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miércoles, 5 de agosto de 2009

¡INCULTOS!

- Papá, ¿son catalanes?

- No, son incultos.

Ésta fue la respuesta instantánea que di a mi hija cuando, visitando cierto destino turístico, oyó hablar a otros visitantes en una lengua que había oído anteriormente, aunque sabía que no era el inglés.

Reconozco que no fue, ni la respuesta que ella esperaba ni la que yo debía de haberle dado, pero cuando yo también los oí hablar, enseguida se me vino a la cabeza la flamante ley de educación que van a implantar en Cataluña y en la cual ningunean y hasta anulan el castellano de sus aulas.

Cualquier argumento que razonemos a favor del castellano no será válido en el seno de los políticos que gobiernan esa comunidad autónoma. Ellos abogan por una educación “personalizada” en su comunidad o país, como a ellos les gusta llamar al territorio donde extienden su poder. Rechazan el castellano en post de su propia lengua, queriendo con ello reafirmar un fuerte patriotismo a su comunidad. En realidad, lo que hacen es dar a conocer a todo el mundo la obscena incultura que de la que son portadores, incultura que quieren transmitir, implantar, exigir y hasta obligar por decreto, a todos los habitantes de esa comunidad.

La anulación del castellano suele ir acompañada de una visión partidista de la historia, visión necesaria para hacer proselitismo a favor de su doctrina. Y lo más sangrante de todo esto es que lo hacen con niños y niñas sin madurez para entender todo lo que se mueve a su alrededor. Aprovechan su candidez e ignorancia para crear pequeños monstruitos adoctrinados en su religión, basada en la incultura y en el analfabetismo. Ellos serán los que el día de mañana tengan que sustentar la sociedad, su sociedad, una sociedad que actualmente no vive su mejor momento.

Que los políticos utilicen la incultura, su incultura y su analfabetismo, para crear adeptos y “hacer comunidad”, me parece una obscena canallada, además de impedir a los niños y niñas de su comunidad que puedan desarrollarse íntegramente, tanto intelectual como individualmente.

Desconocerán una lengua que la hablan más de 300 millones de personas en el mundo (aunque son bastantes más) y en la que están escritas muchas de las mejores novelas de todos los tiempos, las cuales, obviamente, no serán libros de lectura para ellos; la Reconquista la acotarán hasta poco más allá de Teruel, eliminando de sus libros el Califato de Córdoba y la Alhambra de Granada. Eso sí, sabrán que Cataluña fue un reino en la antigüedad y que fue conquistada y anexionada ilegalmente por un país extranjero llamado España, hasta la actualidad. También sabrán que deben mantenerse en permanente lucha para librarse de ese país tirano que les niega la independencia.

Luego vendrán estudios sobre la educación de y en nuestros jóvenes. Dirán que han perdido valores humanos, éticos e intelectuales; que están por debajo de la media de los jóvenes de la unión europea en lo que a educación se refiere, pero … ¿qué queremos?. Realmente, es lo que estamos haciendo, con el consentimiento y beneplácito de nuestros dirigentes nacionales que ceden a chantajes de este calibre con el único fin de perpetuarse en el poder. Pero ese es otro tema.

jueves, 16 de abril de 2009

EL CONFLICTO DE LA LENGUA

El requisito del plurilingüismo ha vuelto a dejar en la calle a varios cientos de trabajadores de las Islas Baleares. No conocer el catalán ha sido motivo suficiente para despedirlos de su trabajo. Lo peor no es que no sepan catalán, sino que ha primado ese conocimiento por encima de la experiencia, es decir, para este gobierno es prioritario hablar el catatán que desarrollar bien su trabajo y saber qué se está haciendo en todo momento. Éste es un punto muy negativo a tener en cuenta pero no nos olvidemos de otro que lleva mucho tiempo dormido dentro de la sociedad y puede despertar en cualquier momento, más aún en estos malos tiempos en los que los ciudadanos buscan un trabajo estable a toda costa. Me refiero al intercambio de ciudadanos entre comunidades a la hora de poder opositar.
Si quieres opositar en comunidades autónomas donde exista una lengua oficial, un requisito muy básico que se va a exigir será el conocimiento de dicha lengua. Si esa lengua está reconocida oficialmente y contemplada dentro de su estatuto de autonomía, pues habrá que "pasar por el aro" sin más, y aprenderla para obtener un certificado, que será condición imprescindible para poder optar a dicho puesto de trabajo una vez aprobada la oposición. Pero, ¿qué ocurre al revés?, una comunidad autónoma sin lengua oficial. En dicha comunidad autómona se podrá presentar cualquier ciudadano, sea de la comunidad autónoma que sea, sin requisitos adicionales, sin impedimentos adicionales, sin imposiciones adicionales. Simple y llamanamente, tendrán las mismas posibilidades de ocupar un puesto de trabajo en esa comunidad que cualquier otro ciudadano, no así en el caso contrario.
Si a esto le añadimos que el requisito de la lengua ha sido promovido y aprobado por los sindicatos pertinentes de dicha comunidad autónoma, el problema vá más allá. Un mismo sindicato con el mismo nombre a nivel nacional tiene distintas varas de medir según en qué comunidad atónoma actúe, defendiendo de diferente manera a sus mismos afiliados, dándoles mayores oportunidades a unos que a otros.
Resultado: el que pierde es siempre el trabajador, se mire por donde se mire y, como no, los trabajadores de aquellas comunidades autónomas menos favorecidas, por no decir más pobres, gracias a actuaciones políticas y sindicales como la comentada.