Y para comenzar …
Nuestro comienzo no va a tener mucha lógica, ya que lo
debemos hacer desde dos fechas totalmente opuestas entre sí, una de comienzo y
otra de finalización: el día de la
Pascua judía, y el momento de la Resurrección de
Jesús. Estas fechas son, como se sabe, el comienzo y el final de la Semana Santa, tal y
como la conocemos, luego no deja de ser ilógico comenzar al mismo tiempo por el
principio y el final de ella.
Aún así, éstos serán nuestros dos puntos de partida.
La Pascua Judía
Al comienzo
de toda esta exposición ya se habló de la Pascua Judía, sus orígenes, su significado, su
celebración, ritos y costumbres a observar durante toda su duración, etc. Ahora
nos centraremos en fechas según lo que nos dice la Biblia.
Primeramente
debemos tener en cuenta que la
Pascua Judía recibe otro nombre como festividad, y que se
utiliza de forma indistinta: Fiesta de los Panes Ácimos (Lc 22,1). Así mismo, el libro de los Números también la considera la
misma fiesta, al enumerar los sacrificios que los judíos han de realizar para la Fiesta de los Ácimos,
indicando cuándo comienza la
Pascua y cuando termina.
Pero en
este libro no sólo asimila una fiesta a la otra, sino que indica en qué día
exactamente comienza la Pascua:
el 14 del primer mes, que como sabemos, es el mes de Nisán. Así mismo, indica
que el siguiente día, el 15 de Nisán, será fiesta, y que durante siete días
comerán panes ácimos. Luego ya tenemos algo con lo que poder comenzar: la Fiesta de los Panes Ácimos
y la Pascua es
la misma celebración, y que ambas comienzan el 14 de Nisán, y al día siguiente,
15 de Nisán, es un día de fiesta, en la cual no se podrán hacer trabajos de
ninguna clase. Dicha fiesta durará siete días.
El libro del Éxodo, en casi la
totalidad de su capítulo 12, también nos habla de la institución de la Pascua Judía estando aún
los israelitas esclavos en Egipto, así como también nos habla de la fiesta de
los Panes Ázimos, y todas las
celebraciones que ella conlleva.
Los evangelios también documentan
esta celebración (Mt
26, 2 y 26, 17; Lc 22, 1 y 22, 7; Mc 14, 1 y 14, 12; Jn 2, 13; Jn 11, 55, Jn 13,
1 y Jn 18, 28).
Jesús, como judío y contemporáneo de esa
época, celebra esta fiesta con sus discípulos, pero en ningún momento se dice
qué día de la semana es realmente. Se habla numéricamente de días anteriores,
pero sin especificar qué día concreto de la semana es. En los evangelios se
especifica y se deja claro que Jesús la celebró, incluso especifican sobre qué
hora del día lo hizo (Mc 14, 17),
y en qué momento Judas abandona la cena (Jn 13, 30),
pero nada dicen de días semanales. La razón está en que en aquella época los
días de la semana no se nombraban como en la actualidad,
sino que se hacía de una manera numérica y ordinal, salvo el sábado, que sí se
nombra como tal, aunque, sin tener un vago conocimiento del calendario judío,
dicho día nos puede llevar a un error temporal y situar acontecimientos de la
época en momentos que realmente no ocurrieron.
Lo
mismo ocurre con el momento de la celebración de la cena pascual de Jesús con
sus discípulos, pues los evangelios tan solo hablan de que comenzaron a cenar “al atardecer” (Mt 26, 20 y Mc 14, 17),
incluso en Lc 22, 14 ni siquiera especifica ese tramo horario, sino que habla
del momento en que se comenzó a celebrar, ni antes de ni después de.
Es en ese mismo evangelio de Lucas donde sí se pone de manifiesto que es en el
día de los Ácimos cuando se debía sacrificar el cordero de Pascua, dando a
entender que también Jesús celebró en ese día la cena pascual.
Pero
si nos atenemos a los tramos horarios del día en concreto, podemos apreciar
otra “desavenencia temporal”. En Jn 13, 30 hemos visto que Judas abandona la
cena cuando era de noche, lo que significa, según el calendario judío, que era
el día siguiente (recordamos nuevamente que los días comienzan y terminan con
la puesta de sol) a la celebración de la cena pascual, pero no podría ser el 15
de Nisán porque ese día era un día de celebración y no se podía realizar
trabajo alguno. Esto se pone de manifiesto en Jn 18, 28,
cuando llevan a Jesús de la casa de Caifás al pretorio de madrugada y no
quieren entrar en ella para estar inmaculados de pecado a la hora de la cena
pascual, que debían comerla el 14 de Nisán. Luego la cena de Jesús,
ateniéndonos a estos hechos, tuvo que celebrarse el día anterior al 14 de
Nisán, es decir, el 13 de Nisán. Los motivos de hacerla antes pueden ser
variados, y, obviamente, imposibles de saber, pero los expertos en esta materia
avanzan que se pudo deber a que, en esas fechas, multitudes de personas acudían
a Jerusalén para celebrar la
Pascua, y como no había sitio para todos, tenían que
“organizarse” entre ellos para aprovechar los pocos espacios que había para la
celebración (Jn 11, 55).
De
este modo y manera, en el mismo momento y día de la celebración de la cena
pascual, ya nos surge la primera “duda razonable”: ¿fue el 14 de Nisán o el 13
de Nisán cuando Jesús celebró la Última Cena?
La Resurrección
El
segundo punto de partida, como ya se avanzó anteriormente, lo tendremos en la Resurrección, en el
día de la Resurrección,
día que parece estar mejor documentado en los evangelios, pues sin referirse a
él explícitamente, sí que habla del “primer
día de la semana”, que como se ha aludido anteriormente, es el domingo en
el calendario judío.
Comenzar
por el final de la Semana
Santa, en vez de hacerlo por el principio para tratar de
“adivinar” fechas concretas y situar acontecimientos en dichas fechas tiene
como finalidad el ajustar, desde el final hacia el principio, los acontecimientos,
pues como se ha dicho antes, el “primer día de la semana” está muy documentado
en los evangelios, así como la duración de la muerte y sepultura de Jesús, “tres días y tres noches”. A partir de
ambos tiempos y espacios, contamos hacia atrás setenta y dos horas desde ese
primer día de la semana, y nos daremos cuenta que es imposible que Jesús
pudiera morir el viernes por la tarde, pues de viernes por la tarde a domingo
por la mañana, no transcurren setenta y dos horas. Luego aquí parece que algo
no concuerda.
Jesús,
a lo largo de su vida pública, deja claro que estará muerto y sepultado tres
días y tres noches. Cuando los fariseos se acercaron para hablar con Jesús
deseando ver de Él una señal que le acreditara como el Cristo o el Mesías, Él
les respondió y les dijo: “la generación
mala y adúltera demanda señal, pero señal no le será dada, sino la señal del
profeta Jonás. Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y
tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días
y tres noches.” (Mt 12, 39-40). También en Lc 24, 6-7
se alude a ese tercer día como fecha para la resurrección; incluso en Jn 2, 19
compara su cuerpo con un templo que en tan sólo tres días se podrá construir,
aludiendo a la resurrección propia tres días después de la “destrucción” de su
cuerpo.
Por
lo tanto, este dato parece muy irrefutable, a tenor de la documentación que hay
en los evangelios. Sin embargo, todavía hay quien quiere “cuadrar” esos tres
días entre un viernes y un domingo, aludiendo a días como periodos sólo de luz,
sin noches. Esto mismo tampoco tiene mucha razón de ser pues, como hemos visto
en el calendario judío cuando se han analizado días de la semana y comienzo y
finalización del día, lo hacen diferenciando claramente día y noche. Luego,
cuando en los evangelios se habla de tres días, se refiere a tres días
“completos”, con sus tres periodos de luz y sus tres periodos de oscuridad o
tinieblas, palabra esta última más propia de un lenguaje eclesiástico.
Continuando
con lo relatado en los evangelios, podemos apreciar que Jesús, el primer día de
la semana, muy de mañana, ya había resucitado; es decir, el domingo muy de
mañana. Así nos lo dicen en Mt 28, 1-6, Lc 24, 1-7, Mc 16, 2-6 y Jn 20 1-9.
Los cuatro evangelios hablan de “pasado el sábado”, y “el primer día de la
semana”, dando por hecho que cuando van a visitar a Jesús al sepulcro para
llevar aromas, mirra y perfumes, Él ya ha resucitado. Luego, el domingo muy de
mañana ya ha resucitado, por lo que tuvo que ocurrir la resurrección en sábado
entre la tarde y la noche. Esto lo podemos deducir del evangelio de Juan y
Marcos, que especifican el primer día de la semana de madrugada, cuando
despuntaba el sol; es decir, al amanecer del domingo. Aquí sí, al contrario de
la cena pascual, tenemos un día de la semana en concreto con el que poder hacer
suposiciones “verdaderas”.
Las mujeres visitan el sepulcro vacío de Jessús
Sin
embargo, una prueba más de lo difícil que resulta “deducir” fechas, horas y
acontecimientos según lo relatado en los evangelios, o las vagas referencias a
las que los expertos en este tema deben enfrentarse para descifrar realmente
todo lo sucedido, la encontramos en Mc 16, 9. En dicho versículo, un simple
signo de puntuación, como es una coma, y la ubicación de ésta en la frase,
puede cambiar el sentido de dicha frase, modificando así mismo el instante o el
momento de la resurrección de Jesús.
Dicho
versículo dice: “Jesús, que había resucitado a la
mañana del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena,
aquella de quien había echado siete demonios.” Tal cual está escrito, con la posición de los
signos de puntuación en donde están ahora, se pone de manifiesto y deja claro
que Jesús resucitó el domingo por la mañana (el primer día de la semana) y,
posteriormente, se apareció a María Magdalena. Pero, ¿qué ocurre si cambiamos
la coma de lugar y la posicionamos tras la palabra “resucitado” en vez de tras
la palabra “semana”? El versículo nuevo quedaría como sigue: “Jesús, que
había resucitado, a la mañana del primer día de la semana se apareció primero a
María Magdalena, aquella de quien había echado siete demonios.” Ahora cambia
el significado del versículo para decirnos que Jesús ya había resucitado y,
posteriormente, a la mañana del domingo, se apareció a María Magdalena. Luego
de esta forma no está tan claro que Jesús resucitara el domingo por la mañana,
sino que lo hizo entre la tarde/noche del sábado. Esta es una posición más
cercana a lo que nos dicen los tres evangelios, que hablan sobre la visita que
realizaron las mujeres el primer día de la semana muy temprano y ya se
encontraron con el sepulcro vacío, dando a entender, de nuevo, que a esa hora y
en ese día, Jesús ya había resucitado.
Dicho esto así, sin ningún tipo de
demostración fiable y robusta que pueda corroborar lo deducido, podría parecer
una frivolidad o un atrevimiento premeditado con fines disuasorios hacia la
religión católica y hacia los cristianos. ¡Nada más lejos de la realidad! Una
vez más debemos encontrar los motivos de estos desajustes lingüísticos en las
múltiples y diversas traducciones de que ha sido objeto la Biblia. Debemos
recordar y ser conscientes que la
Biblia no tenía signos de puntuación al principio, y que
estos fueron añadidos sobre el siglo XV después de que Aldus Manutions
inventara la puntuación. Fue entonces cuando los traductores añadieron las
comas donde pensaron que debían ir, basándose en la lógica, y, cómo no, en
hacer coincidir estos hechos con lo que la Iglesia Católica
venía pretendiendo. René Guénon (1886-1951) intenta dar una explicación a este
pequeño desajuste lingüístico.
Sepultura de Cristo
Pero en los evangelios no todo está
tan claro o, al menos, no está tan bien especificado como el día de la
resurrección y la visita de las mujeres al sepulcro de Jesús. Los
acontecimientos ocurridos y narrados desde la cena pascual hasta la fecha y
hora de su muerte no son tan clarificadores. Tan sólo se citan vagamente horas
y días, con alusiones a días solemnes y sábados, pero sin especificar días
semanales, incluso con mucha confusión entre ellos relacionados con el día de
descanso, con el sábado o con días festivos que pueden no coincidir con los
sábados de la semana judía como ya hemos visto.
La Pascua en el Antiguo Testamento siempre precedía
al día de reposo anual, llamado “primer día de Panes sin Levadura”. Dicho día
era un día de solemnidad o día de fiesta para ser celebrado cada año el día
inmediatamente posterior a la
Pascua. Este día podría ocurrir o ser celebrado cualquier día
de la semana, pues como sabemos, la
Pascua Judía no tiene un día de celebración fijo, sino que lo
hace en cualquier día de la semana, lo que nos lleva a deducir que también el
primer día de Panes sin Levadura puede ocurrir en cualquier día de la semana.
Avanzando aún un poco más en estos días, podemos por tanto aventurar que en una
semana o en la semana de la
Pascua Judía pueda haber dos días de descanso obligatorio: el
primer día de los Panes sin Levadura, y el sábado semanal, el que imponen los
mandamientos.
Es justamente este matiz el que nos
puede servir como principal argumento para tratar de “adivinar” o “colocar” los
acontecimientos de la
Semana Santa con el ciclo hebdomadario, ya que la mayoría de
los evangelios, al hablar del sábado, todos lo entienden como el sábado
semanal, el último día de la semana judía, sin tener en cuenta que a los días
de fiesta que caen entre semana, sin ser sábado, en el calendario judío se les
llama sábados muy solemnes o sabatón para diferenciarlo del día
del sábado como día de descaso semanal. Ahí quizás pueda estar la raíz de los
“desajustes” entre lo que narran los evangelios y lo que debió ocurrir en
realidad (recordemos que no es muy difícil de entender que desde un viernes a
un domingo no hay tres días entre medias para que pudiera cumplirse la Resurrección de
Jesús).
La ley judía prohibía que los
cuerpos de los muertos se quedaran sin sepultar al principio de cualquier día
de reposo o día de fiesta. Esa misma ley se cumplió a rajatabla después de la
muerte de Jesús. Él murió a la hora de nona (hacia las tres de la tarde), y
debemos recordar que el día siguiente, en el calendario judío, comenzaba al
ocaso de ese día. Luego para enterrar el cuerpo de Jesús tenían muy poco tiempo
antes de que llegara el día de descanso; de ahí la premura en sepultarlo, para
no incumplir dicha ley judía.
Pero antes de avanzar un poco más,
esto último nos ha dejado otra gran pista del día de la muerte de Jesús. Si ese
día se pudo enterrar su cuerpo es porque era un día en el que los judíos podían
trabajar, es decir, no era un día solemne o de descanso; al contrario, el día
de descanso era el siguiente. Luego podemos medio aventurar que Jesús fue
crucificado y murió el mismo día de la preparación de la Pascua Judía, es
decir, el mismo día 14 de Nisán (otro recordatorio nos dice que el 15 de Nisán era
fiesta), y lo tuvieron que enterrar antes de que llegara el 15 de Nisán, día de
fiesta y primer día de Panes sin Levadura.
La sepultura de Jesús estuvo a cargo
de José de Arimatea (Mt 27, 57-59; Lc 23, 50-53; Mc 15, 42-47 y Jn 19, 38-42),
mientras las mujeres que acompañaron a Jesús durante su muerte, presenciaron
dicha sepultura. Pero esa sepultura se hizo en un corto espacio de tiempo, con
prisa, con urgencia, debido a la cercanía del día de reposo, que impedía
trabajar a los judíos, y lo hicieron en un sepulcro nuevo y que estaba muy
cerca del lugar donde Jesús fue crucificado.
Sepulcro
excavado en roca
A
partir de aquí, la Biblia
y los evangelios no hacen ninguna alusión de lo sucedido durante el 15 de
Nisán, el reposo anual o pascual, debido a que era una celebridad de reposo total,
y cada familia, en su hogar, celebraba la cena de la Pascua con los panes sin
levadura (Jn 19, 31).
Sin embargo, sí que fue en este día
de descanso cuando los sumos sacerdotes y principales fariseos se reunieron con
Pilatos para pedirle que asegurara el sepulcro de Jesús, sellando la piedra y
poniendo una guardia para vigilar, de modo que los discípulos de Jesús no
vinieran de noche para robar el cuerpo y luego decirle al pueblo que había
resucitado de entre los muertos, pues los sumos sacerdotes y fariseos se
acordaron que Jesús, el engañador según ellos, había dicho en vida que
resucitaría después de tres días (Mt 27, 62-66).
Luego durante ese día de reposo
solemne o “sabatón”, es decir, el 15 de Nisán, nada nos cuentan los evangelios,
ya que, al no poder trabajar ni realizar actividad alguna, nada pudo ocurrir de
relevancia, salvo la reunión de los sumos sacerdotes con Pilatos.
Día laborable
Una
vez pasado el día de descanso, es decir, en un día laborable o en el cual poder
realizar actividades, es cuando las mujeres que estaban sentadas mirando cómo
José de Arimatea sepultaba el cuerpo de Jesús, van a comprar perfumes, mirras y
aromas al mercado para ungir el cuerpo de Jesús (Mc 16, 1)
Por lo tanto, entre el día de descanso primero de Pascua, 15 de Nisán y el
sábado semanal, día de reposo conforme al mandamiento, hubo un día laboral, que
utilizaron las mujeres para comprar y preparar dichos aromas, perfumes y mirras
para ungir el cuerpo de Jesús. Ese día laboral fue el 16 de Nisán.
Sin
embargo, Lc 23, 56
no deja tan claro que fuera un día laborable, pero sí dice que las mujeres
regresaron y prepararon aromas y perfumes para después, descansar el sábado
según el precepto. Este versículo dice que fue pasado el sábado cuando lo hicieron,
queriéndose referir al sábado solemne o “sabatón”, día de descanso anual para
los judíos (15 de Nisán). Este anacronismo bien puede tener su razón de ser en
las múltiples y diferentes formas y maneras de traducción que se tienen de los
evangelios, ya que en otra traducción se puede leer “cuando pasó el día de
descanso”, aludiendo de una manera más directa que dicho “sabatón” se celebró
en un día laboral y no se refiera al sábado de descanso preceptivo.
Aunque
hasta ahora nada se ha hablado acerca de los nombres de los días de la semana
en los que vamos desgranando los acontecimientos que celebramos durante la Semana Santa, sí que
poco a podo podemos ir aventurando algo, puesto que, como hemos dicho en
repetidas ocasiones, los nombres de la semana no se nombraban en aquella época
igual a como se nombran hoy día, aunque el sábado sí que lo llaman sábado,
correspondiente al día de descanso semanal. Luego al día anterior y posterior
él ya le podemos ir dando nombre, lo que haremos cuando recapitulemos acerca de
todo lo argumentado.
De
la misma manera deductiva podemos asegurar que en esa semana de Pasión hubo dos
días de descanso: el día de reposo anual de la Pascua, llamado “sabatón” o
sábado muy solemne, y el sábado semanal, sabbat; entre ambos, un día laboral
que, deductivamente, tuvo que ser un viernes.
“Con el modelo geocéntrico,
con la Tierra como centro del Universo,
desde la antigüedad se han ordenado los planetas (o astros errantes) atendiendo
el tiempo que tardan en dar una vuelta a nuestro planeta. La Luna gira alrededor de la Tierra en poco menos de un
mes, mientras que Saturno tarda unos treinta años. Se suponía que, cuanto más
tardara en orbitar la Tierra,
más lejano estaría el objeto. Así, desde el exterior hasta el interior, se construyó el modelo
de universo situando a Saturno,
Júpiter, Marte, Sol, Venus, Mercurio y la Luna sobre siete esferas
cristalinas concéntricas en orden decreciente de sus períodos sinódicos, es
decir, vistos desde la Tierra.
La explicación del orden
actual de los nombres de los días es mérito de Dio Cassius, un
historiador cristiano del siglo III. Según Cassius, los astrólogos asignaron
las 24 horas de cada día de la semana a los siete objetos celestiales errantes
en una secuencia cíclica. La primera hora del primer día de la semana fue
asignada a Saturno y las siguientes a Júpiter, Marte, el Sol, Venus, Mercurio y
la Luna
respectivamente. Así la octava hora del primer día volvió a ser asignada a
Saturno, y también la decimoquinta y la vigesimosegunda. Siguiendo el ciclo
durante todas las horas y días de la semana, las primeras horas de los días
siguientes serían asignadas al Sol, a la Luna, Marte, Mercurio,
Júpiter y Venus respectivamente.
Por tanto, cada día de la semana recibió el nombre del
planeta que tenía asignada la primera hora. Así, la secuencia de los
días quedó en: Saturno (dios
griego padre de Zéus; en inglés Saturday), Sol (dios Sol; en inglés Sunday),
Luna (diosa Luna; en inglés Monday), Marte (dios Marte, Tues en nórdico; en
inglés Tuesday), Mercurio (dios Mercurio, Wodan; en inglés Wednesday), Júpiter
(dios Júpiter, dios Thor; en inglés Thusday) y Venus (diosa Venus, Frigga; en
inglés Friday, que corresponde a nuestros días sábado, domingo, lunes, martes, miércoles, jueves y viernes. Y
recordad que para los judíos la semana termina en sábado, el Shabbat, denominación que proviene del
nombre del planeta Saturno en hebreo, Shabbetai,
como se puede ver en el Talmud de Babilonia.” (Enric Marco Soler, departamento de Astrofísica y Astronomía de la Univesidad de Valencia.)
“A la mañana siguiente, es decir, después
del día de la Preparación,
los sumos sacerdotes y los fariseos se reunieron y se presentaron ante Pilatos,
diciéndole: "Señor, nosotros nos hemos acordado de que ese impostor,
cuando aún vivía, dijo: "A los tres días resucitaré". Ordena que el sepulcro sea custodiado
hasta el tercer día, no sea que sus discípulos roben el cuerpo y luego digan al
pueblo: "¡Ha resucitado!". Este último engaño sería peor que el
primero". Pilatos les
respondió: "Ahí tienen la guardia, vayan y aseguren la vigilancia como lo
crean conveniente". Ellos fueron
y aseguraron la vigilancia del sepulcro, sellando la piedra y dejando allí la
guardia.” (Mt 27, 62-66).