Mostrando entradas con la etiqueta Políticos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Políticos. Mostrar todas las entradas

martes, 8 de mayo de 2018

PATÁ EN LAS QUIJÁS (XI)

     Después de varios años abandonada esta sección, después de desaparecer las agujetas y coger fuerzas en las manos y los dedos, retomamos de nuevo esta sección para vapulear, denostar, decir lo que realmente es o son y apretarles su merecida y correspondiente “patá en toa la boca” o en sálvese qué parte (según aprete el asunto) a quién o quienes se lo merecen por sus acciones personales y sociales atentadoras hacia aquellas buenas personas que están a su merced directa o indirectamente. Son gente que tienden a culpar de lo malo a todos aquellos que no piensan cómo lo ellos, que no hacen lo que ellos, que no dicen lo que ellos. Gente que no conocen su miseria ni saben realmente quienes son hasta que no se ven en los ojos de los demás, en el espejo de los demás, que realmente no es sino su propio espejo, su propia realidad. Su propio yo.

         Para todas esas personas va dedicada esta sección, con el tonto ánimo de intentar hacerles cambiar, aunque eso sea una misión totalmente imposible. Los nuevos inquisidores están cargados de una verdad que para ellos no es más que una forma de tratar de imponer su voluntad con una férrea disciplina mitar.

         ¡Va por ustedes! ¡Va por ellos!

         El honor es esta nueva entrada es



… a el ayuntamiento de Madrid, y por ende, en su máxima mandataria, a la Sra. Manuela Carmena, ganadora de las últimas elecciones municipales por un partido nacido, amparado y solidarizado con aquellos indignados que estaban en contra de la corrupción y del poder fáctico. Un partido que quería dar voz y visibilidad a esa parte de la sociedad que se sentía humillada y maltratada por políticos corruptos y sanguijuelas adineradas, que esquilmaban las arcas públicas y se enriquecían a costa de ellos.

         Pero lejos de representarlos y favorecer su desarrollo social, el poder (una vez más) les ha perjudicado con medidas populistas más propias de personajes dictadores que de gobernantes solicarios.

         Si dejamos a un lado todo lo relacionado con la obra pública, la urbanización de la capital y el problema del alquiler turístico (tendríamos para una paliza en las quijás más que una “patá”) y nos fijamos sólo en la parte mínima e ínfima de sus decisiones relacionadas con el estacionamiento de vehículos en la capital, nos daríamos cuenta lo alejada que está esta señora y su séquito palmero de esa masa social indignada a la que ella dijo en su día que representaría.

         El aparcamiento de vehículos particulares en la capital es uno más de los atracos y robos legalizados que realizan los políticos de nuestro país. Zona azul, zona verde (¿habrá zonas con todos los colores del arco iris?), qué más dá. Aparcar en Madrid en cualquier zona coloreada supone un auténtico robo, legal, pero robo. Si a ello le añadimos que los vehículos no son “ecológicos”, el robo se ve incrementado un 25 %, es decir, robo y cuarto. ¡Toma ya!.

         Independientemente ya del robo o del impuesto recaudatorio del aparcamiento, esta señora y su séquito palmero podrían articular medidas para favorecer la  financiación a todas aquellas personas que posean coches “malos” quizás sea, no por joder el medio ambiente (para eso ya tenemos las industrias, empresas y fábricas que pululan por todo el territorio mundial pertenecientes a todos aquellos que nos gobiernan y que pasan a dirigir de forma visible una vez enriquecidos con la política) sino porque, simple y llanamente, no tienen un jodido duro para pagar ese coche “bueno”, o que los pequeños y modestos ahorros que posean los destinan para pagar aparcamientos públicos, hipotecas abusivas, alquileres vomitivos, terroríficos y asesinos, etc., etc., todo ello favorecido con la connivencia y beneplácito de sus altezas municipales, las mismas altezas que sugieren el transporte público para moverse por su ciudad, previo pago, nuevamente, de otro impuesto municipal como es el transporte público.

         ¿Es esa la forma de representar a la ciudadanía indignada y maltratada por los políticos corruptos o es la forma de demostrar cómo se engaña y se maltrata a quienes en su día confiaron en sus altezas municipales? ¿A que nunca aparca en la capital porque va en coche oficial con chofer oficial pagados ambos con dinero “oficial”?

         Majestad municipal y palmeros asociados: miren más por la ciudadanía y sus paisanos y no se fijen tanto en el medio ambiente y la vida ecológica. Su populismo les delata y los coloca a la altura propia de monstruitos de mediados del siglo XX. El poder que negaban en sus campañas electorales lo están utilizando para arrebatar a sus paisanos la dignidad propia que se merecen tan sólo por ser personas, además de gente de bien. Los están dejando de lado y “a la buena de Dios”.

         Antes de terminar y darles su merecida “patá en las quijás”, me va a permitir que, humildemente, realice una acción que ustedes odian a muerte por su propia naturaleza dictatorial: les voy a sugerir un consejo a modo de nombre para su próxima campaña electoral. Les propongo que su próxima campaña electoral se llame “Dios le ampare, imbécil”. Es un nombre que refleja fielmente lo que ustedes, subterfugiamente, hacen con sus paisanos y todos aquellos que por unos motivos u otros les visitan. Al mismo tiempo relanzan y dan luz y visibilidad a uno de los mejores humoristas que ha tenido el municipio que ustedes están esquilmando.

         ¡Patá en las quijás para todos ustedes!

         ¡Que también Dios les ampare!




jueves, 3 de junio de 2010

BABELONIOS

La primera referencia la tenemos en la Biblia. Los hombres que habitaban la tierra hablaban una sola lengua, un solo idioma. Esto les permitía sentirse más poderosos y fuertes, llegando incluso a desafiar al mismo Yavhé queriendo construir una gran torre que se alzara hasta el cielo o más allá de él. Pero el poder de Dios se hizo patente cuando a esos habitantes les cambió la lengua mientras construían la torre y, la falta de comunicación, hizo que desistieran en su propósito, dejándola a medio hacer, consiguiendo, al mismo tiempo, que los hombres se dispersaran por la tierra, perdiendo poder y fortaleza. La torre inacabada recibió el nombre de Torre de Babel.

Un filósofo dijo que lo que el hombre había aprendido de la historia es que no había aprendido nada y, por eso mismo, la historia se ha vuelto a repetir en nuestros días y, cómo no, en nuestro país, más concretamente en una de las dos cámaras representativas del pueblo español. Allí, un personaje ávido de poder y sobrado de prepotencia y arrogancia, repitió el mismo mensaje a sus semejantes hasta en seis lenguas diferentes, no se sabe si por un ensalzamiento de la riqueza cultural y dialéctica de España –cosa dudosa dada su reputación- o por querer demostrar a la nación entera que el uso de diferentes lenguas dentro del mismo territorio les hace más fuertes y poderosos.

La verdad del motivo no se sabe ni se sabrá nunca; lo que la ciudadanía si sabe, y lo tiene claro, es el ejercicio de irresponsabilidad que este individuo hizo en estos tiempos de vacas flacas –para algunos-, ya que su fechoría le está costando a los españoles una cifra nada despreciable en traductores de todas y cada una de las lenguas en las que disertó y permitió que sus amiguetes allí aposentados se enteraran de lo que les decía.

Dicho así, puede parecer una falta de respeto criticar la frivolidad de este hombre y poner en duda el puesto de trabajo de estos traductores que, dicho sea de paso, antes no estaba; es decir, hay nuevos trabajadores que han abandonado el desempleo. Pero, ¿los traductores sólo traducen dentro de la sala o también traducen en la cafetería donde momentos antes de la disertación estaban todos charlando amigablemente tomando un cafetito? ¿Traducen en los pasillos del edificio? ¿En los servicios, cuando alguna persona necesita algo “urgentemente”? ¿En los aparcamientos oficiales donde les esperan sus chóferes que, por descontado, deben saber hablar la lengua de su jefe para poder entender hacia donde se van a dirigir una vez dentro del coche? ¿Traducirán las votaciones de todos los allí presentes en todas las lenguas en las que habló el susodicho? ¿Traducirán las réplicas y contrarréplicas de los presentes?

Sería lógico que un ciudadano de bien perdiera toda esperanza de ver mejorada su vida y su propia existencia, cuando sabe que está rodeado que personajes incapaces de entender su situación, la de su país y su gente; a esa misma gente que se le está pidiendo un esfuerzo económico y social, y ve como éstos desalmados utilizan su esfuerzo para derrocharlo en ensalzar su prepotencia, queriendo acumular un mayor poder del que creen tener.

Ese derroche dinerario y ese alarde de poder y fuerza se volverá contra ellos en un tiempo no muy lejano, al igual que ocurrió hace 4500 años, y, entonces, se convertirán en vagabundos por designio humano, incapaces de soportar su propia existencia. Mientras, los hombres, esa gente de bien, se frotarán las manos como lo hizo entonces Yavhé, apreciando como el poder vuelve a ellos, y cómo la arrogancia ha dispersado por la tierra a los que querían tener más poder que el pueblo. La historia los conocerá como los Babelonios.

viernes, 30 de octubre de 2009

MIEDO, TENGO MIEDO

Unos meses atrás, en uno de esos debates proselitistas que en la actualidad inundan nuestra novísima y estercolera TDT, se hablaba de cuales habían sido las conclusiones más significativas a las que había llegado cada tertuliano en relación con el mayo francés del 68. Uno de ellos dijo que la conclusión a la que él había llegado era que a la juventud se le tenía miedo desde entonces. No viví aquel mayo, pero, a tenor de lo visto, sí creo que es una de las que más vigencia tiene actualmente.

Cuatro décadas han pasado desde entonces y, aunque los jóvenes de ahora no tienen ni zorra idea de aquel mayo del 68, parece que ese espíritu o, mejor, ese miedo que crearon en torno a ellos, sigue vigente y con más fuerza si cabe. No hay más que ver lo que acontece en el día a día.

Disturbios en barrios marginales de Francia hace unos años; protestas antiglobalización donde toque; enfrentamientos sistemáticos y programados contra la policía; botellódromos especiales, consentidos y pagados por los ayuntamientos de los municipios donde se celebran (algunos ayuntamientos pagan la música de los botellódromos); peleas multitudinarias en la calle como este verano en Palma; Pozuelos de Alarcones; macroconciertos en contra o a favor de algo que unos pocos aburríos se inventan con tal de armar gresca; celebraciones de conquistas de títulos por parte del equipo de turno con rotura de mobiliario urbano, asalto a negocios particulares con saqueo incluido y quema de coches particulares.

Éstas son algunas de las muchas actuaciones que han hecho que la sociedad les tenga miedo. Si a ellas añadimos la ley del menor, su peligrosidad y poder quedan más que fortalecidos en la misma medida que a los demás ciudadanos nos coartan nuestra libertad y seguridad y, por qué no, nuestro propio ocio.

Parecerá una estupidez que nuestro ocio pueda depender del miedo a la juventud pero cada vez hay más voces en contra de cómo los ayuntamientos programan los festejos de sus fiestas patronales. Los ciudadanos que tienen entre los 30 y los 55 años ven como cada año, los festejos en los pueden participar van disminuyendo en la misma medida que aumentan los programados para la juventud. Carpas para las peñas o pandillas en las afueras de la localidad, chiringuitos de los jóvenes sin horarios de apertura y cierre y sin control de decibélios, sustitución de festejos taurinos por grandes prixes en plazas de toros donde desfogarse y mostrar sus irresponsabilidades delante de sus coleguis, horarios de actuaciones a partir de las 2:00 de la madrugada (antes no están visibles), desfiles nocturnos, chocolatadas matutinas a una hora prudencial (que la pongan ellos).

A los equipos de gobierno de los ayuntamientos también les ha entrado miedo y hacen lo posible para entretenerlos. Tenerlos recogidos hagan lo que hagan, cueste lo que cueste. Que no protesten. Que no se enfaden cual niño caprichoso y consentido. Que no griten pero que den todo el ruido que quieran. Que no se molesten entre ellos, que estén contentos y graciosillos. Que beban lo que les apetezca a la edad que les apetezca. En definitiva: que no la armen. De esta forma, todos los años, las fiestas patronales son un verdadero éxito, ya que “no ha habido ningún incidente reseñable”, que diría el político de turno. Para conseguirlo, hay muchos ciudadanos que año tras año ven sus posibilidades de ocio mermadas en favor de otros ciudadanos que, por el mero hecho de tenerles miedo, ven aumentadas sus posibilidades de libertinaje y, de paso, reafirmar su poder y su impunidad dentro de la sociedad. A los demás, sólo les queda impotencia, rabia y pocas ganas de pagar impuestos sabiendo para lo que son cuando llega el momento.

lunes, 31 de agosto de 2009

EEEL PREGONEEEEEERO

En todas las fiestas que se precien aparece la figura del pregonero/a, encargado/a de inaugurarlas y marcar el inicio oficial de las mismas. El tipo de persona elegida para esta función suele ser de dos tipos bien diferentes. Por un lado suele ser un político con un alto cargo y afín a la ideología del partido gobernante en el ayuntamiento del pueblo festivo. Por otro lado se suele elegir a una persona que, aunque ha nacido en ese pueblo, lleva muchos años fuera y, normalmente, ha hecho méritos de cualquier tipo para ostentar dicho cargo honorífico.

Si el pregonero es el político de turno, dicho pregón llega a convertirse en un camuflado mitin político, ya que de ese pueblo o ciudad sabe más bien poco, por no decir nada de nada. Si es el paisano, el pregón se centra en recordar su propia vida durante esas fiestas hasta la fecha en que abandonó su pueblo y ciudad natal; de ahí en adelante, poco podrá contar.

Pero ambos pregones tienen algo en común: son escuchados con mayor o menor atención por los lugareños, por la gente que día a día viven, conviven, trabajan, se divierten, se alegran o se entristecen en ese pueblo. Gente que siempre han estado ahí, que le han dado forma a lo que ahora ese pueblo y que lo hace tan peculiar y a la vez tan diferente de los demás. Son los que verdaderamente han creado y mantenido esas tradiciones en los pueblos que tanto apreciamos y poco valoramos en estos días, como si las tradiciones se hubieran creado de la nada, porque sí, sin más.

Durante la escucha del pregón cuántas personas de éstas se preguntan si ellos no son merecedores de estar ahí arriba, en el escenario puesto para la ocasión; si ellos no cuentan con más méritos que el político o el paisano para contar sus vivencias de toda una vida. Se preguntan si sus vivencias no son, cuando menos, igual de importantes, si su vida en ese pueblo no está suficientemente valorada para no ser reconocida como meritoria. En definitiva, se sienten defraudados y devaluados.

Estas personas son las que realmente nos pueden enseñar y contar anécdotas e historias inéditas, vivas, reales, personales, íntimas. Por qué no darles la oportunidad de hacerlo en estos días tan importantes, de hacerles sentir que verdaderamente son parte e historia viva de nuestro pueblo, de valorarles todo el trabajo y esfuerzo que han hecho durante su vida por hacer de su pueblo lo que ahora es y del que tanto nos enorgullecemos continuamente. Ellos son los verdaderos pregoneros diarios de nuestro pueblo. Démosle una oportunidad, su oportunidad, la que siempre han soñado. Son días para ello.

miércoles, 4 de marzo de 2009

POLÍTICOS

Haz lo que yo te diga pero no hagas lo que yo haga. Es la mejor manera que tiene el ser humano de querer dar solución a un problema del cuál no sabe por donde cogerlo. Es lo que está pasando con las medidas que los políticos quieren aplicar para solucionar la crisis. Poco a poco va tomando cuerpo, tanto en el entorno político como en la propia sociedad, una medida que parecía que nunca se iba a tener en cuenta como posible solución a esta situación: la congelación salarial del personal funcionario del territorio español. A estos trabajadores, la sociedad les culpa de muchos de los males económicos que padece nuestro país, tanto por la mala imagen que éstos dan cara al público sin tener que rendir cuentas a nadie, como por el dinero que se embolsan religiosamente mes a mes la mayoría de ellos con carácter vitalicio, con crisis o sin crisis, amén de la debida subida anual.
Para la sociedad, un funcionario es el trabajador que desarrolla su labor en los diversos y variopintos organismos oficiales y que trata de hacernos la vida imposible cada vez que vamos a intentar solucionar algún “papel” que alguien nos ha reclamado y que, por supuesto, no lo solucionaremos, al menos a la primera vez. Se olvidan, que también un funcionario público es el político que es presidente de su comunidad, el consejero de no sé qué, el chófer de cada uno de ellos, el defensor de pueblos y comunidades, el delegado provincial, la directora general, ..., etc, etc y, además, multiplicados por todas las comunidades que forman el territorio español. Ahí es ná, que diría un castizo. Todos ellos también son funcionarios públicos, elegidos por el mismo pueblo que no los considera como tales y que, con su consentimiento, se embolsan sueldos que cualquiera de nosotros no ganaríamos ni trabajando durante toda nuestra vida, sin contar con las reglamentarias dietas sometidas a ningún control, sino tan sólo su palabra contra la nuestra. Si añadimos coches oficiales, viajes, comilonas, regalos compromisarios y demás prebendas, nos daríamos cuenta de la cantidad de dinero que son capaces de dilapidar sin que ni siquiera ellos mismos sean conscientes.
Lejos de querer dar ejemplo renunciando a todo ello, tratan de dar satisfacción al pueblo diciendo que se está planteando, desde el gobierno, la congelación de los funcionarios públicos, ya que éstos, tienen un trabajo fijo, y juegan en clara ventaja con los miles y miles de trabajadores que, o bien han perdido su trabajo o bien están en una situación laboral precaria; de ellos no dicen nada de nada. No dicen que vayan a renunciar a dietas, ni a coches oficiales, ni despachos superlujosos y supercaros, ni a comilonas y regalos. No, que sean otros los que lo hagan y, de paso, alimento el clamor popular contra este colectivo.
Tanto que se está hablando en estos días sobre la educación en valores, valores cívicos, valores morales y demás derechos fundamentales y constitucionales, bien podrían predicar con el ejemplo y comenzar ellos mismos a autoeliminarse gastos innecesarios para la sociedad y para ellos mismos o, al menos, muy alejados de lo que la situación actual demanda, en vez de querer que sean otros los que lo hagan a base de leyes que ellos mismos legislan y aprueban. Parece que se olvidan o nos olvidamos, que a los políticos nadie los ha obligado a presentarse a unas elecciones. Están ahí porque ellos mismos así lo han decidido. Nos dijeron que se encontraban capacitados para hacer cosas buenas pensando en los ciudadanos; que trabajarían por el pueblo de una manera altruista y desinteresada; que no querían nada para ellos, todo para el pueblo. Bien, ha llegado el momento de que hagan todas esas cosas buenas por nosotros y traten de ponerse lo más cerca posible de la situación actual de nuestra sociedad. No quieran cargarle el muerto a otros y que sean ellos los que comiencen predicando con el ejemplo y haciendo lo que ellos mismos dicen que tienen que hacer los demás. Que sean los demás los que les sigan en su ejemplo sin que nadie se lo diga. Ahí se vería si de verdad trabajan por el pueblo de forma altruista en pos de la ciudadanía, su ciudadanía, esa ciudadanía que les dio su confianza para que comenzaran su labor ejemplarizante.Mucho me temo que nunca lo harán, porque hemos olvidado que estamos hablando de políticos y, ya se sabe, que donde dije digo digo diego.