miércoles, 14 de junio de 2017

SIMBOLISMO ROMÁNICO (IV)


         Ya no tienen edad para esos juegos, pero es muy alentador ver como se empeñan en mantener las tradiciones populares, sobre todo en lo referente a juegos infantiles y juveniles y sus marcadas épocas anuales. Ahora que hace más frío están jugando a las estampas en los portales del ayuntamiento. Se terminó la época del trompo y, mientras se afianzan las bolas con sus “guás” y sus “triángulos” y empezamos a afilar los pinchos o clavos del maderal del 14 para el “pinche”, pasan las noches en los portales del ayuntamiento tirando las estampas de futbolistas o de la colección que impera en el pueblo en esa época, primero hacia la pared de enfrente para establecer turnos de tiradas de todas ellas hacia arriba y tratar de conseguir que caigan en el suelo bocarriba  el mayor número de ellas, que serán las que se queden en propiedad quién las lanza al techo.

         Por la edad que tienen me reitero en que no son juegos para ellos, pero parece como si quisieran aferrarse a tradiciones y costumbres “de toa la vida” como gusta decir a quienes abogan por mantener tal o cual juego, fiesta local, reunión familiar o campestre, etc. Eso está muy bien pero deberíamos ser conscientes que los tiempos cambian (y no siempre para bien por muy optimistas que queramos ser y muy inquisidores acérrimos del “buenismo” cabalgante e imperante que tenemos en la actualidad), y las sociedades deben adaptarse. Ello no quiere decir que tengan que desaparecer ciertas costumbres y tradiciones y crear otras; sólo hay que saber adaptarlas a la actualidad. Pero esa adaptación no incluye hacer uso y abuso de ellas cómo, cuándo y dónde a cada uno le venga en gana. La adaptación a la actualidad no responde a esas hipotéticas preguntas anteriores. Responde a la necesidad intrínseca y autóctona de mantenerlas pero utilizando otros medios, que no otros formatos, otras realizaciones, otras orientaciones, otros sentidos, otras intenciones, ya que tergiversando la actualización de la realidad se obtienen unas consecuencias muy alejadas de las verdades intenciones primigenias buscadas con la realización o celebración de esa costumbre o tradición. El ser humano, por naturaleza, tiende a “arrimar el ascua a su sardina” y ahí es donde comienza el barullo y el enredo. Estos chicos parecen mantener la esencia de esos juegos infantiles y juveniles, pero, como digo, no tienen ya edad para estos juegos. Si los que vienen por detrás no toman nota, por muy acérrimos que seamos de tradiciones y costumbres, poco o muy poco se puede hacer por mantenerlas. Serán recordadas, pero nada más.

         ¡Qué barbaridad! ¡Cómo se nota que pasa el tiempo también por mí! ¡Me enrollo con cualquier cosa y me olvido de la verdadera razón de estas charletas!

         ¡Vamos chicos! ¡Recoged las estampas y vamos para adentro a estamparnos con otro “tostón románico simbolizado”. ¡El cuarto ya! Esto parece no tener fin. En fin, comencemos.

         Después de analizar los fundamentos y razones del simbolismo y adaptarlas al tiempo y arte románico, vimos en el capítulo anterior toda la simbología animal terrestre; al menos, la más importante. En este capítulo, “charleta” o “tostón” como gustáis decir, nos centraremos en las aves.

         ¡Vamos a por ello!

         Las aves proyectan los defectos humanos. Son astutas, ávaras, amantes de su prole, lascivas, etc. Se las suele comparar con el alma, ya que pueden ascender y alejarse de lo terrenal en busca del cielo.

AVES ENFRENTADAS: … y particularmente las que beben del mismo cáliz. Esta representación puede aludir a un motivo paleocristiano que podría tener un sentido eucarístico, simbolizar la vida eterna como fruto de la sangre martirial. En la explicación o interpretación bíblica, el cáliz representa la pasión de Cristo, las tribulaciones (otra palabreja p’al cubo la Guada) de los santos y la sangre de los mártires. (Mt XX, 33).

Aves bebiendo del mismo cáliz. Capilla de la ermita de Santa Eulalia de La Lloraza
Concejo de Villaviciosa de Asturias.

AVES MORDIÉNDOSE LAS PATAS: el ave, como hemos dicho antes, simboliza el alma humana. Dos aves mordiéndose las patas representan el esfuerzo de las almas por liberarse de sus ataduras terrenales. Las patas son las que anclan el animal en la tierra, y representan el vínculo con el mundo material, vínculo que hay que romper para elevarse a Dios. Puede haber dos tipos de representaciones: cada ave se muerde las propias patas, o cada una muerde las patas de la otra.

Aves mordiéndose las patas. Cripta de San Esteban.
Sos del Rey Católico. Zaragoza.

AVE QUE PICA: el ave que pica simboliza el martirio/castigo/penitencia que experimenta el pecador arrepentido para redimirse de sus pecados. El ave picotea el alma del pecador. Si lo que pica el ave son los frutos, simbolizan las almas invitadas al banquete eucarístico.

Aves picando frutos. San Pedro de la Nave. Zamora.

AVES ZANCUDAS: imagen del pensamiento, de la imaginación, de la rapidez de las relaciones con el espíritu. Simbolizan la altura y proyección espiritual por su despegue del suelo. Dos aves zancudas comiéndose una serpiente simbolizan que el bien devora el mal.

Aves zancudas comiéndose una serpiente.
San Andrés. Ávila.

ÁGUILA: imagen de Jesucristo y símbolo del evangelista Juan. Es uno de los emblemas más ricos en el cristianismo, ya que aunó perfectamente el simbolismo religioso con el de la religión cristiana. En el cristianismo, el símbolo del águila es múltiple, apoyado por numerosos textos bíblicos: emblema del triunfo de Jesucristo; de Cristo conductor de las almas hacia Dios; de la resurrección de Cristo; de la justicia; del mismo cristiano; de la Ascensión; del Bautismo y la regeneración por el mismo. Este último símbolo está basado en la leyenda popularizada por el Physiologus (ya hemos hablado de este libro en más de una vez) según la cual cuándo el águila siente que envejece, se eleva hasta el sol, que le quema las alas y luego se deja caer en una fuente donde se baña tres veces para salir rejuvenecida.

Águila sujetando un cordero. San Millán. Segovia.

Águila sujetando animal en suelo. Santa María la Mayor.
Abajas. Burgos.

CIGÜEÑA (CICONIA): ejemplo del bien por su carácter de buen agüero, además de ser monógama y comer serpientes. Se la representa a menudo con una serpiente en el pico. Venerada desde muy antiguo porque alimenta a sus padres cuando son viejos. Es el modelo de piedad filial. Trae buena suerte y anuncia la primavera.

Cigüeña. San Vicente Pelamayor de Arroyo.
Segovia.

GALLO: simboliza la vigilancia y la Resurrección porque cada mañana anuncia el día que sucede a la noche. Realmente, el gallo es poco representado en piedra en el arte románico. Sin embargo es un animal claramente solar, vigilante de señalar cada mañana la llegada del amanecer. El sol es dador de luz, calor y vida, apareciendo como un pilar en la simbología románica. El gallo nos señala el tránsito de la oscuridad a la luz con su canto, de ahí que sea un animal con connotaciones positivas. Recordamos nuevamente el Ego Sum Lux Mundi al que tantas veces nos hemos referido. También se le atribuye el papel de anunciador, relacionándolo con el Arcángel Gabriel. El gallo es el animal elegido desde la antigüedad para coronar los puntos más altos de los edificios, en particular, las veletas indicadoras de la dirección del viento. El origen, como curiosidad de esta elección, se remonta al mundo persa, en concreto a la conquista de los Santos Lugares por el rey persa Kosroes II. Este rey de la monarquía sasánida ordenó que todas las cruces que remataban los lugares asociados a Cristo fueran sustituidas por gallos dorados, el emblema personal del rey persa, que era conocido como “rey de reyes”. Aunque en la antigüedad ya se usaban las veletas, es en la época románica cuándo el gallo se incorpora a ellas. Es precisamente el gallo el que indicará con su canto, y por triplicado, la traición de Pedro a Cristo.

Gallo. San Pedro de Tejada. Puente Arenas. Burgos.

LECHUZA: ave nocturna emblemática de la diosa Atenea, deidad vinculada al conocimiento. Por este motivo se identificó a la lechuza con la dedicación espiritual y el conocimiento esotérico. También es atributo del sueño, de la muerte y de la noche. Puede simbolizar también la soledad, asociándola en este sentido con ermitaños en oración, apareciendo con frecuencia relacionada con San Jerónimo. Puede ser identificada en ocasiones como ave de mal agüero, como representación del demonio, pues es un animal que vive en la oscuridad y huye de la luz (nuevamente recordamos el Ego Sum Lux Mundi).

Lechuza. Catedral San Pedro. Jaca. Huesca.

Lechuza. Santa Eulalia. Lloraza. Asturias.

PALOMA: símbolo fundamentalmente asociado al Espíritu Santo, o también al alma cristiana, además de simbolizar al espíritu en general y a la mansedumbre. En el arte románico es también símbolo de las almas, sobre todo la de los mártires por haber dado testimonio de Cristo. Una son blancas y otras rojas, en alusión a la naturaleza del martirio sufrido. Están debajo del altar, primero, para expresar que su sacrificio es ofrecido a Dios en el altar del cielo y, segundo, porque la comunidad paleocristiana construía las mesas de los altares sobre el cuerpo de los mártires. Será en la primera mitad del siglo III cuando empiece a utilizarse la paloma en las representaciones del Bautismo de Jesús, representado entonces, según los evangelios, al Espíritu Santo. Cuando la paloma es representada de forma invertida o descendente, simboliza una influencia espiritual, como las lenguas de fuego del Espíritu Santo en Pentecostés.

Paloma en forma de Espíritu Santo.
San Baudelio. Casillas de Berlanga. Soria.

Paloma en forma de Espíritu Santo.
Monasterio de Santa María de l’Estany. Barcelona.


PAVO REAL: símbolo solar debido a su vistosa cola abierta en rueda. Símbolo también de la inmortalidad del alma de los bienaventurados: “Su carne es tan dura que difícilmente se corroe.” (San Isidoro). Contribuyó a ésto la antigua creencia de que la carne del pavo real era incorruptible. Con este significado aparece con frecuencia en las pinturas de las catacumbas. También tiene algunas connotaciones negativas, como emblema de la vanidad, fruto de una reflexión acerca de la fugacidad de la hermosura y la escasa viveza del ave en cuestión, que contrasta con su apariencia espléndida.

Pavo real. San Milllán. Segovia.

PELÍCANO (PELÍCANUS): de antigua leyenda retomada de la edad media nace el simbolismo del pelícano. El pelícano quiere mucho a sus hijos. Cuando nacen los polluelos, en cuanto están algo crecidos, golpean a su padre en el rostro. Éste les golpea a su vez, matándolos. La madre, afligida por sus hijos, al tercer día se abre el costado con su pico y deja caer su sangre sobre los cuerpos muertos de sus pequeños, y los despierta a la vida. El sacrificio del pelícano por resucitar a sus hijos se ha convertido en símbolo de la Redención de Cristo y de la Caridad. Otra antigua convicción afirma que el pelícano alimenta a sus polluelos, en caso de necesidad, infiriéndose con el pico una herida en la pechuga para que puedan así beber su sangre y sobrevivir. Esto dio base al simbolismo cristiano de que este ave hace referencia a Jesús Salvador. La iconografía del pelícano aparece circunscrita sobre todo en dos temas: aparece en la escena llamada de la “Crucifixión simbólica” posada en la cruz o a su pie, y también es frecuente, hasta en la actualidad, encontrarlo representado en la puerta de los sagrarios. Este ave tiene un pico largo y ancho, de cuya parte inferior prende una membrana que forma una especie de bolsa donde guarda el pescado con que alimenta a sus hijos. El peso de la bolsa produce la impresión de que coloca el pico contra su pecho, y de ahí la leyenda que le ha valido el honor de ser considerado mártir paternal, a imagen de Cristo y su sacrificio.

Pelícano. San Marcon. Corcubión. La Coruña.

         Bueno chiquetes, ¿qué os ha parecido esta otra simbología avícola? ¿Os ha gustado más que la simbología de animales terrestres? Son diferentes y a la vez iguales. Cada una de ellas trata de ensalzar o denostar las cualidades de cada animal o ave, y adaptarla a la vida del ser humano, destacando virtudes o defectos, pero siempre con la misma finalidad: hacer del ser humano medieval un ser humano más espiritual, menos apegado a la tierra y siempre tratando de aumentar su bondad y anular al maligno que se lleva dentro.

         Como os dije, aún nos quedaría todo un mundo fantástico e imaginario por analizar, animales fantásticos y monstruos que en el Arte Románico están representados en la mayoría de las iglesias y templos románicos, pero el tema es tan denso y largo que quizás sea mejor dejarlo para una charla que trate únicamente de ello.

         Habéis apreciado que con las aves hemos terminado pronto. Hay más aves representadas en este arte, pero aquí hemos expuesto las más importantes y las más representadas; ya os comenté que no se trata de hacer un tratado riguroso, sino dar unas breves pinceladas a todo este amplio y complicadísimo mundo del simbolismo.

         Antes de dar por concluido este “tostón románico” podíamos hablar a estilo flash (sí, como el de las cámaras de fotos) de otros temas muy representados en el Arte Románico, como es el tema vegetal u otras representaciones arquitectónicas o escenas repetitivas a lo largo del cristianismo, que aún con el paso del tiempo, cualquier persona que las observa pueda identificarlas perfectamente e intuir de inmediato su significado. Son escenas tan frecuentes que incluso no haría falta ninguna pequeña descripción de ellas ni de su significado cristiano.

         El hombre románico otra cosa no tendrá, pero apego a la tierra es lo único claro que tiene y lo que mejor conoce. Su sustento físico proviene de esa tierra que tanto trabajo y sufrimiento les crea en el día a día. Contempla los frutos de la tierra, pero también todo aquello que la tierra le ofrece, como los árboles, flores, frutos salvajes, etc. Su apego a la tierra es tan fuerte, tan directo, que su interés hacia ella es un fenómeno absolutamente normal. Observa la naturaleza entera como un inmenso saco cargado de fuerzas benéficas y perniciosas. La observa y, siendo consciente de lo poco que sabe de las Sagradas Escrituras, recuerda que Éstas están llenas de referencias a la naturaleza (ya hemos visto también que hay infinidad de referencias a los animales), plantas, flores, árboles, que también son creación de Dios. Es consciente que Jesús transmitía todas sus enseñanzas por medio de símiles o alegorías; la belleza de las flores las comparaba a los lirios del valle; la unión del cristiano con Cristo, con la vid y los sarmientos; el Juicio Final con la separación del trigo de la paja; la fecundidad cristiana con la higuera, etc. Todo ésto que el hombre románico sabía lo exponía cuando trataba de expresarse por los únicos medios que sabía y que tenía a su alcance: la pintura y la escultura. Eso fue lo hizo y eso es lo que ha quedado para toda la eternidad (algunas veces; otras no, ya que el hombre contemporáneo se ha encargado de su eliminación selectiva, exaltando su analfabetismo cultural y su intransigencia intelectual. (¡Y luego decían que la época medieval era una época de rudos, palurdos, analfabetos, supersticiosos y demás! ¡Qué serán entonces ellos!).

ÁRBOL: se le compara con la Sabiduría del Árbol de la Vida (Proverbios III, 8). El árbol frutal representa la unión de los creyentes con Cristo. En la ornamentación románica, el árbol de la vida aparece como entrelazados, frondas o laberintos, porque puede conferir la inmortalidad, pero es difícil llegar hasta él. Se basaban en la Biblia, en el anteriormente citado libro de los Proverbios para la representación del árbol, ya que este libro compara la Sabiduría a un árbol de la vida, y el que se acoge a ella es feliz.

Árbol de Peridexión. Agramunt. Lérida.

Árbol de la Vida. Tímpano de Añés. Álava.

ESPINOS: en el Codex Calixtino (Códice Calistino, conservado en la catedral de Santiago de Compostela) se puede leer: “… los espinos que pinchan a quienes los tocan representan los pecados del género humano, con los que punza uno al padecer en el infierno tormentos infernales.”. En el mismo códice también se dice que Santiago cortó del campo de la Iglesialos espinos y zarzas de los vicios, sembrando las rosas y azucenas de las virtudes”. En la Biblia, los espinos siempre han tenido un sentido negativo.

LIRIO: San Jerónimo y San Bernardo relacionan en sus comentarios el lirio con Cristo, a partir del Cantar de los Cantares (escrito por Salomón): “Yo soy el Narciso de Sirón, el lirio de los valles”. (Cantar de los Cantares II, 1), y lo interpretan en clave eclesiástica: Cristo y la Iglesia. Los lirios están presentes tanto en el contexto de la propia pasión de Cristo como en los temas de contenido eucarístico. La tulipa de un Lilium Candidum tiene forma de copa. Representa así mismo la fe virginal de la Virgen María cuya iconografía de la Anunciación (Lc I, 26-38) incorpora el lirio (que no aparece en el texto bíblico) desde el periodo bizantino. Los lirios representan lo puro y el amor virginal (recordamos que aún hoy en día se regalan para San Valentín).

 HOSAS DE ACANTO: se utilizan como ornato en columnas y, sobre todo, en capiteles. Simbolizan las espinas, el crecimiento y la vida, aunque realmente la función de esta representación era más decorativa que simbológica.

Hojas carnosas de acanto. Monasterio de Silos. Burgos.

OLIVO: desde la antigüedad, la planta del olivo representa el emblema de la paz en todas las culturas y religiones, sobre todo de la cuenca mediterránea. El olivo, en el Huerto de los Olivos, aparece desprovisto de simbolismo; es simplemente para ambientar la escena. Podemos encontrarnos con frecuencia cómo una rama de olivo es llevada por uno de los angelotes que rodean a la Virgen. Este motivo es traído por la frase del Antiguo Testamento que se suele relacionar con la Inmaculada Concepción: Oliva Speciosa.


PALMERA / PALMA: simbolismo dual, ya que por un lado puede representar la fertilidad casta (se pensaba que la palma se fecundaba sola) o también el triunfo y victoria tanto como la esperanza de inmortalidad (entrada de Jesús en Jerusalem). También puede representar la fiesta, la resurrección o triunfo, igual que la Laúrea o corona de laurel. La cultura cristiana asimiló esta simbología considerando la palma un emblema de victoria en el sentido de triunfo sobre el martirio y sobre la muerte. Por este motivo, los santos llevan en la mano una rama de dicha planta. También San Juan Evangelista puede llevar una palma en la mano, puesto que, según refiere la Leyenda Dorada, la misma Virgen María había pedido al evangelista que la llevara en la ceremonia de su enterramiento.

Hojas de palma. San Martín. Babuyas de Abajo. Soria.

ROSA: en la iconografía cristiana, la rosa se considera relacionada con la sangre de Jesús. Desde la Edad Media es también símbolo mariano: la Virgen es llamada “Rosa sin Espinas”.

VID: la planta de la vid y su fruto, la uva, se consideran símbolo de Cristo y su sacrificio. Uva y vino son una referencia a la Pasión de Cristo y al episodio de la Última Cena. Símbolo eucarístico. Identificada por los pueblos antiguos de Oriente como la “planta de la vida”.

Hojas de parra y racimos de uvas. Capitel de la ermita de Cubillas.
Albalate de Zorita. Guadalajara.

         Por parte de la flora también podemos darla por concluida, aunque como habéis podido apreciar, es menos significativa y menos simbólica; es más etérea, más generalista. De hecho, de todo lo que hemos comentado del mundo vegetal, hay muy poca representación en el Arte Románico; tan sólo la vid, mejor dicho, la hoja de la vid y las uvas, además de la palma o palmera y, quizás la más representativa, las hojas de acanto, las cuales son más motivos decorativos que simbólicos.

         Ya que estamos en faena, podríamos terminar esta charleta con otros motivos ornamentales, arquitectónicos u otros variados que se suelen representar muy a menudo dentro del Arte Románico y que no pertenecen a ninguna de las categorías tratadas anteriormente, ni tampoco a la venidera de animales fantásticos y monstruos. Estas representaciones, como no, también tienen su simbología específica y particular. Veamos cuales podrían ser.

ÁNCORA: símbolo de la esperanza en la vida futura. Unida a un pez equivale a alguna de las inscripciones funerarias: “Spes in Christo” (la esperanza está en Cristo).

DIENTES DE SIERRA / ZIG-ZAG: procedente del mundo anglo-normando, sugeriría la fuerza purificadora de las aguas y los altibajos continuos que supone toda progresión espiritual, que si llegara al cruce equivaldría a cambio de signo. Representada muy comúnmente en pilas bautismales.

Dientes de sierra. San Esteban de Carracedelo. León.

Dientes de sierra. Monasterio de Sta. María de Mave. Palencia.

ROSÁCEAS: elementos eminentemente ornamentales que simbolizan la perfección inmaculada y, especialmente, las formas eucarísticas, siendo uno de sus sentidos principales el que se refiere a la Copa. La flor evoca, por su forma misma, la idea de un receptáculo, de un cáliz. Intercaladas en los radios de un crismón, indican que el modo de recorrer el camino de Cristo a Dios es mediante la Eucaristía. Cuando aparece representada con doce pétalos en el centro del crismón, simboliza la quintaesencia de Cristo en su manifestación terrena como signo eucarístico típico.

Rosáceas. Iglesia de Puilampa. Zaragoza.

Rosáceas. San Juan de Rabaneda. Soria.

ESPIRAL: símbolo solar y reflejo de la divinidad. Emblema del aliento y del espíritu.

Espiral. Templo parroquial de Olcoz. Navarra.

Marca de cantero en espiral.

LÍNEAS: si son almenadas, simbolizan la tierra; si son dentadas, el fuego; si son onduladas, el aire (cuando es simple) o el agua de regeneración si son varias onduladas.

Y: esbozando volutas, no es otra cosa que la analogía de la doble elección de caminos que continuamente se le presenta en la vida al hombre, y que si resuelve acertadamente de a éste la tensión trascendente y necesaria para progresar en el mundo del espíritu y del conocimiento verdadero (iglesia del monasterio de Leyre, Navarra). Significa la elección de caminos ante el vicio y la virtud (iglesia de San Pedro, Taverga).

TRIÁNGULO: Simboliza la armonía y la proporción, además de a la Santísima Trinidad.

DANIEL EN EL FOSO DE LOS LEONES: la victoria del débil e indefenso hombre que halla su fuerza en la confianza en Dios. Demuestra su fe, su condición de profeta y su cercanía a Dios cuando es arrojado al foso de los leones y no es devorado por ellos, manifestándose la inmunidad ante su ataque como signo de bienaventuranza (Dan VI, 1-28).

Daniel en el foso de los leones. San Pedro de la Nave. Zamora.

Daniel en el foso de los leones. Villanueva de Teverga. Asturias. 

MANO DE DIOS (DEXTERA DOMINI): es una representación abstracta de Dios. No tiene referencia evangélica pero estaba incluida en multitud de programas iconográficos, ya fuera de forma aislada o coordinada con la escultura del entorno físico inmediato. Es la representación de una mano derecha que recoge en su palma los dedos anular y meñique. Los otros tres dedos permanecen extendidos como alusión a la bendición trinitaria del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Algunas veces está inscrita en un círculo, como alusión a la perfección del movimiento continuo que significa la divinidad, sin principio ni fin. Suele cerrarse el icono con la existencia de la forma crucífera que encuadra la mano en el centro del círculo. Desde muy antiguo ha simbolizado el poder protector, a la resolución fáctica uno de los órganos vitales más importantes para poder ejercerlo. Dios muestra su autoridad en forma de mano. La mano siempre ha sido un órgano fascinante para el hombre; de hecho ya la dejaba impresa en las cuevas prehistóricas, aunque en esa época no podemos atribuirle relación divina, más que nada por carecer de certeza al respecto. La mano en el mundo medieval tuvo su importancia como forma de aceptación de vasallaje en el momento de la ceremonia de sumisión. La religión católica hace lo propio en el rito de la consagración de los presbíteros, cuando el obispo impone sus manos sobre la cabeza del pretendiente, como relación de traslación y deposición del poder divino. La figura del orante, desde los inicios del arte cristiano, como es el románico, se realiza con las manos levantadas hacia el cielo o juntas en señal de petición. La mano en el Arte Románico es la representación del Padre, la de su omnipresencia poderosa.

Dextera Dómini. San Pedro de la Rua. Estella. Navarra.
        
Y ya para terminar este roncamiento polifónico y respetuoso, os indico algunas representaciones conjuntas que se suelen dar con mucha frecuencia en el Arte Románico. Todas ellas tienen un significado parecido: avisar al hombre de los vicios del mundo y tratar de dirigirlo hacia otros derroteros más favorables a su salvación, sobre todo espiritual.

         La simbología de estas escenas suele ser común en cada representación, aunque hay que tener en cuenta que a medida que van avanzando las investigaciones y los estudios en este arte, su simbología puede variar en un sentido o en otro, pero no muy alejada siempre de exponer los vicios a los que está sometido el ser humano y tratar  de enseñarle el camino correcto. Estas son algunas de ellas: el arpista y la bailarina; saltimbanquis y acróbatas; el tonel y el cáliz; la bolsa colgada al cuello del hombre y batracios mordiendo el sexo y los senos de la mujer; la concha y la oca.

         Bueno chiquetes, esto parece que ha llegado a su fin. Parecía que no iba a llegar nunca, pero como veis, el tiempo es inexorable, tiene un principio y un final, además de ser un gran consolador y generador de olvidos. Espero que vosotros no os olvidéis de todo lo dicho en este nuevo “tostón románico”. Quizás algún día decidáis acordaos de él por las razones que sean, ¡quién sabe!, y entonces os alegraréis de no haber roncado mucho durante el tiempo que ha durado. La vida es imprevisible además de mandona. Ella manda, y cuanto mejor preparados estemos para tratarla más fácil será llevarla. Aún así, siempre mandará ella por mucho que nos empeñemos. Tratadla como podáis y queráis.


         ¡Hasta pronto!

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