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viernes, 13 de septiembre de 2019

VÍRGENES NEGRAS (V) CARACTERÍSTICAS


VÍRGENES NEGRAS (V)
(Características)


            Avanzamos un poco más en este tema tan “peculiar” para vosotros, pero tan espinoso para mí, ya que sigo descalzo en el mismo charco que me metí tiempo atrás. Para un eclesiástico como yo es difícil tratar un tema como éste, ya que la “rareza” del mismo roza la incredulidad en la fe que se debe profesar cuando hablamos de Dios, la Virgen María y la Iglesia Católica. Creer que la Virgen María fue negra es muy difícil de aceptar, teniendo en cuenta dónde se desarrolló toda la vida de Jesús y, por ende, la de su Madre. La raza de la casi totalidad de la población de ese territorio no era de tez negra, luego la representación de la Virgen María con ese color oscuro de tez no deja de ser algo raro en toda la devoción mariana. Sin embargo, esas tallas están ahí, y en muchos lugares de la geografía, tanto española como europea, se les profesa una gran devoción en sus distintas advocaciones, aún a sabiendas que ese color negro no se correspondería con la realidad de hace más de dos mil años. Más aún: durante la celebración de la Navidad o la Semana Santa, las imágenes marianas representadas tanto en belenes como las que procesionan por las calles, no son nunca de color negro, sino de tez blanca, en contraposición con esas vírgenes morenas que la mayoría de las veces se veneran como patronas de pueblos y ciudades. Pero ya se sabe: las creencias populares no pueden explicarse ni describirse objetivamente. Forman parte de las costumbres y tradiciones de esa población que acepta dichas creencias como válidas e incluso únicas, casi enfrentadas con las creencias de poblaciones aledañas en las que también se venera una virgen negra. Y aquí sí que surge incomprensión, pero ahora por parte de los propios eclesiásticos que dirigen las vidas espirituales de ambas poblaciones. ¿Cómo puede ser que surjan disputas entre los habitantes de esas poblaciones originadas por la veracidad de las respectivas advocaciones de la Virgen María cuando se sabe que tan sólo hubo una? ¿Cómo puede ser que cada uno defienda que la suya es la verdadera y no la otra cuando la Virgen María es única? Ahora es el propio eclesiástico el que debería dudar, no de la Virgen María, sino de los razonamientos, sentimientos y costumbres de los habitantes de esas poblaciones. Apaciguar ánimos enfrentados no es tarea fácil, mucho menos pedir comprensión en alguien que se considera en posesión de la verdad, la única verdad, la verdad verdadera.

            Bueno, ¿para qué continuar con este tema tan espinoso y poco comprensible al entendimiento humano? Nunca se conseguirá llegar a comprender a la mente humana cuando de sentimientos, raíces, costumbres y tradiciones se trata. Dejemos que la vida continúe como tal, y como decía un profesor mío de seminario: ¡cada uno a lo suyo!

            Aunque este tema de las vírgenes negras tampoco lo vamos a entender mucho, sobre todo por el tiempo que hace que aparecieron y desaparecieron de la cultura popular y religiosa, al menos estamos tratando de dar algunas ligeras y sucintas explicaciones a su aparición, asentamiento y desaparición, además de todo el fervor popular que llegaron a generar. Hemos hablado de ese color negro, de sus creaciones, de sus apariciones, etc. Ahora tocaría hablar de algunas  características que poseen en común la mayoría de ellas, tanto las que son veneradas en España como en Europa. Son tallas muy similares, alrededor de 500, pero a la vez muy diferentes, apareciendo en lugares tan alejados entre sí como Malta de Cádiz o Bélgica de Chipiona.

            Dejando a un lado el color oscuro de su tez, del que ya hemos hablado largamente en otra parte de este tema, las facciones de la cara de estas tallas no son facciones representativas de una persona de raza negra. Sí representan a vírgenes con la piel negra, de raza negra podríamos decir, pero sus facciones son totalmente de mujer europea. La rectitud de su nariz y lo delgado de sus labios no deja lugar a dudas de que se trata de facciones blancas. Dichas facciones han sido oscurecidas a propósito para diferenciarlas de las blancas, dando a entender que con ese oscurecimiento adrede, tratan de enviar un mensaje oculto a quienes corresponda. Ahí está uno de los grandes misterios de las vírgenes negras: ¿qué quieren decirnos?

            Para que estas tallas fuesen negras, explicamos en un capítulo anterior cómo se pudo conseguir ese color oscuro, llegando a la conclusión que sólo se podría llegar si su construcción se realizaba con materiales propiamente negros, como el mármol negro o la ebonita. Por las fechas de su apariciones, el mármol negro está prácticamente descartado como material de base, siendo la madera el material más usado con el que están realizadas la casi totalidad de todas ellas. Luego, o bien pudieron realizarse con madera de cualquier tipo y, posteriormente, pintarlas o lacarlas en color negro, o bien pudieron tallarse directamente con una madera negra o de color oscuro.

            Las maderas de color negro no abundan en muchas zonas de Europa, siendo más normal que aparezcan en lugares más asiáticos. Por lo tanto, podemos aventurar así mismo que la mayoría de ellas no fueron talladas en el mismo sitio que en la actualidad son veneradas, siempre y cuando dichas tallas veneradas hoy día sean las originales, lo cual es tremendamente difícil, dado el tiempo pasado desde su aparición y todas la vicisitudes sufridas en el mundo desde aquellas época. Luego la madera utilizada no es una madera estrictamente local, aunque no tenga que ser una madera asiática o de cualquier otro continente que no sea Europa. Es una madera dura, muchas veces policromada en rostros y manos para dar ese color oscuro. Algunas de ellas han sufrido intentos de blanqueo y otras han sido restauradas y repintadas con torpeza, lo que hace muy difícil adivinar realmente su primitivo aspecto, generando la consiguiente duda sobre su autenticidad.


Nuestra Señora de Montserrat.

            Antes se ha comentado de pasada la originalidad de las tallas actuales atendiendo al tiempo transcurrido desde su aparición. Históricamente, estas tallas negras aparecieron en los siglos XII y XIII, como se ha apuntado en alguna que otra ocasión, por lo que artísticamente pertenecen al románico o, mejor dicho, a la transición entre el románico y el gótico. Su mayor apogeo sí que es cierto que lo encontramos en tiempos románicos, pudiendo ocurrir que las tallas aparecidas durante el gótico posiblemente hicieran referencia y sean nuevas representaciones de imágenes anteriores.

            Como tallas románicas, las características artísticas son las mismas que cualquier talla de cualquier virgen románica. El modelo más común es el que presenta a la Madre de Dios con el niño en las rodillas en su condición de Theotokos (trono de Dios o Madre de Dios). Este modelo fue el más frecuente durante el románico, hasta que en el siglo XIII fue sustituido por el de una figura estante con el Niño en brazos, dando paso al prototipo de Virgen Madre, de cuerpo esbelto, que dialoga con su hijo al que sonríe con ternura. Hasta entonces, las tallas de la Virgen son o están en hierática majestad, es decir, la posición de la virgen es siempre estática y con un despego afectivo a la figura del hijo. Son tallas entronizadas, con el niño en el regazo, centrado con relación a la figura de la madre, más raramente en la rodilla izquierda. Huygens sostenía que “… las vírgenes negras son mayestáticas, erguidas, con el niño en el regazo, como fruto de sus entrañas, tomando la forma de la virgen como majestad del tipo “Mater Amábilis””. Firmes y relajadas a un tiempo, las tallas transmiten poder. Su mirada se dirige hacia adelante y es a la vez serena y relajada. Son ellas las que mandan en el conjunto escultórico, pues son el eje central de la escultura; de ahí que los rasgos de la virgen estén más cuidados y más elaborados que los del niño. Es en ellas en quien nos tenemos que fijar y no tanto en el niño.


Virgen del Tura. Olot.
Curiosa la representación de un toro o buey a sus pies.

            Si la mayoría de las tallas de las vírgenes negras son o están entronizadas, hay otro grupo que están representadas sobre un pedestal o un pilar (ya os podéis imaginar por dónde van los tiros).

            Retrotrayéndonos en el tiempo, ya en Éfeso (nuevamente esta ciudad de la antigüedad y en la actual Turquía) se veneraba a la diosa Artemisa (un sagrado betilo) que a veces aparecía también sobre una columna. Según la tradición, San Pablo tuvo en esa misma ciudad muy malas experiencias en su predicación, ya que era una ciudad muy remisa a abandonar el paganismo y el culto a su diosa protectora, por lo que no es de extrañar que, para propiciar el olvido de su culto, la imagen de la virgen (sustituta de la diosa) se mostrara sobre un pilar. Esta nueva forma de representación de la virgen fue corroborada en el Concilio de Antioquía, celebrado en el siglo IV, donde se estableció que las imágenes religiosas se colocaran sobre columnas o pilares, siguiendo lo que había sido una práctica habitual en el paganismo; de ahí que no fuera de extrañar que a la hora de representar la singular aparición de estas vírgenes, se eligiera tal soporte para su ubicación.


Virgen del Pilar. Zaragoza


Artemis Efesia.

            Independientemente de la representación por la que se opte, las dimensiones de las vírgenes negras mantienen unas medidas más o menos homogéneas y constantes. El tamaño mínimo que suelen tener oscila entre los 30 o 40 cm’s, mientras que el tamaño máximo varía entre los 70 y 90 cm’s; la profundidad también oscila alrededor de los 30 cm’s, conservándose de este modo una proporción aproximada de 7 a 3, la más común de todas.

            Tanto si están entronizadas como si están en un pedestal, la figura de la Madre sobresale sobre la del Hijo. Ella es la protagonista del conjunto y el niño puede considerarse “actor secundario”. Sin embargo, ambas tallas comparten una misma característica: portan “algo” en sus manos derechas.

            Mientras la mano izquierda de la Virgen permanece aferrada a su pierna izquierda o bien en posición de “arropo” o sujeción del Hijo para evitar una caída desde su pierna izquierda, la mano derecha está levantada, desprendida del cuerpo y portando un objeto, posición típica de la mano para mostrar lo que lleva en ella. Son muy diversos los objetos que ambas tallas pueden mostrar, aunque lo más común es que ambas porten una esfera, o bien una fruta por parte de la Virgen, y un libro, abierto o cerrado, según, por parte del Niño.

            Si lo que ambas tallas portan es un objeto esférico, normalmente puede interpretarse como la bola del mundo, aludiendo al poder que ambos tienen sobre todo el mundo, tanto terrenal como espiritual; poder sobre toda la Tierra. También la bola del mundo puede interpretarse como un disco solar, el astro rey, que proporciona luz y calor a todos los seres vivos de la Tierra. De una manera más simbólica y espiritual, dicha bola del mundo o esfera que sostienen debe entenderse en el sentido de la perfección que supone la esfera desde los filósofos griegos del siglo V y que desde tiempos ancestrales se asocia al espíritu universal.

            De una manera particular, y a diferencia del Niño, la Virgen puede portar una fruta, siempre en su mano derecha. Dicha fruta puede ser muy variada y dependiendo de la época de su talla: manzanas, granadas, piñas, cerezas, peras, etc.,  aunque la fruta que podemos considerar como principal es la manzana, fruta que podría hacer alusión directa al fruto prohibido del Pecado Original, por lo que al portarla en su mano derecha se podría interpretar que Ella es quién nos puede redimir de todos los pecados, incluido el Pecado Original.


Virgen de la Sierra, patrona de Villarrubia de los Ojos. Ciudad Real.
Porta en su mano derecha una manzana

Por otra parte, y ahora con diferencia a la Madre, el Hijo puede portar un libro también en su mano derecha. Dicho libro (como cualquier otro) puede estar abierto o cerrado. La interpretación que algunos investigadores dan a cada forma de representación es muy diversa, pero siempre aludiendo a unas enseñanzas más propias de “iniciados” o “grupos de iniciados” que a enseñanzas dirigidas al común de la población, al pueblo, al vulgo.

            Si el libro está abierto, representa el exoterismo, aquello que es visible y común para todos, transmitido también oralmente para todo el pueblo; si el libro está representado cerrado, significa todo lo contrario, el esoterismo, lo oculto, lo reservado, lo impenetrable y de difícil acceso para la mente, sólo reservado para un reducido número de iniciados en una determinada doctrina o religión.

            Esto último debemos tomarlo también con mucha cautela porque, según quién analice o busque un significado a cómo está representado el libro, las conclusiones van a ser muy diferentes y totalmente opuestas. Por lo tanto, el significado o simbolismo a la forma representada del libro va a estar en función de cada uno de nosotros en el momento en que nos encontremos cara a cara con una talla de una virgen negra. Ese será el verdadero simbolismo y no otro.


Virgen de Ger. Baja Cerdanya.
El Niño lleva un libro abierto con la inscripción “Ego sum” (Yo Soy).

Por último, hay otra forma de representación, tanto de la Madre como del Hijo, en la que sus manos derechas no portan ningún objeto o fruta, pero que sí tienen una forma peculiar de la mano. Por un lado ambas tallas, Madre e Hijo, pueden tener la mano en la misma posición que si portaran un objeto, pero realmente tienen la mano levantada con la palma hacia afuera y con los dedos índice y corazón levantados, el corazón y meñique cerrados, y el pulgar separado de la palma de la mano (otras veces también el pulgar está cerrado en la palma de la mano). Dicha forma de la mano es la forma utilizada por la Iglesia para bendecir. Luego, cuando ambas tallas forman esa posición con la mano derecha, realmente están bendiciendo a todo aquel que se muestre ante ellas, además de a toda la población de la cual es ferviente devota. Por otro lado, solo la mano derecha de la Virgen puede tener una nueva posición: la misma posición levantada de la mano derecha pero esta vez tan sólo con la palma de la mano mostrándola a los fieles devotos. Esta posición de la mano puede tener un nuevo simbolismo teológico: la aceptación de Dios, la aceptación de ser la Madre de Dios en el mismo momento de la Anunciación por parte el arcángel Gabriel.

            Muchas de las características mencionadas y relacionadas con las vírgenes negras también son propias de las tallas románicas de vírgenes, ya que la aparición de estas tallas negras coincide con el periodo del arte románico, tal y como ya se ha expuesto. La única diferencia entre unas y otras es el color negro de tez y manos; todo lo demás, atendiendo a características constructivas, se podría extrapolar entre unas y otras. Sin embargo, si nos atenemos a otras características más “espirituales” o “devocionales” las diferencias pueden ser algo más considerables.

            A partir del siglo XII, las estatuas de María fueron incorporadas como imágenes de devoción en lugares de la campiña que tenían una significación simbólica para la comunidad agrícola o pastoril, como las fuentes, las cimas de las montañas, los altos de los caminos y las grutas y las cuevas. El culto de las imágenes proveyó una manera de extender esta religión a los lugares de campiña que eran considerados a través de creencias precristianas como puntos críticos de contactos con las fuerzas de la naturaleza más allá del control del individuo o de la comunidad rural. María, como imagen de madre con niño, era la imagen cristiana que mejor podía simbolizar la fertilidad y la protección maternal. Es en este punto dónde las vírgenes negras se diferencian claramente del resto de vírgenes románicas coincidentes en el tiempo.

            Peregrinaciones importantes y famosas como el Camino de Santiago o la Ruta de la Plata, podrían también diferenciar unas tallas de otras. Las romerías celebradas en esos puntos de las rutas son normalmente muy similares, indicando claramente el desplazamiento que originariamente se quiso hacer con ellas para trasladarlas a una población con respecto al lugar de su aparición. Eso también hace que los milagros más frecuentes asimilados a ellas tengan que ver con el peligro, la fecundidad, los niños enfermos, los comerciantes y navegantes en peligro, etc.; en definitiva, milagros relacionados con la vida y la muerte, de individualización, de liberación y de despertar del hombre.

            Pero como todo en la vida, el tiempo no es estático, pasa inexorablemente, provocando cambios queridos o no queridos que hace modificar en mayor o menor medida todo aquello que de él depende, es decir, la mayor parte de las acciones que se realizan en cualquier modelo de sociedad. Y, como no, las representaciones o tallas de las vírgenes negras, atendiendo a la parte espiritual de la sociedad, no pueden escapar a esos cambios sociales intrínsecos.

            A partir del siglo XIII, y coincidiendo con la aparición e instauración de la Inquisición, las imágenes de las vírgenes negras comenzaron a ser repintadas; no todas, pero sí muchas de ellas. Al mismo tiempo también comenzaron a ser vestidas con el manto conocido popularmente de “mariposa”, con claras reminiscencias, queridas o no queridas, a la representación antigua de la diosa Tanit, diosa púnica y cartaginense que era representada con una cabeza circular (¿reminiscencias del disco solar de Isis?), cuerpo triangular y brazos en trazo rectilíneo o en ocasiones con un trazo curvo a modo de media luna hacia arriba (¿representación de la media luna en muchas de las tallas de la Inmaculada Concepción?).


  
Representación de la diosa Tanit.

Virgen de El Henar. Cuéllar. Segovia.
Se muestra claramente como una virgen de clara talla románica
es vestida con el traje de “mariposa”, asemejando a la diosa Tanit.

Virgen de las Cruces, patrona de Daimiel. Ciudad Real.


Virgen de la Luz, patrona de Cuenca.

            El fervor mariano recibido en esa época ya no cesa, y a comienzos del siglo XVIII se desarrolla en toda Europa la costumbre de vestir las imágenes, no solo las tallas marianas. Es el momento en que se generalizan las procesiones de Semana Santa, de las Candelas, del día de la Patrona, y se aprovecha para sacar las imágenes en procesión, vestidas y enjoyadas. Con motivo de vestir y coronar estas imágenes sobre un pedestal, pasan las pequeñas vírgenes negras románicas o góticas a ser espléndidos pasos procesionales y aparentar mayor tamaño, a pesar que, en la mayoría de los casos, no exceden de los 70 o 90 cm’s de altura. Se cantan, se mecen, se pujan los brazos, y el fervor popular compite en favor de las imágenes de su lugar o parroquia.

            María, en un mundo en el que se van asentando los valores de la individualidad y el interés por la naturaleza, adquiere un total protagonismo, y se convierte en interlocutora e intermediaria en el diálogo con Dios.

            ¡Hasta pronto!




miércoles, 16 de diciembre de 2009

MARÍA DE LA O (Virgen de la Esperanza)

Virgen de la Esperanza -> 18 de diciembre, proclamada en el Concilio de Toledo de 656.


Imagen del Santuario Carmelita de Onda (Castellón)
La Expectación de la Virgen María se celebra el 8º día antes del nacimiento de Jesús del vientre de María. Es el preludio de las navidades, recordando el hecho inminente de dar a luz de María.

Fiesta del 18 de diciembre, comúnmente denominada Santa María de la O, ya que en ese día se entonaba la O prolongadamente para expresar la continuidad del universo con la llegada del Redentor. Ese día también se cantan las “Antífonas de la O”. Estas antífonas no se utilizaban en el rito mozárabe ya que la liturgia mozárabe celebra la Expectación o Adviento de San Juan Bautista en el domingo que precede al 24 de junio.

Las Antífonas de la O son 7 y la Iglesia las canta en el Magnificat del Oficio de Vísperas de la oración de la tarde desde el 17 al 23 de diciembre. Son un llamamiento al Mesías recordando las ansias con que era esperado por todos los pueblos antes de su venida.

Se llaman “de la O” porque todas empiezan en latín con la exclamación O, en castellano Oh. También se llaman Antífonas Mayores.

Fueron compuestas hacia los siglos VII-VIII. Son breves oraciones dirigidas a Cristo Jesús que condensan el espíritu del Adviento y de la Navidad. Son, así mismo, un magnífico compendio del la cristología más antigua de la Iglesia y, a la vez, un resumen expresivo de los deseos de salvación de toda la humanidad, tanto del Israel del A.T. como de la Iglesia del N.T.

Cada antífona comienza por una Oh, exclamación seguida de un título mesiánico tomado del A.T., pero entendido en la plenitud del N.T. Termina siempre con una súplica: “ven y no tardes más”.

O Sapientia = sabiduría – palabra
O Adonai = señor poderoso
O Radix = raíz, renuevo de Jessé, padre de David
O Clavis = llave de David, que abre y cierra
O Oriens = oriente, lugar donde nace el sol, luz
O Rex = rey de paz
O Emmanuel = Dios con nosotros

Estas frases leídas en sentido inverso las iniciales latinas de la 1ª palabra después de la O dan el acróstico de “Eros cras”, que significa “seré mañana, vendré mañana” que es como la respuesta del mesías a la súplica de sus fieles.

sábado, 5 de diciembre de 2009

INMACULADA CONCEPCIÓN V

La luna a los pies de la Inmaculada

Dentro de la iconografía de la Inmaculada Concepción y de la mayoría de la iconografía mariana, la representación de la luna en sus pies ha sido y es objeto de diversas controversias entre autores que no logran ponerse de acuerdo acerca de su significado.

La complejidad del tema, los múltiples significados simbólicos de la luna en la religión católica, la diversidad de estudios, autores y escuelas creadas alrededor de este astro hace que aquí sólo se haga una brevísima introducción del tema, intentando dar pequeñas pinceladas sobre las diferentes escuelas con sus significados, dejando que sea la propia persona la que se posiciones a favor o en contra de alguna o algunas ellas.

El satélite de la tierra es símbolo femenino, mortuorio y cíclico. Ya aparecía en las imágenes de las diosas paganas Diana y Selene, siendo un principio femenino de carácter pasivo, opuesto y complementario al Sol, principio masculino; un eslabón entre el cielo y la tierra que regía los mares, los ciclos, los ritmos biológicos y la fertilidad femenina. (La cultura popular y alguna parte de la comunidad científica afirma que los ciclos reproductivos de la mujer están influidos por la Luna, lo que les llevan a asimilar a ésta con la fecundidad y con la mujer misma. Ciertamente, los ciclos menstruales se producen cada 28 días -ciclo lunar completo- y es “sabido” que las noches de luna llena son en las que más partos se registran).

Milenios antes de la aparición del cristianismo y del nacimiento de Jesús ya existían divinidades femeninas que eran la Madre Suprema e incluso eran la Esposa y Madre del dios supremo. El caso más coincidente es el de Isis. La diosa Madre por excelencia, se representa con unos cuernos y en el centro de ellos el disco solar. Esta diosa Isis aparece en múltiples civilizaciones, siempre con los atributos de cuernos. Esta Madre Suprema, esta Diosa Madre será Io en la cultura griega, la Astarté fenicia, la Tanit púnica...

Horus, su hijo, nacido de Osiris, es el dios del Sol, y lleva un círculo solar sobre su cabeza de halcón. Este disco o círculo solar se sincretizó con la llegada del cristianismo y de ahí se pasó a la representación de las aureolas circulares doradas sobre la cabeza de Cristo que después se extenderán a la iconografía de todos los santos.

Los griegos, los incas, los celtas, entre otros, afirmaban que no hay diosa tierra sin dios sol. En realidad, la luna o media luna es un atributo precristiano entendido como principio femenino y aplicado a deidades íberas, romanas, etc.

Mucho antes que la iconografía de la Inmaculada Concepción tomara forma durante los siglos XVI y XVII, en la iconografía mariana ya aparecía la representación de la luna, en su fase de cuarto creciente, bajo sus pies. Nunca se representa llena, como en la Crucifixión, sino recortada en forma de creciente.

Las vírgenes negras, aparecidas durante el siglo XII, ya se representaban con la luna a sus pies y la bola del mundo en la mano del niño sentado en el regazo o en la pierna izquierda de su madre. Estas representaciones remiten generalmente a una dualidad expresada en términos astrológicos: la bola del mundo es, en realidad, el disco solar, el astro rey que proporciona luz y calor a todos los seres vivos; la luna, en su fase de cuarto menguante, se encuentra a los pies de la virgen con los extremos mirando hacia el suelo como elemento terrenal, relacionado con las energías téctónicas. En ese sentido, la antigua Diosa Madre, representada por la virgen, se convierte en puente de unión entre los niveles celestiales, representados por el disco solar, y los terrenales, identificados por la luna. (Jesús Ávila Granados. El temple y las vírgenes negras. Codex Templi, pag. 676).

Una de las controversias surgidas una vez aceptada la iconografía mariana con la luna a sus pies, es si la luna debe ser representada con los “cuernos” hacia arriba o hacia abajo. Volveremos sobre el tema más adelante.

En este siglo XII y sucesivos, antes de atribuir la representación de la luna al Apocalipsis y al Cantar de los Cantares (las vírgenes negras sí que fueron atribuidas a este poema), la forma de representar la luna con los “cuernos” hacia arriba hacía alusión al toro o al buey. La mayoría de las vírgenes son encontradas o desenterradas de la tierra por toros o bueyes trabajando. En el lugar donde son encontradas es donde se construyen sus santuarios que con el tiempo se convierten en fuente fecunda para todos los habitantes del lugar. El toro o buey son, simbólicamente, animales viriles y solares por excelencia.

Otros autores relacionan al toro con San Lucas. Según la tradición, las vírgenes negras fueron tallas por el apóstol San Lucas y el toro es su símbolo cuando se le representa en el tetramorfos. Además, el evangelio de San Lucas se centra más en la pasión de Jesús, en que es Hijo del Hombre, que sacrificó su vida para salvar la Humanidad. De ahí su relación.

La relación del toro con la madre de Dios llega hasta la construcción de pequeños tentaderos adosados a sus santuarios, práctica frecuente en el área dominada por la cultura de los verracos. Durante las fiestas marianas, en ellos se daba y aún se da, muerte a la res, cuyos restos se reparten entre los asistentes a la romería. Un ejemplo cercano de estas construcciones lo tenemos en el santuario de la Virgen de las Nieves, Almagro.

Durante el mes de agosto es cuando más festividades se celebran relacionadas con la virgen y cuando más espectáculos taurinos hay, todos ellos asociados a las festividades marianas que son sino las fiestas patrones de ese pueblo o ciudad. Recordar también que agosto es el mes por excelencia de celebraciones marianas, casi más que mayo, ya que en la antigüedad se celebraban festejos para agradecer a la Madre Tierra que alejara las tormentas que podían destruir las cosechas que, por otro lado, ella misma había favorecido con las lluvias primaverales. Aquí aparece otra de las connotaciones de las vírgenes o Madres Tierra: es dadora y a la vez destructora de vida.

A finales de la Edad Media, la representación de la luna a los pies de la virgen se irá generalizando hasta culminar con las grandes series de Inmaculadas del siglo XVII. Surgirá así, un nuevo tema de controversia sobre si la luna debía ser representada abierta hacia arriba o hacia abajo.

El mercedario Fr. Juan Interián de Ayala señalaba hacia 1732 cómo en la representación de la luna se cometía con frecuencia el error de representarla con las puntas de sus cuernos hacia arriba cuando debían estar apuntando en dirección contraria. El tratadista D. Luis Alcázar se posicionaba en la misma línea: “En la conjunción del sol, de la luna y de las estrellas, veo que yerran frecuentemente los pintores vulgares. Pues éstos suelen pintar la luna a los pies de la soberana Señora vueltas sus puntas hacia arriba. Pero los que son peritos en las ciencias matemáticas, saben con evidencia que si el sol y la luna están ambos juntos, y desde un lugar inferior, se mira la luna por un lado, las dos puntas de ellas parecen vueltas hacia abajo, de suerte que la mujer estuviese, no sobre el cóncavo de la luna, sino sobre la parte convexa de ella. Y así debía suceder para que la luna alumbrase a la Mujer que estaba arriba”.

En el dominio escultórico, la media luna en cuarto creciente se explica debido a las posibles dificultades materiales o técnicas que supondría la luna en cuarto menguante. El tipo creciente presentaba un mejor punto de apoyo para la imagen.

No podemos eludir las posibles connotaciones político-religiosas que algunos historiadores han dado a este atributo iconográfico. La media luna se asocia e identifica con el Islam. En la Batalla de Lepanto acaecida el 7 de octubre de 1571 los turcos dispusieron inicialmente su flota naval en forma de media luna mientras los cristianos lo hacían en forma de cruz. Después de la victoria de Lepanto, la cristiandad gustó interpretar el creciente de luna bajo los pies de la Virgen como un símbolo de la victoria de la cruz sobre la media luna turca. Así, se ha visto en la media luna bajo los pies de María un modo de resaltar el triunfo del cristianismo.

viernes, 27 de noviembre de 2009

INMACULADA CONCEPCIÓN IV

Iconografía

La iconografía de la Inmaculada Concepción es un tema que aparece mucho después de la Edad Media, en la que la Virgen se representaba como Virgen en Majestad como su forma más característica.

En la Iglesia oriental y en la primera versión del arte occidental, la Inmaculada Concepción de la Virgen está asociada con el encuentro de sus padres, Ana y Joaquín, frente a la Puerta Dorada de Jerusalén. La Madre de Dios no habría sido concebida de manera natural, sino por medio de un beso en los labios. Esto se debe a que, según los teólogos medievales, no era posible la relación sexual totalmente desprovista de pecado, aunque fuera leve. Por ello, para considerar a María libre de todo pecado, no podía haber sido concebida de manera natural.

Hacia finales de la Edad Media apareció una representación novedosa del tema. La Virgen Inmaculada, enviada por Dios desde el cielo, desciende a la tierra. De pie sobre la luna, coronada de estrellas, extiende los brazos o une las manos sobre el pecho. Las fuentes de esta representación son el Cantar de los Cantares y el Apocalipsis.

En primer lugar, la Inmaculada está asimilada a la novia del Cantar de los Cantares. Las metáforas bíblicas, popularizadas por las Letanías de la Virgen de Loreto, aparecen a su alrededor: el sol, la luna, la estrella del mar, el jardín cerrado, la fuente, el pozo de agua viva, el cedro del Líbano, el olivo, el lirio, la rosa, el espejo sin mancha, la Torre de David, la Ciudad de Dios, la Puerta del Cielo. Las azucenas que a menudo llevan los ángeles proceden también del Cantar de los Cantares (“… como lirio entre cardos”) aplicados a la Virgen desde tiempos de San Bernardo, el gran impulsor del culto mariano durante el siglo XII, a la que llamaba Nuestra Señora, Notre Dame.(1)

La leyenda Tota pulchra, remite directamente a los versos del Cantar de los Cantares (Tota pulchra es amica mea, et macula non est in te, Toda eres hermosa, amiga mía; no hay tacha en ti), se interpreta como la firma de Dios en la creación de María.

La fórmula definitiva de la Inmaculada, que va a dominar a lo largo del siglo XVII, será la resultante de la conjunción del motivo Tota pulchra con el de la mujer vestida de sol del Apocalipsis.

La iconografía española más antigua de la Virgen María es aquella que constituye la trascripción plástica de la cita neotestamentaria que el evangelista San Juan hace en el capítulo 12 del Libro del Apocalipsis: “Una gran señal apareció en el cielo: una Mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza”. La Tradición ha venido a identificar a esa Mujer como una personificación de María, o bien como representación de la comunidad cristiana, o las dos cosas a la vez.

Más adelante, la literatura mística ofertó una acabada explicación de los símbolos de la Virgen Apocalíptica. Las doce estrellas son las doce tribus de Israel, o más bien los doce apóstoles; el sol es Jesucristo; y por último, la luna es S. Juan Bautista que mengua en cuanto aparece el Sol de Justicia (solsticio de verano, 21-22 de junio).

Fue a finales del siglo XVI cuando se llegó al modelo clásico de representación de la Inmaculada Concepción que hoy conocemos. La Virgen está representada individualmente en el cielo, rodeada de ángeles, con túnica azul celeste o solo blanca, corona con doce estrellas y elevada sobre la luna que hay a sus pies.

El arte barroco del siglo XVII tiene el mérito de haber creado el tipo definitivo de la Inmaculada Concepción. Libre ya de todos los símbolos de las letanías, rodeada sólo por ángeles, sus pies aplastan a la serpiente tentadora, para recordar su victoria sobre el pecado original.

La España mística se apoderó de este tema y le imprimió la marca de su genio. Y consiguió hacer su propia versión. Tanto es así que no puede pensarse en la Inmaculada Concepción sin evocar las obras de Zurbarán, Ribera, Alonso Cano, Montañés o Murillo.

NOTAS
(1) A este respecto destacar que es curioso que siendo San Bernardo tan devoto de María, no aceptara la creencia ya extendida en su tiempo de su Concepción Inmaculada. San Bernardo, al final, declara expresamente que su opinión la somete a la autoridad de la iglesia, autoridad que en el siglo XII todavía no había establecido ni unificado un criterio válido, común y canónigo en toda la cristiandad acerca de la Inmaculada Concepción.)

viernes, 20 de noviembre de 2009

INMACULADA CONCEPCION III

Justificaciones teológicas y no teológicas

Se basan en unas explicaciones del doctor y sabio Dun Scottto de la Escuela Franciscana, el cuál probó que María sí es Inmaculada, o sea sin mancha del pecado original. Para ello utilizó su famoso argumento Potuit, decuit, ergo fecit: “… ¿A Dios le convenía que su Madre naciera sin mancha del pecado original? Sí, a Dios le convenía que su Madre naciera sin ninguna mancha. Esto es lo más honroso, para Él. … ¿Dios podía hacer que su Madre naciera sin mancha de pecado original? Sí, Dios lo puede todo, y por tanto podía hacer que su Madre naciera sin mancha: Inmaculada. … ¿Lo que a Dios le conviene hacer lo hace? ¿O no lo hace? Sí, lo que a Dios le conviene hacer, lo que Dios ve que es mejor hacerlo, lo hace. Luego para Dios era mejor que su Madre fuera Inmaculada: o sea sin mancha del pecado original. Dios podía hacer que su Madre naciera Inmaculada: sin mancha. Por lo tanto: Dios hizo que María naciera sin mancha del pecado original. Porque Dios cuando sabe que algo es mejor hacerlo, lo hace."(Dicen que este argumento o prueba se le ocurrió al sabio Scotto, al pasar por frente de una estatua de la Virgen y decirle: "Oh Virgen Sacrosanta dadme las palabras propias para hablar bien de Ti"(dignare me laudare te: Virgo Sacrata)).

La fecha del 8 de diciembre fue una fecha escogida al azar, estando relacionada con el 8 de septiembre (cae en medio de Virgo, 23 de agosto – 21 de septiembre), nacimiento o natividad de la Virgen María que se conmemora en la iglesia desde el siglo V. Su concepción sería 9 meses antes, es decir, el 8 de diciembre. De esta misma forma se calcularía la concepción virginal de Jesús, el 25 de marzo, 9 meses antes que su nacimiento, el 25 de diciembre.

Tanto en la concepción de Jesús como la de María se insiste en una concepción sin presencia de varón, siguiendo la línea sucesoria de matriarcado, la Virgen María y Santa Ana, respectivamente. Este matriarcado era la manera en que estaba estructurada la religión en la antigüedad: la Madre Tierra era la dadora de vida, la generadora, la generis matrix. Con la implantación del cristianismo, la Iglesia impulsó e impuso el patriarcado, dejando a un lado a la Madre, a la Virgen. La Inmaculada Concepción, y mucho antes, la controversia que tuvo la iglesia sobre si María era la madre de Dios, Theotokus, o la madre de Cristo, Christotokus, fue la manera que tuvo la iglesia de no olvidar a la Madre, a la Madre Tierra, y de sincretizar su culto, tan arraigado en la religiosidad pagana.

La concepción de María fue preservada por deseo divino de la marca del pecado original. La concepción de Jesús es extraordinaria en lo biológico y en lo espiritual, ya que Dios se salta todas las leyes de la naturaleza. La otra natividad que celebra la Iglesia es la de Juan el Bautista. La concepción de Juan el Bautista es extraordinaria en lo biológico. Sus padres, Zacarías e Isabel, eran muy ancianos cuando Juan nació, pero nació con el pecado original.

En el “Nuevo diccionario de Mariología” de Ediciones Paulinas, en una narración apócrifa titulada De ortu Virginis (sobre el nacimiento de la Virgen) se alude a que la concepción de María en el seno de Santa Ana se produjo el 1º de mayo, fecha mucho más acorde con la consideración tradicional de mayo como el mes de la Virgen María. Aún hoy día, los cismáticos etíopes y los coptos celebran la Natividad de María el 1º de mayo.

Abundando más en la fecha de 1º de mayo para celebrar más propiciamente la fecha de la Natividad de la Virgen, recordar que en países anglosajones se celebra como “Día de la Madre” o “May Day”, enlazándola con la consideración de la Virgen María como madre ejemplar y con la fiesta de Beltayne, festividad celta, que celebra la fertilidad de la Madre Tierra. También celebra el día 1º de febrero Santa Brígida, la “María” de los galeses-celtas y patrona de Irlanda, fiesta “de la luz” que se hace presente como preludio de la primavera.

viernes, 13 de noviembre de 2009

INMACULADA CONCEPCIÓN II

Origen y evolución

La fiesta de la natividad de la Virgen María surgió en el seno de la cristiandad de oriente y con mucha probabilidad en Jerusalén, hacia el siglo V. Por entonces no se afirmaba todavía que esa concepción había sido “inmaculada”. La fiesta pasó a Roma en el siglo VII y fue apoyada por el papa Sergio I.

Otros autores afirman que parece ser que su formulación primitiva se remonta al siglo VIII bajo la denominación general de la Concepción de Sta. Ana, celebrándose el 9 de diciembre. Esta fiesta solemnizaba la concepción pasiva de María en las entrañas de su madre al paso que la Conceptio Mariae Virginis aludía a la maternidad divina de la Virgen.

La idea de la “inmaculada” comenzó a difundirse al celebrarse la festividad en la iglesia occidental, a partir del siglo XII. En muy poco tiempo, la Inmaculada se generalizó en toda Europa hasta que en 1477 el papado estableció un oficio y una misa común para la festividad. Aún así, la implantación y aceptación de la Inmaculada no fue nada fácil, ya que un sector de la jerarquía eclesiástica se oponía a ello.

Si los franciscanos fueron los primeros en sostener la idea de la Concepción Inmaculada de María, los dominicos abanderaron la resistencia contra ella, ya que consideraban la idea como “sentencia de la plebe indocta”. Melchor Cano (Tarancón 1509 – Toledo 1560, castellano manchego por tanto), dominico y uno de los mejores teólogos de la época, hacia 1550, se refería con desdén hacia la Inmaculada como “la opinión de algunos por no llamarlo invención”.

Tuvo que ser en el Concilio de Trento donde se llegara a una solución de compromiso, refiriéndose a María como “Inmaculada”, aunque no se afirmaba que estuviera exenta del pecado original. Esta solución no fue del todo aceptada por sus partidarios, que pelearon con el papado hasta que éste les diera pleno reconocimiento de la Inmaculada como dogma.

Sevilla fue la capital donde sus partidarios más pugnaron por su reconocimiento, donde, además, tuvieron un gran apoyo popular. Durante el primer cuarto del siglo XVII, la capital andaluza se convirtió en la abanderada de esta lucha, lucha que inmediatamente llegó al resto de Andalucía, España y hasta la mismísima Roma, tratando de que se reconociera el dogma de la Inmaculada. Ciertos sermones por parte de frailes dominicos fueron el detonante de multitud de actos “populares” que se produjeron en ciertas capitales andaluzas, como Córdoba y Sevilla, donde el fervor popular y el apoyo de frailes franciscanos hizo que se oficiaran misas y procesiones diarias a favor de la Inmaculada.

Durante la segunda mitad del siglo XVII, el papa Pablo V recibió a una delegación española formada por tres entusiastas sevillanos pertenecientes a la Hermandad de Jesús de Nazareno. De su audiencia con el papa, se obtuvo una respuesta un tanto tibia acerca de su reconocimiento como dogma. La monarquía española hizo suya esta demanda e intercedió ante el papado, del que arrancó una bula con un reconocimiento más explícito acerca de la Inmaculada. Posteriormente se sucederán más decisiones favorables hasta llegar a la definición dogmática de 1854, durante el pontificado de Pío IX.

En España se comenzó a celebrar con un esplendor extraordinario a partir del S. XIV aunque sin precisar el alcance teológico de su contenido.

viernes, 6 de noviembre de 2009

INMACULADA CONCEPCIÓN I

Inmaculada Concepción significa: "Concebida sin mancha de pecado original".

La Inmaculada Concepción es uno de los símbolos más característicos del catolicismo, pero también es uno de los que han suscitado más polémicas a lo largo de la historia, como lo puede atestiguar el hecho que sólo fue aceptado como dogma a mediados de siglo XIX.
El dogma de la Inmaculada Concepción sostiene la creencia en que María, madre de Jesús, a diferencia de todos los demás seres humanos, no fue alcanzada por el pecado original sino que, desde el primer instante de su concepción, es decir, de su ser personal, estuvo libre de todo pecado. Sostiene que Dios preservó a María libre de todo pecado y, aún más, libre de toda mancha o efecto del pecado original que había de transmitirse a todos los hombres y mujeres por ser descendientes de Adán y Eva, en atención a que iba a ser la madre de Jesús, que es también Dios. No debe confundirse esta doctrina con la de la maternidad virginal de María, que sostiene que Jesús fue concebido sin intervención de varón y que María permaneció virgen antes, durante y después del parto.
Hasta el instante de su aceptación como dogma, fueron muchos los que se resistieron a aceptarlo, no sólo entre los protestantes, sino también por parte de numerosos teólogos católicos. Para ellos, la idea de que María había nacido libre del pecado original carecía de apoyo en la Biblia ya que lo más cerca que se encuentra en la Biblia es la frase “llenas eres de gracia” (Gratia Plena), pronunciada por el ángel Gabriel en el momento de la Anunciación, (Lc. 1,28). Aparte de eso, esta idea entraba en contradicción con el dogma del pecado original, del cual sólo estaba exento Jesús a causa, precisamente, de su concepción milagrosa. Hacer una segunda excepción con María daba lugar a importantes problemas teológicos.

Pese a todo ello, el símbolo de la Inmaculada Concepción fue abriéndose camino en parte por el gran apoyo y devoción popular.
El dogma de la Inmaculada Concepción fue revestido con los caracteres de infalibilidad e inmutabilidad y proclamado por Pío IX en su bula Ineffabilis Deus, el 8 de diciembre de 1.854, después de más de dos siglos de disputas entre diferentes sectores de la jerarquía eclesiástica y el pueblo, y tras haber realizado el papa una consulta con el episcopado mundial, el cual expresó su parecer positivo, que lo llevó finalmente a la proclamación del dogma.
En dicha bula Ineffabilis Deus, de 8 de diciembre de 1854, se puede leer lo siguiente:
...Para honra de la Santísima Trinidad, para la alegría de la Iglesia católica, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, con la de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra: Definimos, afirmamos y pronunciamos que la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de culpa original desde el primer instante de su concepción, por singular privilegio y gracia de Dios Omnipotente, en atención a los méritos de Cristo-Jesús, Salvador del género humano, ha sido revelada por Dios y por tanto debe ser firme y constantemente creída por todos los fieles. Por lo cual, si alguno tuviere la temeridad, lo cual Dios no permita, de dudar en su corazón lo que por Nos ha sido definido, sepa y entienda que su propio juicio lo condena, que su fe ha naufragado y que ha caído de la unidad de la Iglesia y que si además osaren manifestar de palabra o por escrito o de otra cualquiera manera externa lo que sintieren en su corazón, por lo mismo quedan sujetos a las penas establecidas por el derecho.

" Bula Ineffabilis Deus"'

La Inmaculada Concepción es, desde 1761, patrona y protectora de España y no la Virgen del Pilar como asegura alguna que otra tradición popular.

Durante la celebración de dicha festividad, los sacerdotes españoles tienen el privilegio de vestir casulla azul. Este privilegio fue otorgado por la Santa Sede en 1864, como agradecimiento a la defensa del dogma de la Inmaculada Concepción que hizo España.

El “Ave María Purísima”, “Sin pecado concebida” es un invento español.