martes, 22 de agosto de 2023

LA NUEVA FORMA DE CIVILIZAR

 

          Decía un Premio Nobel de Economía que "... civilizar era crear necesidades". Sin embargo, aunque sólo se lo concedieron de economía, también se lo tendrían que haber dado por psicología, antropología, astrología y adivinación. No tenía ni idea de lo premonitorias que serían sus palabras hoy día, ya que, por entonces, la telefonía móvil y sus correspondientes terminales eran casi de uso exclusivo por gente exclusiva, nada que ver con lo que hay en la actualidad.

          Observando a la gente que camina por la calle, los grupos de chicos y chicas, consultas médicas, reuniones terraciles, paradas de semáforos, tanto de peatones como de vehículos ..., todos van mirando un teléfono móvil, todos van absortos en una pantalla, ninguno sabe lo que hay delante, detrás o a ambos lados, nadie habla con nadie, pero todos dialogan con una artilugio tecnológico que los ha esclavizado, que los ha sumido en la peor enfermedad que puede padecer el ser humano: la comodidad; viven presos de su propia zona de confort, lo realmente importante para ellos. No importa que el semáforo haya cambiado al color de la esperanza. No hay nada más esperanzador y placentero que lo que tienen delante de sus ojos. Para ellos no existe guerra, inflacción, incrementos de precios, recortes de libertades, problemas de vivienda, populismo feroz; nada de todo esto existe. Su pantalla es todo lo que existe para ellos. Pero, tal y como ya se auguraba en el pasado (¿cualquier tiempo pasado fue mejor?), esa comodidad enfermiza, virtual y tecnológica tendría sus consecuencias nefastas, terribles y horribles.

          Un centro médico ya ha creado un departamento específico para comenzar a tratar los primeros pacientes "cómodos" adictos al teléfono móvil (era cuestión de tiempo; vendrán multitud más de estos departamentos), lo que indica que se considera una adicción más del tipo del alcoholismo, tabaquismo, ludopatía, cleptomanía y tantas otras que necesitan de personal médico especializado para curarse de ellas. Sin embargo, estos departamentos médicos no podrán curar a estos pacientes de una total despersonalización en todas las áreas y facetas de su vida íntima, del populismo exacerbado en el que han caído, del adoctrinamiento del que han sido objeto, de la falta de pensamiento crítico necesario para poder desenvolverse en la vida con cierta normalidad, de tener conciencia clara de todo lo que les rodea y de todo lo que realmente está sucediendo en la sociedad en la que se supone que deberían vivir, de los problemas que tienen a su alrededor y que les impedirán conseguir, ahora sí, cualquier meta en un futuro. 

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