¿En los servicios, cuando alguna persona necesita algo “urgentemente”? ¿En los aparcamientos oficiales donde les esperan sus chóferes que, por descontado, deben saber hablar la lengua de su jefe para poder entender hacia donde se van a dirigir una vez dentro del coche? ¿Traducirán las votaciones de todos los allí presentes en todas las lenguas en las que habló el susodicho? ¿Traducirán las réplicas y contrarréplicas de los presentes?

Sería lógico que un ciudadano de bien perdiera toda esperanza de ver mejorada su vida y su propia existencia, cuando sabe que está rodeado que personajes incapaces de entender su situación, la de su país y su gente; a esa misma gente que se le está pidiendo un esfuerzo económico y social, y ve como éstos desalmados utilizan su esfuerzo para derrocharlo en ensalzar su prepotencia, queriendo acumular un mayor poder del que creen tener.

Ese derroche dinerario y ese alarde de poder y fuerza se volverá contra ellos en un tiempo no muy lejano, al igual que ocurrió hace 4500 años, y, entonces, se convertirán en vagabundos por designio humano, incapaces de soportar su propia existencia. Mientras, los hombres, esa gente de bien, se frotarán las manos como lo hizo entonces Yavhé, apreciando como el poder vuelve a ellos, y cómo la arrogancia ha dispersado por la tierra a los que querían tener más poder que el pueblo. La historia los conocerá como los Babelonios.

sábado, 24 de abril de 2010

EL PROBLEMA NO ES EL VELO

El problema no es el velo. No. El problema del velo se termina en el mismo sitio que en donde empieza; es decir, en el Reglamento de Régimen Interno del centro educativo.

El RRI es el reglamento que ordena, de manera autónoma (no lo olvidemos), el funcionamiento interno de un centro de enseñanza, público o concertado. Sólo es válido para ese centro educativo y no tiene por qué ser igual al centro educativo que hay en la misma calle de la misma ciudad. Ello es posible por la propia ley educativa y las transferencias educativas a las comunidades autónomas, que favorece la autonomía de centros en ciertos aspectos de la vida de dicha comunidad educativa. Si ese centro educativo no permite a ningún alumno llevar nada que cubra la cabeza, todos los alumnos que se matriculen en ese centro están obligados a cumplir con ese RRI, que, tampoco olvidemos, se consensua y se aprueba por el Consejo Escolar y por el claustro de profesores de dicho centro.

Ese mismo RRI estipula y tipifica las faltas que son sancionables, y marca el protocolo a seguir por dicho centro ante conductas disruptivas, como es el caso. Antes de obligar a esa alumna a que se quitara el hiyab antes de entrar al centro, ya debía de haber sido advertida en numerosas veces por numerosos cauces. Una decisión como la que ha tomado ese centro no se hace de un día para otro. El permitir a esa alumna llevar ese velo y a otro alumno prohibirle una gorra de su equipo favorito podría acarrear problemas de favoritismos, con el consiguiente peligro de graves problemas disciplinarios.

Algunos representantes musulmanes se apoyan para defender el hiyab en que el RRI no puede estar por encima de la Constitución. Nada puede estar por encima de la Constitución, que ampara la libertad religiosa. Tampoco la alumna se quedaría sin escolarizar, con lo que tampoco se vulneraría la Constitución en materia de educación. Otro centro educativo del mismo municipio, pero con diferente RRI, matricula a la alumna si ella así lo quisiera, y el problema estaría resuelto.

En cambio, el problema no se resolvería, al contrario, se agravaría, si las autoridades estatales o autonómicas obligaran a ese centro a permitir a dicha alumna llevar velo. La autonomía de centros no sería tal y ese RRI dejaría de tener valor para esa comunidad educativa. Se obligaría a los centros educativos a regirse bajo unas normas aprobadas por ellos pero sin salirse de la disciplina partidista y gubernativa. La libertad y la autonomía dejarían paso a la imposición, al acatamiento, a la sumisión. Volverían viejos fantasmas de viejos monstruos, y entonces, el problema no sería el velo.

domingo, 7 de febrero de 2010

DELINCUENTES

Desde que el gobierno de España, a propuesta de los fascistas de la SGAE, impusieron el canon digital, me he convertido en un pirata informático de hecho y derecho. Ellos me trataron como un terrorista de internet. Me vieron pirateando películas, vídeos, canciones, libros, documentos, fotografías. Ahora lo confieso: todo lo que no era cuando me dijeron que sí era, lo soy ahora. Y lo soy a mucha honra. Y lo seguiré siendo in secula seculorum. Y se lo inculcaré a mis hijos y formará parte de su educación familiar.
Y lo voy hacer para no tener que pagar para que mis hijos vayan a la clase de música a interpretar cualquier autor español. No tendré que pagar para que representen una obra de teatro en su centro educativo. Tampoco tendré que pagar para procesionar en una banda de música en las procesiones de mi pueblo. Es dinero que me ahorraré.
Cuando murieron los monstruos que destruyeron Europa en el primer tercio del siglo XX y la piel de toro durante otros ocho lustros más, pareció acabarse el despotismo y el desprecio hacia los demás. La gente comenzó a perder el miedo y a tratarse de tú a tú. Vientros frescos refrescaban sus caras llenas de sudores de ojos.
Ahora, nos hemos dejado ir y nos hemos encontrado con que todavía quedan algunos resquicios de aquellos tiempos, que, con el beneplácito de la ley y quien la manda y la hace cumplir, no sólo nos desprecian, sino que nos acusan de ladrones, de terroristas informáticos, de chaperos y prostitutas de la cultura. Y por todo ello, debemos de ser castigados y pagar por cualquier actividad o aprendizaje que queramos hacer o conseguir.
La Dirección General de Seguridad ha vuelto. Como soy un delincuente habitual y sin posibilidad de rehabilitación estaré en permanente huída cual lute moderno, aunque a diferencia con el auténtico, mis hijos sí que heredarán ese gen delictivo. De eso me encargo yo. Palabra.

jueves, 28 de enero de 2010

¡QUE MALA PERSONA SOY!

La Roma antigua utilizaba el pan y circo para entretener a la población. Evitaban con ello desviar la atención de los verdaderos problemas del Imperio. En España se utilizó el pan y toros con el mismo fin, tratando incluso de mitigar el hambre que hubo durante esos difíciles años (aunque ese tópico tipical Spanish puede venirse abajo o bien cambiarlo por el pan y fútbol, ya que este último también tiene su miga: pan y miga; pan con pan, comida de tontos).

En Cataluña, el Parlamento puede llegar a prohibir las corridas de toros a petición de una iniciativa popular apoyada en el maltrato, sufrimiento y muerte de un animal, muerte sanguinaria, violenta y atroz. Dicen que un animal no puede morir de esa manera ni ser maltratado tan vilmente; su vida debe ser respetada como la de cualquier ser vivo.

Pero la vida es vida en todos los aspectos. Es vida en los animales, en las plantas y en las personas. A un ser se le llama ser vivo porque tiene vida, tiene algo en común con todos ellos que lo hace nacer, crecer reproducirse y morir. No sólo los animales o los toros de lidia en concreto tienen vida que debe ser respetada. También las personas. La importancia que le demos a una determinada vida es lo que puede hacernos ver una realidad u otra.

Si los catalanes se apoyan para justificar la prohibición de las corridas de toros en el maltrato, sufrimiento y muerte cruel que tiene el toro de lidia en el coso taurino, no me gustaría recordarle a todos esos antitaurinos la muerte que tuvieron los cientos de personas que murieron en el atentado de Hipercort, acaecido en su comunidad. Tampoco me gustaría recordarles el maltrato y sufrimiento que aún están padeciendo damnificados heridos y familiares de todos ellos y el total abandono que me imagino estarán padeciendo por parte del gobierno de Cataluña. Sería una bajeza recordarles la cantidad de muertes que se producen como consecuencia de la violencia doméstica, de muertes de indigentes a manos de jóvenes aburridos en su propia existencia y que quedan impunes. No sería propio de personas honradas pedirles que crearan una plataforma ciudadana para presentar firmas en la se pida que los terroristas cumplan íntegras las condenas, que la ley del menor se cambie, se endurezca y se baje la edad penal. Una gran persona sería si no les recuerdo nada del aborto. Es mejor no hablar de Vietnam delante de Nixon.

No quiero ser una buena persona. Quiero ser un mal ser humano y darle a la vida la importancia que tiene. Pero a toda la vida, la de toda la vida, la de todos los seres vivos. Y como quiero seguir siendo malo, les quiero recordar las miles y miles de hectáreas de seres vivos que mueren cada verano por culpa de un ser vivo, humano y vivo, que utiliza su vida para quitársela a los demás; que no valora la vida de los demás, que le da más importancia a una vida que a otra, como si de un ser supremo se tratara, impartiendo su propia justicia.

La vida de un toro de lidia es importante. No lo niego. Pero la vida de las personas también es muy importante y esto parece que esos miles de ciudadanos catalanes lo han olvidado.

La vida es vida, se mira por donde se mire.

domingo, 1 de noviembre de 2009

LA PÉRDIDA DE VALORES

Que una de las causas de la crisis haya sido la falta de valores de la sociedad, está más que demostrado. Que esa falta de valores está mucho más acentuada en nuestros jóvenes, víctimas (¡pobrecitos míos!) de sus propios padres, es algo de lo que ya nadie duda. Ahora bien, de esa pérdida de valores de la sociedad a la pérdida de nuestra propia identidad, a la pérdida de nuestras tradiciones, a la pérdida de nuestra realidad, va un abismo o, al menos, debería ir un abismo.

La noche de la víspera de Todos los Santos es un claro reflejo de cómo, poco a poco y a las chitas callando, vamos perdiendo nuestra propia identidad. Fiestas de otros países, sin ninguna tradición en el nuestro, se están imponiendo entre nosotros en detrimento de lo autóctono, con el beneplácito de la mayoría y con la excusa de que hay que estar abiertos a otras culturas y tradiciones.

La noche de la víspera de Todos los Santos es lo más parecido a un entierro de la sardina cuatro meses adelantado, a un baile de carnaval otoñal y preparatorio de una pronta Navidad, que a este paso, la celebraremos en cualquier semana, según quien lo diga y de donde venga lo dicho. No sería extraño ver durante la Navidad un grupo de nazarenos empujándole a su paso representativo aduciendo que en las otras fechas no les viene bien. Tampoco sería descartable cantar villancicos y salir a la calle con el gorro de Papá Noel en pleno mes de julio si de esta forma podemos aprovechar mejor las vacaciones y poder salir a la calle sin tanto frío como en diciembre y enero.

Hemos perdido el rumbo y estamos perdiendo lo que nuestros padres nos enseñaron y lo que nosotros no tenemos lo que tenemos que tener para enseñárselo a nuestros hijos.

Hace algún tiempo un médico me dijo que no hay nada peor para el hombre que la comodidad. Ahora se pone de manifiesto esa máxima. Preferimos perder lo que somos y lo que hemos heredado de la noche de los tiempos en pos de una comodidad que sólo nos acerca inexorablemente a nuestra propia extinción. Y todo ello ensalzado en la cultura del bienestar, del no molestar, del descanso; en definitiva, de la comodidad.

Todos sabemos lo que tenemos que hacer. Todos sabemos lo que hacemos y lo que hacemos lo hacemos a sabiendas. Pero tenemos que tener una cosa clara: luego no nos quejemos, no protestemos. Lo que hemos conseguido era lo que queríamos. Ya lo tenemos. Y ahora ¿qué?.

viernes, 30 de octubre de 2009

MIEDO, TENGO MIEDO

Unos meses atrás, en uno de esos debates proselitistas que en la actualidad inundan nuestra novísima y estercolera TDT, se hablaba de cuales habían sido las conclusiones más significativas a las que había llegado cada tertuliano en relación con el mayo francés del 68. Uno de ellos dijo que la conclusión a la que él había llegado era que a la juventud se le tenía miedo desde entonces. No viví aquel mayo, pero, a tenor de lo visto, sí creo que es una de las que más vigencia tiene actualmente.

Cuatro décadas han pasado desde entonces y, aunque los jóvenes de ahora no tienen ni zorra idea de aquel mayo del 68, parece que ese espíritu o, mejor, ese miedo que crearon en torno a ellos, sigue vigente y con más fuerza si cabe. No hay más que ver lo que acontece en el día a día.

Disturbios en barrios marginales de Francia hace unos años; protestas antiglobalización donde toque; enfrentamientos sistemáticos y programados contra la policía; botellódromos especiales, consentidos y pagados por los ayuntamientos de los municipios donde se celebran (algunos ayuntamientos pagan la música de los botellódromos); peleas multitudinarias en la calle como este verano en Palma; Pozuelos de Alarcones; macroconciertos en contra o a favor de algo que unos pocos aburríos se inventan con tal de armar gresca; celebraciones de conquistas de títulos por parte del equipo de turno con rotura de mobiliario urbano, asalto a negocios particulares con saqueo incluido y quema de coches particulares.

Éstas son algunas de las muchas actuaciones que han hecho que la sociedad les tenga miedo. Si a ellas añadimos la ley del menor, su peligrosidad y poder quedan más que fortalecidos en la misma medida que a los demás ciudadanos nos coartan nuestra libertad y seguridad y, por qué no, nuestro propio ocio.

Parecerá una estupidez que nuestro ocio pueda depender del miedo a la juventud pero cada vez hay más voces en contra de cómo los ayuntamientos programan los festejos de sus fiestas patronales. Los ciudadanos que tienen entre los 30 y los 55 años ven como cada año, los festejos en los pueden participar van disminuyendo en la misma medida que aumentan los programados para la juventud. Carpas para las peñas o pandillas en las afueras de la localidad, chiringuitos de los jóvenes sin horarios de apertura y cierre y sin control de decibélios, sustitución de festejos taurinos por grandes prixes en plazas de toros donde desfogarse y mostrar sus irresponsabilidades delante de sus coleguis, horarios de actuaciones a partir de las 2:00 de la madrugada (antes no están visibles), desfiles nocturnos, chocolatadas matutinas a una hora prudencial (que la pongan ellos).

A los equipos de gobierno de los ayuntamientos también les ha entrado miedo y hacen lo posible para entretenerlos. Tenerlos recogidos hagan lo que hagan, cueste lo que cueste. Que no protesten. Que no se enfaden cual niño caprichoso y consentido. Que no griten pero que den todo el ruido que quieran. Que no se molesten entre ellos, que estén contentos y graciosillos. Que beban lo que les apetezca a la edad que les apetezca. En definitiva: que no la armen. De esta forma, todos los años, las fiestas patronales son un verdadero éxito, ya que “no ha habido ningún incidente reseñable”, que diría el político de turno. Para conseguirlo, hay muchos ciudadanos que año tras año ven sus posibilidades de ocio mermadas en favor de otros ciudadanos que, por el mero hecho de tenerles miedo, ven aumentadas sus posibilidades de libertinaje y, de paso, reafirmar su poder y su impunidad dentro de la sociedad. A los demás, sólo les queda impotencia, rabia y pocas ganas de pagar impuestos sabiendo para lo que son cuando llega el momento.

sábado, 3 de octubre de 2009

LA MALA EDUCACIÓN

Mucho se habla de las campañas que hace la DGT para evitar accidentes en carretera, pero nada se dice de los accidentes en población. No de los que se producen, sino de los que se podrían producir debido a las escandalosas infracciones de tráfico que hacen determinadas personas con el beneplácito de las fuerzas y cuerpos de seguridad. Son personas que no tienen ninguna educación, que no tienen aprecio a la vida ni a la vida de los demás. No son gente, son gentuza. Aparcan donde les sale del pito, en cualquier esquina, en cualquier calle de doble sentido o sentido único, en avenidas. Aparcan en doble fila para tomarse una caña o comprar tabaco, para sacar una película de un videoclub, para comprar un bote de cerveza en una tienda de chinos, para rebuznar con sus amigotes. Impiden la circulación de camiones, camionetas, ambulancias, autobuses urbanos, de personas por las aceras, de carritos de bebés, de personas minusválidas. Van a toda hostia por las calles, sin respetar los pasos de cebra (bienaventurados los que crean en los pasos de cebra porque ellos verán a Dios). Son auténticos terroristas callejeros, bombas rodantes, francotiradores sin cojones para dar la cara y responder de sus actos.

Sí que es verdad que lo hacen porque pueden, porque se lo permiten quienes debían impedirlo, que, dicho sea de paso, tienen tanta culpa o más que la propia gentuza infractora.

Pero hay algo aún más fuerte que las autoridades que les tendría que impedir actuar así. Me refiero a la educación. No a la educación vial que algunas asociaciones se empeñan en querer introducir en el currículo escolar con el perjuicio de las demás asignaturas fundamentales, sino a la educación a secas, a la que deberían haber mamado de la teta materna en vez de mamar cucharaditas de anís para los gases. La educación no se puede enseñar en ninguna otra parte que no sea en la propia familia. Esta educación debería servir para poder acceder a los servicios que la vida y la sociedad nos permite tener, entre los que se encuentra el carnet de conducir. Quien no la tuviera, no tendría lo que añora o lo que le corresponde.

La DGT debería enfocar sus campañas en la educación. Cuando examine del carnet de conducir a los futuros conductores, debería de hacer una prueba de educación y quien no la pasara no obtendría el carnet. Quizás evitaríamos accidentes o riesgos importantes de accidentes.

La pega está en quién examinaría de educación a secas. ¿La tendrían los examinadores? ¿Qué se considera educación y qué no en esas pruebas? ¿Quién prepararía esos exámenes? En definitiva: ¿Qué entenderían ellos por educación?.

Asunto peliagudo y complejo que no tiene fácil solución, por no decir ninguna. Mientras tanto, miremos al cielo pidiendo que algún cafre de éstos no se cruce en nuestro camino, nunca mejor dicho.

sábado, 29 de agosto de 2009

NOSOTROS Y LA SGAE

A perro flaco, todo son pulgas. Y si no, que se lo digan a toda la clase media española. Sí, esa que esta sufriendo con escarnio todas las consecuencias de la crisis. Paro, subida de carburantes, de alimentos, de transporte, de impuestos en definitiva. Ahora también se lo están poniendo difícil con el ocio y la diversión, con lo único que podían mitigar sus penas.

A la SGAE, con permiso de la autoridad competente y si el tiempo no lo impide, le ha dado por cobrar por divertirnos. Si hacemos teatro: tacatá; si hacemos un baile o concierto benéfico: tocotó; si nos casamos y hacemos el baile nupcial, en la pista, claro: tocotó otra vez; si rondamos a la moza: más tocotó y tacatá y así hasta que nos cansan, los mandamos a la mierda y apelamos a Fuenteobejuna, última perjudicada de todo este ensalzamiento a la estupidez humana.

No tuvieron bastante con el canon dichoso. Ahora también nos sangran por pasarlo bien, por divertirnos. Están enfadados porque no vamos al cine, ni al teatro, porque no compramos discos, porque compramos ordenadores, CD’s y pendrives, porque nos quedamos en casa. (Dicen que lo hacemos en represalia por protestar contra la guerra de Irak en su día, su ¡No a la guerra!; tocino con velocidad, que se dice). Somos tratados como terroristas intelectuales, como usurpadores de identidades, como ladrones de patentes, como hackers musicales.

¿De verdad que somos todas esas cosas? Pues parece que sí. ¡Y yo sin saberlo y con estos pelos! Y es que, encima de putas, ponemos la cama.

País, que diría Forges.

domingo, 23 de agosto de 2009

NUEVOS PECADOS CAPITALES

Un polifacético escritor argumentaba hace unos días, desde su lógico punto de vista, porqué hoy día en España hay menos libertad que durante la dictadura. Lo hacía basándose en la manía que le han entrado a nuestros dirigentes con prohibirlo todo: estar obeso, beber alcohol, conducir a cierta velocidad, fumar, estornudar por la gripe, santiguarse con agua bendita, darse la mano, darse besos; en definitiva, que muy pocas cosas nos quedan por hacer o nos han desaconsejado hacerlas, cosas que en el anterior régimen político sí que estaban permitidas.

La prohibición de la que más se está hablando estos días y se hablará durante algún tiempo más es la de fumar. No hay que estudiar en Oxford para saber que el fumar provoca cáncer y, con posterioridad, la muerte. Hasta aquí todo claro. Lo que no está tan claro son las excusas que argumenta para “prohibir fumar en lugares públicos”.

Cuando oímos “fumar en lugares públicos”, a todos se nos viene a la cabeza no poder fumar en los bares y restaurantes, ya que desde hace bastante tiempo tenemos claro que no se puede fumar en ningún lugar cerrado, aunque sea éste sea público o privado; tan sólo los bares y restaurantes se salvaban de la quema. Digo esto porque dicho así, un lugar público es la plaza de mi pueblo, es el parque de mi barrio y si fumo en esos sitios no creo que perjudique a terceros, ya que es un espacio, de momento, abierto, al aire libre. Por lo tanto, cuando dicen que no se puede fumar en lugares públicos se están refiriendo a locales públicos, entre los que sí están los bares y restaurantes.

Dejando a un lado las pérdidas o beneficios que le puedan ocasionar a este sector, el argumento para la prohibición está en el perjuicio que ocasiona a otras personas, a los llamados fumadores pasivos. Éstos se quejan de que no tienen porqué tragarse el humo de los demás y que tienen derecho a respirar aire libre en locales cerrados. Nuevamente hasta aquí todo correcto.

Pero, ¿seguro que esos fumadores pasivos van tanto a los bares y restaurantes como los fumadores? Y, yendo aún más lejos, ¿quien me garantiza a mí que esos fumadores pasivos no son personas que usan el coche hasta cuando van a mear o hasta cuando cruzan la calle, expulsando innecesariamente al aire CO2, tan perjudicial para la atmósfera y el cambio climático? ¿Quien me garantiza a mí que esos fumadores pasivos no son los mismos que, cuando van al campo a comer de sobaquillo, lo dejan todo perdido sin recoger ni reciclar ningún residuo orgánico e inorgánico? Ellos no quieren tragarse mi humo de tabaco pero yo tampoco quiero que expulsen innecesariamente gases tóxicos a la atmósfera o que contaminen el medio ambiente. Si yo fumo, me perjudico yo mismo en mayor medida; si expulso gases tóxicos a la atmósfera, si contamino el medio ambiente, perjudico a todos en la misma proporción, sin diferenciar a nadie, ni en mayor ni en menor medida: a todos por igual.

Sé que esto puede sonar a pataleta de fumador o a ideas trasnochadas y resacosas. Ni soy fumador y ni tampoco un cierrabares. Sólo pretendo apelar a la sensatez, a la cordura, a la madurez, a la tolerancia, al conocimiento y reconocimiento de uno mismo. No quiero que nadie me tenga que reprender por mis actos, pero tampoco quiero tener que poner las orejas coloradas a nadie cuando me reprenden.

Repito, apelemos a la sensatez, cordura, tolerancia y demás. Para los que no conocen esas palabras, les tranquilizaré diciendo que no son pecados capitales, al menos por ahora. Estos palabrajos deberíamos aprenderlos como cuando aprendíamos esos pecados en la catequesis antes de hacer la primera comunión: de carrerilla y con soniquete. Por lo menos que nos suenen de algo, que sepamos donde aplicarlos, auque no les hagamos caso. Como a los pecados capitales.

miércoles, 5 de agosto de 2009

¡INCULTOS!

- Papá, ¿son catalanes?

- No, son incultos.

Ésta fue la respuesta instantánea que di a mi hija cuando, visitando cierto destino turístico, oyó hablar a otros visitantes en una lengua que había oído anteriormente, aunque sabía que no era el inglés.

Reconozco que no fue, ni la respuesta que ella esperaba ni la que yo debía de haberle dado, pero cuando yo también los oí hablar, enseguida se me vino a la cabeza la flamante ley de educación que van a implantar en Cataluña y en la cual ningunean y hasta anulan el castellano de sus aulas.

Cualquier argumento que razonemos a favor del castellano no será válido en el seno de los políticos que gobiernan esa comunidad autónoma. Ellos abogan por una educación “personalizada” en su comunidad o país, como a ellos les gusta llamar al territorio donde extienden su poder. Rechazan el castellano en post de su propia lengua, queriendo con ello reafirmar un fuerte patriotismo a su comunidad. En realidad, lo que hacen es dar a conocer a todo el mundo la obscena incultura que de la que son portadores, incultura que quieren transmitir, implantar, exigir y hasta obligar por decreto, a todos los habitantes de esa comunidad.

La anulación del castellano suele ir acompañada de una visión partidista de la historia, visión necesaria para hacer proselitismo a favor de su doctrina. Y lo más sangrante de todo esto es que lo hacen con niños y niñas sin madurez para entender todo lo que se mueve a su alrededor. Aprovechan su candidez e ignorancia para crear pequeños monstruitos adoctrinados en su religión, basada en la incultura y en el analfabetismo. Ellos serán los que el día de mañana tengan que sustentar la sociedad, su sociedad, una sociedad que actualmente no vive su mejor momento.

Que los políticos utilicen la incultura, su incultura y su analfabetismo, para crear adeptos y “hacer comunidad”, me parece una obscena canallada, además de impedir a los niños y niñas de su comunidad que puedan desarrollarse íntegramente, tanto intelectual como individualmente.

Desconocerán una lengua que la hablan más de 300 millones de personas en el mundo (aunque son bastantes más) y en la que están escritas muchas de las mejores novelas de todos los tiempos, las cuales, obviamente, no serán libros de lectura para ellos; la Reconquista la acotarán hasta poco más allá de Teruel, eliminando de sus libros el Califato de Córdoba y la Alhambra de Granada. Eso sí, sabrán que Cataluña fue un reino en la antigüedad y que fue conquistada y anexionada ilegalmente por un país extranjero llamado España, hasta la actualidad. También sabrán que deben mantenerse en permanente lucha para librarse de ese país tirano que les niega la independencia.

Luego vendrán estudios sobre la educación de y en nuestros jóvenes. Dirán que han perdido valores humanos, éticos e intelectuales; que están por debajo de la media de los jóvenes de la unión europea en lo que a educación se refiere, pero … ¿qué queremos?. Realmente, es lo que estamos haciendo, con el consentimiento y beneplácito de nuestros dirigentes nacionales que ceden a chantajes de este calibre con el único fin de perpetuarse en el poder. Pero ese es otro tema.

lunes, 11 de mayo de 2009

NUNCA APRENDEREMOS

Para justificar la entrada en la crisis y buscar soluciones para salir de ellas, los expertos han cambiado sus argumentos, incluso se han cambiado los expertos. Economistas, estadistas, financieros están dejando paso a psicólogos, pedagogos, licenciados en ciencias de la educación que tratan de dar explicaciones sobre el porqué de esta situación y cómo podríamos salir de ella. Tratan de hacernos ver las ventajas que podemos sacar y las formas de actuar ante ella, para intentar salir lo más airosos posibles y obtener beneficios para un futuro.
Casi todos centran sus opiniones en el nivel sociocultural de las familias como una de las causas fundamentales de la crisis y es ahí donde inciden en buscar ventajas y soluciones de cara a un futuro. Todos están de acuerdo en que este nivel sociocultural ha tenido una influencia decisiva y determinante en el comportamiento de las personas ante esta nueva situación, comportamiento que ha sido aprendido y copiado por sus hijos. Esto ha motivado que en la mayoría de los casos esta crisis esté haciendo más daño del que en realidad debería de haber hecho. Se ha estado viviendo muy por encima de las posibilidades reales, se ha fomentado la cultura del poco esfuerzo, se han perdido valores fundamentales para la vida en sociedad, se ha valorado más el tener que el ser, se ha despreciado la cotidianeidad para hacer de cada día un día festivo, se ha fomentado el amiguismo a costa de perder amigos, se ha ensalzado al dinero (poderoso caballero) cambiándolo por el esfuerzo para conseguir metas y fines. Todo esto, tarde o temprano, tenía que salir, tenía que dar la cara cual tumor adormecido largo tiempo alimentado por el desenfreno y el exceso.
Ahora, estos nuevos expertos están tratando de crear recetas que nos hagan ver que todo aquello que antes veíamos y teníamos como normal, lo veamos y tengamos como algo no válido para la persona, como algo que nos ha minado día a día y el día a día. Están tratando de hacer funcionar el refranero castellano con aquello de que “no hay mal que por bien no venga” y quieran reconducirnos a la anterior normalidad, que era la que realmente nos hacía apreciar todo aquello que teníamos, devolvernos a la rutina social que denoto estamos comenzando a exigir de nuevo y que ellos reclaman como la mejor forma de salir de esta crisis. Aunque siempre habrá alguien que, queriendo hacer también trabajar al refranero castellano diga que “no hay mal que cien años dure” y aguante y aguante como sea para volver de nuevo a lo anterior, a lo que había antes de la crisis, a ese bienestar ficticio que nos hemos negamos a admitir y reconocer.
Y es que … nunca aprenderemos.

jueves, 16 de abril de 2009

EL CONFLICTO DE LA LENGUA

El requisito del plurilingüismo ha vuelto a dejar en la calle a varios cientos de trabajadores de las Islas Baleares. No conocer el catalán ha sido motivo suficiente para despedirlos de su trabajo. Lo peor no es que no sepan catalán, sino que ha primado ese conocimiento por encima de la experiencia, es decir, para este gobierno es prioritario hablar el catatán que desarrollar bien su trabajo y saber qué se está haciendo en todo momento. Éste es un punto muy negativo a tener en cuenta pero no nos olvidemos de otro que lleva mucho tiempo dormido dentro de la sociedad y puede despertar en cualquier momento, más aún en estos malos tiempos en los que los ciudadanos buscan un trabajo estable a toda costa. Me refiero al intercambio de ciudadanos entre comunidades a la hora de poder opositar.
Si quieres opositar en comunidades autónomas donde exista una lengua oficial, un requisito muy básico que se va a exigir será el conocimiento de dicha lengua. Si esa lengua está reconocida oficialmente y contemplada dentro de su estatuto de autonomía, pues habrá que "pasar por el aro" sin más, y aprenderla para obtener un certificado, que será condición imprescindible para poder optar a dicho puesto de trabajo una vez aprobada la oposición. Pero, ¿qué ocurre al revés?, una comunidad autónoma sin lengua oficial. En dicha comunidad autómona se podrá presentar cualquier ciudadano, sea de la comunidad autónoma que sea, sin requisitos adicionales, sin impedimentos adicionales, sin imposiciones adicionales. Simple y llamanamente, tendrán las mismas posibilidades de ocupar un puesto de trabajo en esa comunidad que cualquier otro ciudadano, no así en el caso contrario.
Si a esto le añadimos que el requisito de la lengua ha sido promovido y aprobado por los sindicatos pertinentes de dicha comunidad autónoma, el problema vá más allá. Un mismo sindicato con el mismo nombre a nivel nacional tiene distintas varas de medir según en qué comunidad atónoma actúe, defendiendo de diferente manera a sus mismos afiliados, dándoles mayores oportunidades a unos que a otros.
Resultado: el que pierde es siempre el trabajador, se mire por donde se mire y, como no, los trabajadores de aquellas comunidades autónomas menos favorecidas, por no decir más pobres, gracias a actuaciones políticas y sindicales como la comentada.

sábado, 14 de marzo de 2009

CURA DE HUMILDAD

Cualquiera que no tuviera nada que ver, económicamente hablando, con asuntos inmobiliarios, lo tenía cada vez más claro: ésto no podía ser, no tenía razón de ser, era imposible que se hiciesen y se necesitasen tantos pisos y casas en España, no había una sólo razón lógica que lo pudiera sostener. La gente era consciente de ello y no podía o no quería hacer nada para evitarlo. Las personas que alzaban la voz en contra de todo este asunto urbanístico eran acusadas de anti patriotismo, envidiosos o cualquier otra cosa, con tal de señalarlos como “antiprogresistaseconómicos”.
El tiempo, sabio donde los haya, ha dado, como siempre, la razón a quién la llevaba y ha puesto a cada uno en su sitio. La crisis en España es más brutal que en cualquier otro país de la comunidad europea debido, en parte, a este desbarajuste inmobiliario. Casas y pisos sin control, en zonas protegidas, en costas protegidas, en zonas verdes protegidas. Se han urbanizado todo tipo de terrenos, se ha construido en cauces y cursos naturales de ríos y afluentes que los agentes atmosféricos se han encargado de recordarnos; en definitiva, cada uno ha hecho lo que ha querido, mejor dicho, lo que le han dejado hacer quienes lo han autorizado, y así nos luce el pelo ahora.
Pero no sólo sobran casas y pisos. También sobran empresas y trabajadores directamente relacionados con este sector, que en muchos casos abandonaron su actividad habitual y clientes habituales para volcarse en esta vorágine monetaria, actitud propia del ser humano, lo queramos o no lo queramos reconocer.
Ahora estamos convalecientes de una tremenda cura de humildad provocada por ambiciosos, avariciosos y prevaricadores. Lo peor es que esta cura de humildad está acarreando demasiados problemas a miles y miles de familias que, culpables o no de esta situación, están padeciendo un doloroso aprendizaje para que, dentro de otros diez o doce años, que es lo que, según los analistas, tarda en repetirse una crisis, hayan aprendido la lección y no vuelvan a tropezar en la misma piedra, aunque un filósofo decía que “ … lo único que el hombre ha aprendido de la historia es que no ha aprendido nada”.

domingo, 8 de marzo de 2009

CONTRADICCIÓN

La ministra Aído ha anunciado la próxima ley del aborto en España, muy necesaria, según sus palabras, debido a que estaba muy obsoleta y no se ajustaba a la realidad, tanto nacional como europea.
Lejos de analizar si el aborto es o no es un asesinato, si va en contra de algo o de alguien, si se ajusta a tal cual religión, si es defendido o denostado por tales o cuales asociaciones, si es considerado o no como un método anticonceptivo más, sí que esta ley deja una reflexión, cuanto menos curiosa, acerca de la edad a la cual una mujer puede abortar.
Según la ley, se puede abortar durante las primeras 14 semanas del embarazo o a las 22 semanas, si el embarazo supone un peligro para la madre (creo que es así). Pero también dice que una mujer puede abortar a los 16 años sin permiso paterno o materno y, esto, no me digan que no es una contradicción. Una mujer-muchacha-niña puede decidir por sí sola si aborta o no aborta pero no puede decidir por sí sola si va o no va a un viaje fin de curso de un determinado instituto, ya que necesita la autorización de los padres, por poner un ejemplo cotidiano que se da en la actualidad en muchos centros educativos. Por otro lado, si se ha quedado embarazada es porque ha mantenido relaciones sexuales; si ha sido con un menor de edad, va que te va, que decida quien proceda, pero si ha sido con una persona mayor de edad, esa persona ha cometido un delito ya que ha mantenido relaciones sexuales con una menor. En cualquier caso, el mal está hecho y será la muchacha-niña quién decida libremente lo que tiene o no tiene que hacer sin pedirle explicaciones a nadie.
En esta situación sí que es considerada como adulta, como una persona preparada para afrontar decisiones importantes en la vida, con experiencia suficiente en la vida para valorar lo que le conviene o no le conviene, consciente y responsable en todo momento de sus propios actos. Pero si esta muchacha-niña comete algún delito es juzgada por un tribunal de menores (ahora no es considerada como adulta) con la consabida rebaja de penas; si debe ser sometida a una operación quirúrgica para salvar su vida, necesitará una autorización de sus padres; no puede matricularse en una autoescuela, ya que no tiene la mayoría de edad; no puede asistir a una excursión sin la autorización de sus padres o tutores, etc. En todos estos casos, llamémosle menores, sí que es considerada como menor; en el aborto es adulta, al menos psicológicamente hablando.
Sin valorar si esa edad es o no es idónea para esta ley, no me dirán que todo esto no entra en pura contradicción: 16 años son suficientes para decidir sobre si aborto o no aborto, pero no son suficientes para visitar tal o cual museo con mis compañeros de clase sin la autorización de mis progenitores; son suficientes para decidir si pongo en riesgo mi vida abortando, pero no son suficientes para someterme a una operación quirúrgica para salvar mi vida sin la autorización de mis padres.
Tanta contradicción y desbarajuste no puede acabar en nada bueno.

miércoles, 4 de marzo de 2009

POLÍTICOS

Haz lo que yo te diga pero no hagas lo que yo haga. Es la mejor manera que tiene el ser humano de querer dar solución a un problema del cuál no sabe por donde cogerlo. Es lo que está pasando con las medidas que los políticos quieren aplicar para solucionar la crisis. Poco a poco va tomando cuerpo, tanto en el entorno político como en la propia sociedad, una medida que parecía que nunca se iba a tener en cuenta como posible solución a esta situación: la congelación salarial del personal funcionario del territorio español. A estos trabajadores, la sociedad les culpa de muchos de los males económicos que padece nuestro país, tanto por la mala imagen que éstos dan cara al público sin tener que rendir cuentas a nadie, como por el dinero que se embolsan religiosamente mes a mes la mayoría de ellos con carácter vitalicio, con crisis o sin crisis, amén de la debida subida anual.
Para la sociedad, un funcionario es el trabajador que desarrolla su labor en los diversos y variopintos organismos oficiales y que trata de hacernos la vida imposible cada vez que vamos a intentar solucionar algún “papel” que alguien nos ha reclamado y que, por supuesto, no lo solucionaremos, al menos a la primera vez. Se olvidan, que también un funcionario público es el político que es presidente de su comunidad, el consejero de no sé qué, el chófer de cada uno de ellos, el defensor de pueblos y comunidades, el delegado provincial, la directora general, ..., etc, etc y, además, multiplicados por todas las comunidades que forman el territorio español. Ahí es ná, que diría un castizo. Todos ellos también son funcionarios públicos, elegidos por el mismo pueblo que no los considera como tales y que, con su consentimiento, se embolsan sueldos que cualquiera de nosotros no ganaríamos ni trabajando durante toda nuestra vida, sin contar con las reglamentarias dietas sometidas a ningún control, sino tan sólo su palabra contra la nuestra. Si añadimos coches oficiales, viajes, comilonas, regalos compromisarios y demás prebendas, nos daríamos cuenta de la cantidad de dinero que son capaces de dilapidar sin que ni siquiera ellos mismos sean conscientes.
Lejos de querer dar ejemplo renunciando a todo ello, tratan de dar satisfacción al pueblo diciendo que se está planteando, desde el gobierno, la congelación de los funcionarios públicos, ya que éstos, tienen un trabajo fijo, y juegan en clara ventaja con los miles y miles de trabajadores que, o bien han perdido su trabajo o bien están en una situación laboral precaria; de ellos no dicen nada de nada. No dicen que vayan a renunciar a dietas, ni a coches oficiales, ni despachos superlujosos y supercaros, ni a comilonas y regalos. No, que sean otros los que lo hagan y, de paso, alimento el clamor popular contra este colectivo.
Tanto que se está hablando en estos días sobre la educación en valores, valores cívicos, valores morales y demás derechos fundamentales y constitucionales, bien podrían predicar con el ejemplo y comenzar ellos mismos a autoeliminarse gastos innecesarios para la sociedad y para ellos mismos o, al menos, muy alejados de lo que la situación actual demanda, en vez de querer que sean otros los que lo hagan a base de leyes que ellos mismos legislan y aprueban. Parece que se olvidan o nos olvidamos, que a los políticos nadie los ha obligado a presentarse a unas elecciones. Están ahí porque ellos mismos así lo han decidido. Nos dijeron que se encontraban capacitados para hacer cosas buenas pensando en los ciudadanos; que trabajarían por el pueblo de una manera altruista y desinteresada; que no querían nada para ellos, todo para el pueblo. Bien, ha llegado el momento de que hagan todas esas cosas buenas por nosotros y traten de ponerse lo más cerca posible de la situación actual de nuestra sociedad. No quieran cargarle el muerto a otros y que sean ellos los que comiencen predicando con el ejemplo y haciendo lo que ellos mismos dicen que tienen que hacer los demás. Que sean los demás los que les sigan en su ejemplo sin que nadie se lo diga. Ahí se vería si de verdad trabajan por el pueblo de forma altruista en pos de la ciudadanía, su ciudadanía, esa ciudadanía que les dio su confianza para que comenzaran su labor ejemplarizante.Mucho me temo que nunca lo harán, porque hemos olvidado que estamos hablando de políticos y, ya se sabe, que donde dije digo digo diego.