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lunes, 5 de abril de 2021

CONSIDERACIONES SOBRE LA SEMANA SANTA (Divertimento Pascual) VIII


Y para comenzar …

Nuestro comienzo no va a tener mucha lógica, ya que lo debemos hacer desde dos fechas totalmente opuestas entre sí, una de comienzo y otra de finalización: el día de la Pascua judía, y el momento de la Resurrección de Jesús. Estas fechas son, como se sabe, el comienzo y el final de la Semana Santa, tal y como la conocemos, luego no deja de ser ilógico comenzar al mismo tiempo por el principio y el final de ella.

Aún así, éstos serán nuestros dos puntos de partida.

La Pascua Judía

            Al comienzo de toda esta exposición ya se habló de la Pascua Judía, sus orígenes, su significado, su celebración, ritos y costumbres a observar durante toda su duración, etc. Ahora nos centraremos en fechas según lo que nos dice la Biblia.
            Primeramente debemos tener en cuenta que la Pascua Judía recibe otro nombre como festividad, y que se utiliza de forma indistinta: Fiesta de los Panes Ácimos (Lc 22,1)[1]. Así mismo, el libro de los Números también la considera la misma fiesta, al enumerar los sacrificios que los judíos han de realizar para la Fiesta de los Ácimos, indicando cuándo comienza la Pascua y cuando termina.[2]

            Pero en este libro no sólo asimila una fiesta a la otra, sino que indica en qué día exactamente comienza la Pascua: el 14 del primer mes, que como sabemos, es el mes de Nisán. Así mismo, indica que el siguiente día, el 15 de Nisán, será fiesta, y que durante siete días comerán panes ácimos. Luego ya tenemos algo con lo que poder comenzar: la Fiesta de los Panes Ácimos y la Pascua es la misma celebración, y que ambas comienzan el 14 de Nisán, y al día siguiente, 15 de Nisán, es un día de fiesta, en la cual no se podrán hacer trabajos de ninguna clase. Dicha fiesta durará siete días.

            El libro del Éxodo, en casi la totalidad de su capítulo 12, también nos habla de la institución de la Pascua Judía estando aún los israelitas esclavos en Egipto, así como también nos habla de la fiesta de los Panes Ázimos[3], y todas las celebraciones que ella conlleva.

            Los evangelios también documentan esta celebración (Mt 26, 2 y 26, 17; Lc 22, 1 y 22, 7; Mc 14, 1 y 14, 12; Jn 2, 13; Jn 11, 55, Jn 13, 1 y Jn 18, 28)[4].
 Jesús, como judío y contemporáneo de esa época, celebra esta fiesta con sus discípulos, pero en ningún momento se dice qué día de la semana es realmente. Se habla numéricamente de días anteriores, pero sin especificar qué día concreto de la semana es. En los evangelios se especifica y se deja claro que Jesús la celebró, incluso especifican sobre qué hora del día lo hizo (Mc 14, 17)[5], y en qué momento Judas abandona la cena (Jn 13, 30)[6], pero nada dicen de días semanales. La razón está en que en aquella época los días de la semana no se nombraban como en la actualidad[7], sino que se hacía de una manera numérica y ordinal, salvo el sábado, que sí se nombra como tal, aunque, sin tener un vago conocimiento del calendario judío, dicho día nos puede llevar a un error temporal y situar acontecimientos de la época en momentos que realmente no ocurrieron.

            Lo mismo ocurre con el momento de la celebración de la cena pascual de Jesús con sus discípulos, pues los evangelios tan solo hablan de que comenzaron a cenar “al atardecer” (Mt 26, 20 y Mc 14, 17)[8], incluso en Lc 22, 14 ni siquiera especifica ese tramo horario, sino que habla del momento en que se comenzó a celebrar, ni antes de ni después de[9]. Es en ese mismo evangelio de Lucas donde sí se pone de manifiesto que es en el día de los Ácimos cuando se debía sacrificar el cordero de Pascua, dando a entender que también Jesús celebró en ese día la cena pascual.

            Pero si nos atenemos a los tramos horarios del día en concreto, podemos apreciar otra “desavenencia temporal”. En Jn 13, 30 hemos visto que Judas abandona la cena cuando era de noche, lo que significa, según el calendario judío, que era el día siguiente (recordamos nuevamente que los días comienzan y terminan con la puesta de sol) a la celebración de la cena pascual, pero no podría ser el 15 de Nisán porque ese día era un día de celebración y no se podía realizar trabajo alguno. Esto se pone de manifiesto en Jn 18, 28[10], cuando llevan a Jesús de la casa de Caifás al pretorio de madrugada y no quieren entrar en ella para estar inmaculados de pecado a la hora de la cena pascual, que debían comerla el 14 de Nisán. Luego la cena de Jesús, ateniéndonos a estos hechos, tuvo que celebrarse el día anterior al 14 de Nisán, es decir, el 13 de Nisán. Los motivos de hacerla antes pueden ser variados, y, obviamente, imposibles de saber, pero los expertos en esta materia avanzan que se pudo deber a que, en esas fechas, multitudes de personas acudían a Jerusalén para celebrar la Pascua, y como no había sitio para todos, tenían que “organizarse” entre ellos para aprovechar los pocos espacios que había para la celebración (Jn 11, 55)[11].

            De este modo y manera, en el mismo momento y día de la celebración de la cena pascual, ya nos surge la primera “duda razonable”: ¿fue el 14 de Nisán o el 13 de Nisán cuando Jesús celebró la Última Cena?

La Resurrección

            El segundo punto de partida, como ya se avanzó anteriormente, lo tendremos en la Resurrección, en el día de la Resurrección, día que parece estar mejor documentado en los evangelios, pues sin referirse a él explícitamente, sí que habla del “primer día de la semana”, que como se ha aludido anteriormente, es el domingo en el calendario judío.

            Comenzar por el final de la Semana Santa, en vez de hacerlo por el principio para tratar de “adivinar” fechas concretas y situar acontecimientos en dichas fechas tiene como finalidad el ajustar, desde el final hacia el principio, los acontecimientos, pues como se ha dicho antes, el “primer día de la semana” está muy documentado en los evangelios, así como la duración de la muerte y sepultura de Jesús, “tres días y tres noches”. A partir de ambos tiempos y espacios, contamos hacia atrás setenta y dos horas desde ese primer día de la semana, y nos daremos cuenta que es imposible que Jesús pudiera morir el viernes por la tarde, pues de viernes por la tarde a domingo por la mañana, no transcurren setenta y dos horas. Luego aquí parece que algo no concuerda.

            Jesús, a lo largo de su vida pública, deja claro que estará muerto y sepultado tres días y tres noches. Cuando los fariseos se acercaron para hablar con Jesús deseando ver de Él una señal que le acreditara como el Cristo o el Mesías, Él les respondió y les dijo: “la generación mala y adúltera demanda señal, pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches.” (Mt 12, 39-40). También en Lc 24, 6-7[12] se alude a ese tercer día como fecha para la resurrección; incluso en Jn 2, 19[13] compara su cuerpo con un templo que en tan sólo tres días se podrá construir, aludiendo a la resurrección propia tres días después de la “destrucción” de su cuerpo.

            Por lo tanto, este dato parece muy irrefutable, a tenor de la documentación que hay en los evangelios. Sin embargo, todavía hay quien quiere “cuadrar” esos tres días entre un viernes y un domingo, aludiendo a días como periodos sólo de luz, sin noches. Esto mismo tampoco tiene mucha razón de ser pues, como hemos visto en el calendario judío cuando se han analizado días de la semana y comienzo y finalización del día, lo hacen diferenciando claramente día y noche. Luego, cuando en los evangelios se habla de tres días, se refiere a tres días “completos”, con sus tres periodos de luz y sus tres periodos de oscuridad o tinieblas, palabra esta última más propia de un lenguaje eclesiástico.

            Continuando con lo relatado en los evangelios, podemos apreciar que Jesús, el primer día de la semana, muy de mañana, ya había resucitado; es decir, el domingo muy de mañana. Así nos lo dicen en Mt 28, 1-6, Lc 24, 1-7, Mc 16, 2-6 y Jn 20 1-9[14]. Los cuatro evangelios hablan de “pasado el sábado”, y “el primer día de la semana”, dando por hecho que cuando van a visitar a Jesús al sepulcro para llevar aromas, mirra y perfumes, Él ya ha resucitado. Luego, el domingo muy de mañana ya ha resucitado, por lo que tuvo que ocurrir la resurrección en sábado entre la tarde y la noche. Esto lo podemos deducir del evangelio de Juan y Marcos, que especifican el primer día de la semana de madrugada, cuando despuntaba el sol; es decir, al amanecer del domingo. Aquí sí, al contrario de la cena pascual, tenemos un día de la semana en concreto con el que poder hacer suposiciones “verdaderas”.
Las mujeres visitan el sepulcro vacío de Jessús

            Sin embargo, una prueba más de lo difícil que resulta “deducir” fechas, horas y acontecimientos según lo relatado en los evangelios, o las vagas referencias a las que los expertos en este tema deben enfrentarse para descifrar realmente todo lo sucedido, la encontramos en Mc 16, 9. En dicho versículo, un simple signo de puntuación, como es una coma, y la ubicación de ésta en la frase, puede cambiar el sentido de dicha frase, modificando así mismo el instante o el momento de la resurrección de Jesús.

            Dicho versículo dice: “Jesús, que había resucitado a la mañana del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, aquella de quien había echado siete demonios.” Tal cual está escrito, con la posición de los signos de puntuación en donde están ahora, se pone de manifiesto y deja claro que Jesús resucitó el domingo por la mañana (el primer día de la semana) y, posteriormente, se apareció a María Magdalena. Pero, ¿qué ocurre si cambiamos la coma de lugar y la posicionamos tras la palabra “resucitado” en vez de tras la palabra “semana”? El versículo nuevo quedaría como sigue: “Jesús, que había resucitado, a la mañana del primer día de la semana se apareció primero a María Magdalena, aquella de quien había echado siete demonios.” Ahora cambia el significado del versículo para decirnos que Jesús ya había resucitado y, posteriormente, a la mañana del domingo, se apareció a María Magdalena. Luego de esta forma no está tan claro que Jesús resucitara el domingo por la mañana, sino que lo hizo entre la tarde/noche del sábado. Esta es una posición más cercana a lo que nos dicen los tres evangelios, que hablan sobre la visita que realizaron las mujeres el primer día de la semana muy temprano y ya se encontraron con el sepulcro vacío, dando a entender, de nuevo, que a esa hora y en ese día, Jesús ya había resucitado.

            Dicho esto así, sin ningún tipo de demostración fiable y robusta que pueda corroborar lo deducido, podría parecer una frivolidad o un atrevimiento premeditado con fines disuasorios hacia la religión católica y hacia los cristianos. ¡Nada más lejos de la realidad! Una vez más debemos encontrar los motivos de estos desajustes lingüísticos en las múltiples y diversas traducciones de que ha sido objeto la Biblia. Debemos recordar y ser conscientes que la Biblia no tenía signos de puntuación al principio, y que estos fueron añadidos sobre el siglo XV después de que Aldus Manutions inventara la puntuación. Fue entonces cuando los traductores añadieron las comas donde pensaron que debían ir, basándose en la lógica, y, cómo no, en hacer coincidir estos hechos con lo que la Iglesia Católica venía pretendiendo. René Guénon (1886-1951) intenta dar una explicación a este pequeño desajuste lingüístico[15].

Sepultura de Cristo

            Pero en los evangelios no todo está tan claro o, al menos, no está tan bien especificado como el día de la resurrección y la visita de las mujeres al sepulcro de Jesús. Los acontecimientos ocurridos y narrados desde la cena pascual hasta la fecha y hora de su muerte no son tan clarificadores. Tan sólo se citan vagamente horas y días, con alusiones a días solemnes y sábados, pero sin especificar días semanales, incluso con mucha confusión entre ellos relacionados con el día de descanso, con el sábado o con días festivos que pueden no coincidir con los sábados de la semana judía como ya hemos visto.

            La Pascua en el Antiguo Testamento siempre precedía al día de reposo anual, llamado “primer día de Panes sin Levadura”. Dicho día era un día de solemnidad o día de fiesta para ser celebrado cada año el día inmediatamente posterior a la Pascua. Este día podría ocurrir o ser celebrado cualquier día de la semana, pues como sabemos, la Pascua Judía no tiene un día de celebración fijo, sino que lo hace en cualquier día de la semana, lo que nos lleva a deducir que también el primer día de Panes sin Levadura puede ocurrir en cualquier día de la semana. Avanzando aún un poco más en estos días, podemos por tanto aventurar que en una semana o en la semana de la Pascua Judía pueda haber dos días de descanso obligatorio: el primer día de los Panes sin Levadura, y el sábado semanal, el que imponen los mandamientos.

            Es justamente este matiz el que nos puede servir como principal argumento para tratar de “adivinar” o “colocar” los acontecimientos de la Semana Santa con el ciclo hebdomadario, ya que la mayoría de los evangelios, al hablar del sábado, todos lo entienden como el sábado semanal, el último día de la semana judía, sin tener en cuenta que a los días de fiesta que caen entre semana, sin ser sábado, en el calendario judío se les llama sábados muy solemnes o sabatón para diferenciarlo del día del sábado como día de descaso semanal. Ahí quizás pueda estar la raíz de los “desajustes” entre lo que narran los evangelios y lo que debió ocurrir en realidad (recordemos que no es muy difícil de entender que desde un viernes a un domingo no hay tres días entre medias para que pudiera cumplirse la Resurrección de Jesús).

            La ley judía prohibía que los cuerpos de los muertos se quedaran sin sepultar al principio de cualquier día de reposo o día de fiesta. Esa misma ley se cumplió a rajatabla después de la muerte de Jesús. Él murió a la hora de nona (hacia las tres de la tarde), y debemos recordar que el día siguiente, en el calendario judío, comenzaba al ocaso de ese día. Luego para enterrar el cuerpo de Jesús tenían muy poco tiempo antes de que llegara el día de descanso; de ahí la premura en sepultarlo, para no incumplir dicha ley judía.

            Pero antes de avanzar un poco más, esto último nos ha dejado otra gran pista del día de la muerte de Jesús. Si ese día se pudo enterrar su cuerpo es porque era un día en el que los judíos podían trabajar, es decir, no era un día solemne o de descanso; al contrario, el día de descanso era el siguiente. Luego podemos medio aventurar que Jesús fue crucificado y murió el mismo día de la preparación de la Pascua Judía, es decir, el mismo día 14 de Nisán (otro recordatorio nos dice que el 15 de Nisán era fiesta), y lo tuvieron que enterrar antes de que llegara el 15 de Nisán, día de fiesta y primer día de Panes sin Levadura.

            La sepultura de Jesús estuvo a cargo de José de Arimatea (Mt 27, 57-59; Lc 23, 50-53; Mc 15, 42-47 y Jn 19, 38-42)[16], mientras las mujeres que acompañaron a Jesús durante su muerte, presenciaron dicha sepultura. Pero esa sepultura se hizo en un corto espacio de tiempo, con prisa, con urgencia, debido a la cercanía del día de reposo, que impedía trabajar a los judíos, y lo hicieron en un sepulcro nuevo y que estaba muy cerca del lugar donde Jesús fue crucificado.
Sepulcro excavado en roca

A partir de aquí, la Biblia y los evangelios no hacen ninguna alusión de lo sucedido durante el 15 de Nisán, el reposo anual o pascual, debido a que era una celebridad de reposo total, y cada familia, en su hogar, celebraba la cena de la Pascua con los panes sin levadura (Jn 19, 31)[17].

            Sin embargo, sí que fue en este día de descanso cuando los sumos sacerdotes y principales fariseos se reunieron con Pilatos para pedirle que asegurara el sepulcro de Jesús, sellando la piedra y poniendo una guardia para vigilar, de modo que los discípulos de Jesús no vinieran de noche para robar el cuerpo y luego decirle al pueblo que había resucitado de entre los muertos, pues los sumos sacerdotes y fariseos se acordaron que Jesús, el engañador según ellos, había dicho en vida que resucitaría después de tres días (Mt 27, 62-66)[18].
            Luego durante ese día de reposo solemne o “sabatón”, es decir, el 15 de Nisán, nada nos cuentan los evangelios, ya que, al no poder trabajar ni realizar actividad alguna, nada pudo ocurrir de relevancia, salvo la reunión de los sumos sacerdotes con Pilatos.

Día laborable

Una vez pasado el día de descanso, es decir, en un día laborable o en el cual poder realizar actividades, es cuando las mujeres que estaban sentadas mirando cómo José de Arimatea sepultaba el cuerpo de Jesús, van a comprar perfumes, mirras y aromas al mercado para ungir el cuerpo de Jesús (Mc 16, 1)[19] Por lo tanto, entre el día de descanso primero de Pascua, 15 de Nisán y el sábado semanal, día de reposo conforme al mandamiento, hubo un día laboral, que utilizaron las mujeres para comprar y preparar dichos aromas, perfumes y mirras para ungir el cuerpo de Jesús. Ese día laboral fue el 16 de Nisán.

Sin embargo, Lc 23, 56[20] no deja tan claro que fuera un día laborable, pero sí dice que las mujeres regresaron y prepararon aromas y perfumes para después, descansar el sábado según el precepto. Este versículo dice que fue pasado el sábado cuando lo hicieron, queriéndose referir al sábado solemne o “sabatón”, día de descanso anual para los judíos (15 de Nisán). Este anacronismo bien puede tener su razón de ser en las múltiples y diferentes formas y maneras de traducción que se tienen de los evangelios, ya que en otra traducción se puede leer “cuando pasó el día de descanso”, aludiendo de una manera más directa que dicho “sabatón” se celebró en un día laboral y no se refiera al sábado de descanso preceptivo.

Aunque hasta ahora nada se ha hablado acerca de los nombres de los días de la semana en los que vamos desgranando los acontecimientos que celebramos durante la Semana Santa, sí que poco a podo podemos ir aventurando algo, puesto que, como hemos dicho en repetidas ocasiones, los nombres de la semana no se nombraban en aquella época igual a como se nombran hoy día, aunque el sábado sí que lo llaman sábado, correspondiente al día de descanso semanal. Luego al día anterior y posterior él ya le podemos ir dando nombre, lo que haremos cuando recapitulemos acerca de todo lo argumentado.

De la misma manera deductiva podemos asegurar que en esa semana de Pasión hubo dos días de descanso: el día de reposo anual de la Pascua, llamado “sabatón” o sábado muy solemne, y el sábado semanal, sabbat; entre ambos, un día laboral que, deductivamente, tuvo que ser un viernes.




[1] “Se acercaba la fiesta de los Ácimos, llamada Pascua”. (Lc 22, 1).

[2] “El día catorce del primer mes será la Pascua del Señor, y el quince de ese mismo mes será un día de fiesta. Durante siete días comeréis panes ácimos. El primer día habrá una asamblea litúrgica y no harán trabajos de ninguna clase”. (Num 28, 16-18).

[3] Luego el Señor dijo a Moisés y a Aarón en la tierra de Egipto: este mes será para vosotros el mes inicial, el primero de los meses del año. Decid a toda la comunidad de Israel: el diez de este mes, conseguid cada uno un animal del ganado menor, uno para cada familia. Si la familia es demasiado reducida para consumir un animal entero, se unirá con la del vecino que viva más cerca de su casa. En la elección del animal tened en cuenta, además del número de comensales, lo que cada uno come habitualmente. Elegid un animal sin ningún defecto, macho y de un año; podrá ser cordero o cabrito. Debéis guardarlo hasta el catorce de este mes, y a la hora del crepúsculo, lo inmolará toda la asamblea de la comunidad de Israel. Después tomareis un poco de su sangre, y marcareis con ella los dos postes y el dintel de la puerta de las casas donde lo comáis. Y esa misma noche comeréis la carne asada al fuego, con panes sin levadura y verduras amargas. No la comeréis cruda ni hervida, sino asada al fuego; comeréis también la cabeza, las patas y las entrañas. No dejaréis nada para la mañana siguiente, y lo que sobre, lo quemaréis al amanecer. Deberéis comerlo así: ceñidos con un cinturón, calzados con sandalias y con el bastón en la mano. Y lo comeréis rápidamente: es la Pascua del Señor.
Esa noche yo pasaré por el país de Egipto para exterminar a todos sus primogénitos, tanto hombres como animales, y daré un justo escarmiento a los dioses de Egipto. Yo soy el Señor.
La sangre os servirá de señal para indicar las casas donde estéis. Al verla, yo pasaré de largo, y así os libraréis del golpe del Exterminador, cuando yo castigue al país de Egipto.
Este será para vosotros un día memorable y deberéis solemnizarlo con una fiesta en honor del Señor. Lo celebraréis a lo largo de las generaciones como una institución perpetua.
Durante siete días comeréis panes sin levadura. A partir del primer día, haréis desaparecer la levadura de sus casas, porque todo el que coma pan fermentado, desde el primer día hasta el séptimo, será excluido de Israel.
El primer día celebraréis una asamblea litúrgica, y haréis lo mismo el séptimo día. En todo este tiempo no estará permitido realizar ningún trabajo, exceptuando únicamente el que sea indispensable para preparar la comida.
Celebraréis la fiesta de los Ácimos, porque ese día hice salir de Egipto a los ejércitos de Israel. Observaréis este día a lo largo de las generaciones como una institución perpetua.
En el transcurso del primer mes, desde el atardecer del día catorce hasta el atardecer del día veintiuno, comeréis el pan sin levadura. Durante esos siete días, no habrá levadura en vuestras casas, porque todo el que coma algo fermentado, sea extranjero o natural del país, será excluido de la comunidad de Israel. En una palabra, no podréis comer nada fermentado; cualquiera sea el lugar donde habitéis, comeréis panes ácimos.

[4] “Ya saben que dentro de dos días se celebrará la Pascua” (Mt 26, 1).
“El primer día de los Ácimos … “ (Mt 26, 17).
“Se acercaba la fiesta de los Ázimos, llamada Pascua” (Lc 22, 1).
“Llegó el día de los Ázimos, en el que había que sacrificar el cordero de Pascua”. (Lc 22, 7).
“Faltaban dos días para la fiesta de la Pascua y de los panes Ázimos”. (Mc 14, 1).
“El primer día de la fiesta de los Ázimos, cuando se inmolaba la víctima pascual … “ (Mc 14, 12).
“Se acercaba la Pascua de los judíos … “ (Jn 2, 13).
“Estaba cerca la Pascua de los judíos y muchos del país habían subido a Jerusalén antes de la Pascua para purificarse.” (Jn 11, 55).
“Antes de la fiesta de Pascua”. (Jn 13, 1).
“ … para no contaminarse y poder así comer la Pascua.” (Jn 18, 28).

[5] “Al atardecer, llegó Jesús con los doce”. (Mc, 14, 17).

[6] “En cuando tomó Judas el bocado, salió. Era de noche”. (Jn 13, 30).

[7] “Con el modelo geocéntrico, con la Tierra como centro del Universo, desde la antigüedad se han ordenado los planetas (o astros errantes) atendiendo el tiempo que tardan en dar una vuelta a nuestro planeta. La Luna gira alrededor de la Tierra en poco menos de un mes, mientras que Saturno tarda unos treinta años. Se suponía que, cuanto más tardara en orbitar la Tierra, más lejano estaría el objeto. Así, desde el exterior hasta el interior, se construyó el modelo de universo situando a Saturno, Júpiter, Marte, Sol, Venus, Mercurio y la Luna sobre siete esferas cristalinas concéntricas en orden decreciente de sus períodos sinódicos, es decir, vistos desde la Tierra.
La explicación del orden actual de los nombres de los días es mérito de Dio Cassius, un historiador cristiano del siglo III. Según Cassius, los astrólogos asignaron las 24 horas de cada día de la semana a los siete objetos celestiales errantes en una secuencia cíclica. La primera hora del primer día de la semana fue asignada a Saturno y las siguientes a Júpiter, Marte, el Sol, Venus, Mercurio y la Luna respectivamente. Así la octava hora del primer día volvió a ser asignada a Saturno, y también la decimoquinta y la vigesimosegunda. Siguiendo el ciclo durante todas las horas y días de la semana, las primeras horas de los días siguientes serían asignadas al Sol, a la Luna, Marte, Mercurio, Júpiter y Venus respectivamente.
Por tanto, cada día de la semana recibió el nombre del planeta que tenía asignada la primera hora. Así, la secuencia de los días quedó en: Saturno (dios griego padre de Zéus; en inglés Saturday), Sol (dios Sol; en inglés Sunday), Luna (diosa Luna; en inglés Monday), Marte (dios Marte, Tues en nórdico; en inglés Tuesday), Mercurio (dios Mercurio, Wodan; en inglés Wednesday), Júpiter (dios Júpiter, dios Thor; en inglés Thusday) y Venus (diosa Venus, Frigga; en inglés Friday, que corresponde a nuestros días sábado, domingo, lunes, martes, miércoles, jueves y viernes. Y recordad que para los judíos la semana termina en sábado, el Shabbat, denominación que proviene del nombre del planeta Saturno en hebreo, Shabbetai, como se puede ver en el Talmud de Babilonia.” (Enric Marco Soler, departamento de Astrofísica y Astronomía de la Univesidad de Valencia.)

[8] “Al atardecer, estaba la mesa con los Doce …”. (Mt 26, 20).
“Al atardecer, llegó Jesús con los doce”. (Mc, 14, 17).

[9] “Cuando llegó la hora, se puso a la mesa con los apóstoles”. (Lc 22, 14).

[10]De la casa de Caifás llevan a Jesús al pretorio. Era de madrugada. Ellos no entraron en el pretorio para no contaminarse y poder así comer la Pascua.” (Jn 18, 28).

[11]Estaba cerca la Pascua de los judíos, y muchos del país habían subido a Jerusalén, antes de la Pascua para purificarse.” (Jn 11, 55).

[12]No está aquí, ha resucitado. Recordad cómo os habló cuando estaba todavía en Galilea, diciendo: "Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de los pecadores y sea crucificado, y al tercer día resucite. " (Lc 24, 6-7).

[13]Jesús les respondió: "Destruid este Santuario y en tres días lo levantaré." (Jn 2, 19).

[14]Pasado el sábado, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a visitar el sepulcro. De pronto, se produjo un gran temblor de tierra: el Ángel del Señor bajó del cielo, hizo rodar la piedra del sepulcro y se sentó sobre ella. Su aspecto era como el de un relámpago y sus vestiduras eran blancas como la nieve. Al verlo, los guardias temblaron de espanto y quedaron como muertos. El Ángel dijo a las mujeres: "No temáis, yo sé que buscáis a Jesús, el Crucificado. No está aquí, porque ha resucitado como había dicho. (Mt 28 1-6).
“El primer día de la semana, muy de mañana, fueron al sepulcro llevando los aromas que habían preparado. Pero encontraron que la piedra había sido retirada del sepulcro, y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. No sabían que pensar de esto, cuando se presentaron ante ellas dos hombres con vestidos resplandecientes. Como ellas temiesen e inclinasen el rostro a tierra, les dijeron: "¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado. Recordad cómo os habló cuando estaba todavía en Galilea, diciendo: "Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores y sea crucificado, y al tercer día resucite. " (Lc 24, 1-7).

“A la madrugada del primer día de la semana, cuando salía el sol, fueron al sepulcro. Y decían entre ellas: "¿quién nos correrá la piedra de la entrada del sepulcro?". Pero al mirar, vieron que la piedra había sido corrida; era una piedra muy grande. Al entrar al sepulcro, vieron a un joven sentado a la derecha, vestido con una túnica blanca. Ellas quedaron sorprendidas, pero él les dijo: "No temáis. Buscáis a Jesús de Nazaret, el Crucificado. Ha resucitado, no está aquí.” (Mc 16, 2-6).

“El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro. Echa a correr y llega donde Simón Pedro y donde el otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: "Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto." Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro. Se inclinó y vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve las vendas en el suelo, y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en un lugar aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó, pues hasta entonces no habían comprendido que según la Escritura Jesús debía resucitar de entre los muertos.” (Jn 20, 1-9).
[15]Excepcionalmente, la tradición cristiana carece de lengua sagrada, entendiendo ésta como aquella en la que se formulan sus Escrituras Sagradas y permanece siempre en tal lengua, lo que asegura la inmutabilidad de su texto, puesto que las traducciones siempre son aproximadas, varían de un idioma a otro, y en el proceso se pierden los diversos sentidos o referencias esotéricas de los distintos niveles hermenéuticos que tiene la lengua sagrada, la cual, a su vez, pasa a ser automáticamente lengua litúrgica de dicha tradición. La tradición cristiana, originariamente, fue oral hasta que surgieron los evangelios canónicos, escritos en griego.
Otra rareza del cristianismo es que carezca de una legislación propia, en contra de lo que sucede con el judaísmo, hinduismo, e islam, por ejemplo; de tal forma, que tuvo que acomodar a sus necesidades el Derecho Romano, con añadidos que no se fundamentan siquiera en las Sagradas Escrituras.” (René Guénon).
[16]Al atardecer, llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también se había hecho discípulo de Jesús,  y fue a ver a Pilatos para pedirle el cuerpo de Jesús. Pilatos ordenó que se lo entregaran. Entonces José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia y lo depositó en un sepulcro nuevo que se había hecho cavar en la roca. Después hizo rodar una gran piedra a la entrada del sepulcro, y se fue”. (Mt 27, 57-59).

“Había un hombre llamado José, miembro del Consejo, hombre bueno y justo que no había asentido al consejo y proceder de los demás. Era de Arimatea, ciudad de Judea, y esperaba el Reino de Dios. Se presentó a Pilatos y le pidió el cuerpo de Jesús y, después de descolgarle, le envolvió en una sábana y le puso en un sepulcro excavado en la roca en el que nadie había sido puesto todavía.” (Lc 23, 50-53).

“Era día de Preparación, es decir, víspera de sábado. Por eso, al atardecer, José de Arimatea –miembro notable del Sanedrín, que también esperaba el Reino de Dios– tuvo la audacia de presentarse ante Pilatos para pedirle el cuerpo de Jesús. Pilatos se asombró de que ya hubiera muerto; hizo llamar al centurión y le preguntó si hacía mucho que había muerto. Informado por el centurión, entregó el cadáver a José. Este compró una sábana, bajó el cuerpo de Jesús, lo envolvió en ella y lo depositó en un sepulcro cavado en la roca. Después, hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro. María Magdalena y María, la madre de José, miraban dónde lo habían puesto.” (Mc 15, 42-47).

“Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, aunque en secreto por miedo a los judíos, pidió a Pilatos autorización para retirar el cuerpo de Jesús. Pilatos se lo concedió. Fueron, pues, y retiraron su cuerpo. Fue también Nicodemo - aquel que anteriormente había ido a verle de noche - con una mezcla de mirra y áloe de unas cien libras. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en vendas con los aromas, conforme a la costumbre judía de sepultar. En el lugar donde había sido crucificado había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el que nadie todavía había sido depositado. Allí, pues, porque era el día de la Preparación de los judíos y el sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús.” (Jn 19, 38-42).

[17] “Los judíos, como era el día de la Preparación, para que no quedasen los cuerpos en la cruz el sábado - porque aquel sábado era muy solemne - rogaron a Pilatos … “ (Jn 19, 31).
[18] A la mañana siguiente, es decir, después del día de la Preparación, los sumos sacerdotes y los fariseos se reunieron y se presentaron ante Pilatos, diciéndole: "Señor, nosotros nos hemos acordado de que ese impostor, cuando aún vivía, dijo: "A los tres días resucitaré".  Ordena que el sepulcro sea custodiado hasta el tercer día, no sea que sus discípulos roben el cuerpo y luego digan al pueblo: "¡Ha resucitado!". Este último engaño sería peor que el primero". Pilatos les respondió: "Ahí tienen la guardia, vayan y aseguren la vigilancia como lo crean conveniente". Ellos fueron y aseguraron la vigilancia del sepulcro, sellando la piedra y dejando allí la guardia.” (Mt 27, 62-66).
[19]Pasado el sábado, María Magdalena, María, la madre de Santiago, y Salomé compraron perfumes para ungir el cuerpo de Jesús.” (Mc 16, 1).

[20] “Y regresando, prepararon aromas y mirra. Y el sábado descansaron según el precepto.” (Lc 23, 56).

jueves, 9 de abril de 2020

SABÍAS QUE EN SEMANA SANTA ...


SABÍAS QUE EN SEMANA SANTA ...


- La Semana Santa no es igual cada año porque cada persona llega a ella de forma distinta, ya que cada año te han pasado cosas diferentes que hace que no llegues a ella de igual manera que el año anterior.

- La Semana Santa es celebrar la muerte, el conocer qué es lo que no conocemos, qué hay más allá, qué hay después de la muerte.

- La Semana Santa conmemora un doble acontecimiento: Pasión y Resurrección. Se enfrente a la celebración de la paradoja central del cristianismo. Evoca cómo sufrimiento, humillación y derrota habían de convertirse en victoria, redención y gloria, cuya premisa fue precisamente la catástrofe previa: el martirio del justo. La tragedia absoluta se convierte en romance heroico, liberación de la muerte a través de la muerte.

- La conmemoración se enfrente a un dilema: o bien se acentúa la dimensión trágica, el peso de la Pasión, algo que sólo puede lograrse diluyendo la anticipación del triunfo hasta "olvidar" la Resurrección; o bien se orienta hacia esta última, lo que atajaría el lado trágico. Se anticipa un final feliz, o al menos se devalúa la tristeza que lo precede. En el primer caso, se trata de rememorar el sacrificio con verdad, "olvidando" el horizonte de esperanza.

- Mientras la Iglesia sitúa en el centro de la liturgia la "Vigilia Pascual", la vuelta a la luz tras las cuarenta horas de oscuridad, las procesiones se centran, por el contrario, en ese tiempo de tinieblas. Desde la lógica religiosa, el acontecimiento central no es la Pasión, sino la Resurrección ("Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también nuestra fe". (1 Corintios 15, 14). De ahí que todo el ceremonial se oriente hacia ese momento; el Oficio de Semana Santa no es sino imprescindible preparación para ese momento, para la celebración del milagro, desde la iluminación al uso del espacio, se oriente a la vigilia nocturna en la que se produce el Acontecimiento que cambiaría el destino de la humanidad.

- En las procesiones hay una devaluación paradójica del Domingo de Resurrección. Se subraya el carácter de tragedia, y la imagen de su final venturoso se desdibuja.

- Existe un contraste marcadísimo entre la sobriedad de las ceremonias en el templo y el despliegue visual y sonoro de las procesiones.

SAN JUAN EVANGELISTA Y LA PALMA

San Juan Evangelista. Cuenca.

- San Juan, "discipulo amado", autor de cuarto Evangelio, tres Cartas y el Apocalipsis.

- Pescador de Betsaida, hijo de Zebedeo ¿?, hermano de Santiago, discípulo del Bautista y apodado "Hijo del Trueno". Participó con Pedro y Santiago de los episodios más significativos de la vida de Jesús, y en la Última Cena recostó su cabeza en el pecado de Jesús.

- Estuvo con María "junto a la cruz" (Jn 19, 25-27), y fue testigo, junto a Pedro, del sepulcro vacío: "... vió y creyó." (Jn 29, 8).

- "Junto a la cruz estaban su madre y la hermana de su madre, María, la mujer de Cleofás, y María Magdalena. Jesús viendo a su madre y junto a ella al discípulo amado, a quién amaba, dice a su madre: "Mujer, ahí tienes a tu hijo." Luego dice: "Hijo, ahí tienes a tu madre".

-   Es uno de los tres apóstoles que acompañaron a Jesús en el monte Tabor durante su transfiguración, y en el monte de los Olivos durante su agonía.

- El brazo derecho extendido podría tener dos significados: o bien podría estar apuntando al horizonte, o bien estaría señalando a la Madre Dolorosa que viene tras él.

- El color verde representa la naturaleza, el renacimiento de ésta a la llegada de la primavera. La iconografía cristiana le otorga un significado de renovación espiritual manifestado explicitamente en el Evangelio de San Juan: "No te maravilles de que te dije Os es necesario nacer de nuevo." (Jn 3, 7).

- La palma que sostiene San Juan Evangelista no es la del martirio, sino la que le entregó el Arcángel  Gabriel, el mismo que le dio la noticia de la Anunciación ( también algunos autores hablan de ¿San Miguel?), traída del Paraíso, a la Virgen María el día que le anunció su pronta partida. Dicha palma debía llevarla por delante del ataúd. Ésta, en su lecho de muerte, le confió a San Juan para que llevase ante su féretro en el funeral.

- La Virgen María habló con él y le confió "esta vara de palma para que la lleves delante de mi féretro, pues ésto me ha sido ordenado", y le pidió que tomara el incienso y se pusiera en oración.

- San Juan, en un primer momento, rechaza llevar la palma delante del féretro, "no sea que haya murmuraciones y quejas entre nosotros".

- La palma es la rama del Paraíso, relacionada con la tradición cristiana de la Asunción de la Virgen a los cielos.

- A la muerte de la Virgen María, el primero en llegar fue San Juan, el discípulo predilecto, que estaba predicando en Éfeso.

- San Juan acompaño a María a Éfeso después de la muerte de Jesús, aunque no hay ningún documento que pueda apoyar dicha idea.

- San Juan, junto con la Virgen María, es lo que representa un "Calvario", estando ambos al pie de la cruz, partícipes del drama de la Redención.

- Atributos más característicos de San Juan Evangelista: Águila, la copa del veneno, el caldero de aceite hirviente y la palma del Paraíso.

- El águila le sirve de pupitre para escribir su Evangelio o le presenta un tintero en el pico. También el águila representa el alto valor teológico de sus escritos.

- En el ciclo de los apóstoles tiene como emblema la copa envenenada, de la que escapa el veneno en forma de dragoncillo. Este atributo apareció tardíamente en el siglo XIII. La copa envenenada con frecuencia tiene la forma de un cáliz donde, en lugar del dragón, encima del recipiente se representa una hostia.

- Copa o vaso del que sale una serpiente originado por la tradición cristiana que cuenta cómo el sumo sacerdote del templo de Diana de Éfeso (allí murió la Virgen María) le ofreció una copa envenenada que bebió después de bendecirla, no causándole ningún mal.

San Juan Evangelista. Cuenca.

VIRGEN DE LA SOLEDAD (SOLEDAD DE MARÍA)

                     
     Virgen de la Soledad. Cuenca                         Virgen de la Soledad. Zamora

- Diego Díaz Herrero sostenía que fue el Papa Inocencio en señalar que el sábado era un día dedicado a honrar a la Virgen en recuerdo a los dolores y soledad que sufrió durante la sepultura de su hijo, extremo luego confirmado por el Concilio de Clemont en el año 1069, durante el pontificado de Urbano II, en el cual se concluía señalando que "la razón principal por la que dedicamos esta día (sábado) a la Santísima Virgen, es para acompañar en aquella soledad después de la muerte de Cristo, y para celebrar su constancia en la fe de la Resurrección, cuando esta fe se había extinguido o debilitado tanto casi en todos los discípulos de Jesús".

- A Isabel de Valois, llamada por el pueblo Isabel de la Paz, tercera esposa de Felipe II, se debe el origen del modelo iconográfico más habitual de la Virgen de la Soledad. Fue camarera de esta reina la condesa viuda de Ureña, quién sugirió vestirla tal y cómo lo hacían las viudas del momento: túnica blanca cerrada y larga hasta los pies, tocas blancas al estilo monjil alrededor de la cabeza, y manto negro amplio.

- La devoción a la Virgen de la Soledad de María es típicamente hispana.

- Las cofradías de la Soledad de María están directamente relacionadas con la función del descendimiento y la procesión del Santo Entierro. Estas cofradías realizaban sus actos principales en la tarde-noche del Viernes Santo, clausurando el ciclo de procesiones de Semana Santa a la espera de la Pascua.

- La soledad de la Virgen María concluyó en el mismo momento en que Jesús resucitó.

- Algunos autores consideran que María nunca había dudado de la certeza de la promesa hecha por su Hijo de que a los tres días resucitaría del sepulcro.

Virgen de la Soledad. Cuenca de Campos. Valladolid.


TENEBRARIUM (TENEBRARIO)

Tenebrario o Tenebrarium. El Parral. Segovia

- Durante los tres últimos días de la Semana Santa (Triduo Pascual), ya caída la tarde, se cantaban los salmos acostumbrado en las principales iglesias.

- El Oficio de Tinieblas, Officium Tenebrarum, que no es otra cosa que el canto o  rezo de las horas litúrgicas Maitines y Laudes del Jueves, Viernes y Sábado Santos, trasladados a la víspera, siempre al atardecer, para posibilitar la mayor asistencia de fieles cristianos. Con el cántico de las diversas antífonas, responsorios y salmos, y con las lecturas correspondientes al Triduo Saco, se va recordando la Pasión de Cristo, su agonía y muerte, y sus exequias y sepultura. Y todo ello casi en la casi oscuridad, con tan sólo las velas del tenebrario. Era una celebración destacada de la liturgia oficial, hoy desaparecida, pero antaño con hondo calado social (en algunos pueblos, este oficio de tinieblas se adelantaba a los días anteriores de la semana para distribuir los actos para que no cayeran todos los mismos días).

- Se disponía un candelabro de forma triangular con quince velas (Tenebrario o Tenebrarium) en el presbiterio delante del altar. Los cánticos duraban más de una hora. Al término de cada salmo o lección, cantada en latín, por supuesto, se iban apagando las velas o luces de una en una por riguroso orden: la primera, la más baja del lado del Evangelio; la segunda, la inferior del lado de la Epístola; la tercera, la situada inmediatamente encima de la primera; la cuarta, la contigua a la segunda; ...  y así sucesivamente y alternativamente se iban extinguiendo todas las velas del Tenebrario menos la vela María, la última, que era tapada pero no apagada, porque había que resaltar que, mientras los apóstoles y las mujeres vieron su fe arruinada a la muerte de Jesús, su madre, María, la mantuvo pese a todo; de ahí que no se apagaba, para que volviera a lucir al cabo de un breve tiempo, equivalente, más o menos, al rezo de un Padrenuestro.

- Una vez extinguidas todas las velas, menos la vela María, se continuaba con los seis blandones amarillo que estaban sobre el altar, y con todas las demás lámparas y vela de la iglesia. Cuando el acólito arrodillado en las gradas del altar mayor y con la vela María entre sus manos, iba a esconderla detrás del altar en el mismo lado de la Epístola, fuera del alcance de la mirada del pueblo, la oscuridad se acentuaba en la catedral o en el templo. Expectantes, todos los fieles presentes aguardaban de rodillas a que el sacerdote entonase el "Christus factu est pro nobis obediens usque ad morten". Después escuchaban el sosegado cántico del Miserere: "Darás gozo y alegría a mis oídos, y mis huesos humillados saltarán de contento". Y, finalmente, al escuchar el texto añadido al salmo: "Señor, conózcate justo en tus palabras y venzas cuando juzguen de tí. Fui llevado al Señor oveja a la víctima y no abrió su boca", el mundo parecía venirse abajo, como le vino la muerte a Cristo.

- En ese momento se producía en la iglesia toda clase de ruidos para recordar las tinieblas y el terremoto seguido a la muerte de Cristo. Cientos de matracas, carracas y tablillas quebraban el aire reposado y silencioso de los templos para protestar por el tránsito del Salvador, para estremecerse como se estremeció el universo entero. Este ruido duraba hasta que se destapaba la última vela. La algarabía en el templo a oscuras era una ocasión aprovechada para el jolgorio y la burla.

- Las quince velas es la suma alegórica de los doce apóstoles más las tres Marías. La última, llamada Vela María representa a la Virgen María, cuya fe sobrepasa a la de los apóstoles. También simbólico era el ruido que se hacía en la iglesia, interpretado como las tinieblas que envolvieron la tierra o el estrépito de la cohorte romana. La chiquillería aprovechaba el momento de estrépito para hacer sus bromas: clavar al suelo de madera o bancos las faldas de las mujeres asistentes, o incluso a la rotura de bancos y sillas, pataletas en el suelo, gritos, vocerío. Incluso ocurría que los niños, impacientes por que llegase el final de tanto cántico, tocaban a destiempo sus matracas e incluso se acercaban a apagar las velas antes de tiempo, produciéndose con ello cierta confusión, junto con el enfado del cura y del sacristán.

Tenebrario o Tenebrarium. Siglo XVIII.

- El significado simbólico que tienen los actos de apagar las velas del tenebrario y el ruido que produce al final. Con lo primero se pretende que los cristianos recuerden el abandono de Jesús por sus discípulos y amigos, al tiempo que era atormentado por los judíos. La única vela encendida del final recuerda también a Cristo. El ruido final nos indica las convulsiones y trastornos de la naturaleza en el trance de la muerte del Salvador.

- Las tinieblas, como algunos otros actos litúrgicos, dejaron de celebrarse. En ello pudo influir este desorden durante la celebración, pero tal  vez se debiese a los cambios introducidos posteriormente por la Iglesia en relación con algunas de las prácticas tradicionales.

HECHOS Y PERSONAS DE SEMANA SANTA (no probados canónicamente)

VERONICA

- βερνμκϊ en griego; Bernice o Berenice.

- Personaje de los evangelios apócrifos.

- Es identificada ("Actas de Pilatos" o "Evangelio de Nicodemo, VII) como la mujer con flujo de sangre curada por Jesús (Mt 9, 20-21).

- En "Muerte de Pilatos" aparece como una amiga de Jesús que llevaba muy mal sus ausencias y desea que le hagan un retrato.

- En "Venganza del Salvador", auténtico melodrama, aparece en posesión de un retrato del que es despojada y que trata de recuperar a toda costa, entremezclando su curación anterior con el retrato milagroso. Las dos versiones concluyen en un personaje apreciado por el pueblo, pero de muy dudosa veracidad.

Verónica. Cuenca.
Foto: David Saiz

LONGINOS

- Personaje de leyenda, que no el soldado encargado dela ejecución de Jesús (Jn 19, 34).

- El evangelio apócrifo "Actas de Pilatos, 16" da el nombre de Longinos a este soldado. Más adelante indica que también vigiló el sepulcro, y que después de la resurrección fue a escuchar a Jesús, junto a Prida, la mujer de Pilatos, y echó en cara a los discípulos la resistencia que éstos tenían para creer (Carta de Pilatos a Herodes).

- El "Poema de Mio Cid", versos 352-356, se hace eco de la leyenda de que Longinos era ciego, pero fue curado al frotarse los ojos con la mano manchada de sangre que había goteado de la lanza o por la lanza.

Longinos. Cuenca.
www.jesusamarrado.com

Longinos


MONUMENTO

- Monumento -> "Vulgarmente se toma por el túmulo y aparato que se haze en toda la Yglesia Católica el Jueves y Viernes Santo, donde puesta un arca en forma de sepulcro, se encierra el Santísimo Sacramento, en memoria del sepulcro en que estuvo en aquellos tres días el cuerpo de Nuestro Redemptor Jesu Christo. Pero en rigor, "Monumentum est quid quid os monet, ut tituli, sepulcra, estatue, fama, porticus, thetra, carmina, historiae, documenta, preaedeptiones, sapientum monita, libri et cartera ciusmundi" (Sebastián de Covarrubias. Diccionario, pag. 762. Siglo XVII).

- Està escrita esta definición en un momento en que este elemento gana grandiosidad, se construyen monumento de gran tamaño, auténticos ostensorios eucarísticos que contribuyen a la solemnidad y pompa con la que se realizan los actos religiosos debido al impulso que da el Concilio de Trento a raíz de los ataques que había sufrido la Eucaristía por parte de los protestantes.

- El rito de Monumento consiste, grosso modo, en trasladar el Santísimo Sacramento del altar a un lugar especial que recibe el nombre de Monumento, donde es adorado por los fieles hasta el día siguiente en que será consumido.

- Esta forma de adoración tiene su origen en época paliocristiana, debido a que el Viernes Santo no había consagración; no estaba permitida por considerarse un día alitúrgico centrado en la Cruz.

- Durante los primeros siglos del segundo milenio después de Cristo, la Eucaristía fua adquiriendo una mayor devoción; especialmente tuvo gran arraigo entre el pueblo, pasando a ser guardada den la sacristía de las iglesias a ser depositada en el sagrario del altar mayor.

- También en ese momento se comienza a realizar la elevación de la hostia y el cáliz tras la consagración, así como las exposiciones, y también a raíz de las celebraciones del Jueves Santo nace la festividad y procesión del Corpus Christie.

- Es en ese momento cuando el Monumento de la Semana Santa alcanza verdadero significado, evocando la deposición de Cristo en el Santo Sepulcro, y conectando la devoción eucarística con la Pasión y Muerte.

- El sacerdote consagraba dos hostias el Jueves Santo: una para la comunión de ese día y otra se conservaba hasta la función del Viernes Santo.

- En principio, la reserva se realizaba bajo las dos especies y se guardaban en la arqueta o sagrario donde habitualmente estaba. Es a partir del siglo XI cuando el vino se deja de reservar y comienza entonces un rito que cada vez será más complejo y solemne.

-Tras la Misa in Cena Domini, la hostia que se reservaba para el Viernes Santo se encontraba introducida en un cáliz, el cuál se cubría con la palia y la patena invertida; todo ello se envolvía con un paño blanco de sede que se ataba al cáliz para la procesión.

- Místicamente, el cáliz representaba en la Edad Media el Santo Sepulcro, la palia y la patena la piedra con la que había sido sellado el sepulcro, y el paño blanco con la colonia para atarlo simbolizan la mortaja.

- El Santísimo Sacramento era llevado bajo palio, cuyos varales eran portados por sacerdotes o por las autoridades, ya que se consideraba una forma de honor.

- La procesión recorría el camino más largo en el interior del templo, realizándose en algunos lugares estaciones o paradas y, mientras, se cantaba el "Pange Lingua". A la llegada al monumento se cantaba el "Tantum Ergo Sacramentum" mientras se inciensa el Sacramento. Se introduce en el sagrario o arca y se cierra. Finalmente, el celebrante se cuelga la llave al cuello.

- En algunos lugares, la  llave se cedía al  alcalde o al representante de alguna hermandad o gremio.

- Después de cerrarse el Sagrario, especialmente en los pueblos, se colocaban las varas del alcalde y del juez junto al altar del monumento. El dejar este símbolo de autoridad indica un tiempo de ausencia de poderes en las localidades, lo cual justifica en estos días juegos como las chapas. (¿El juego de las Caras de Calzada de Calatrava (Ciudad Real) tiene su origen en esta ausencia de autoridad al celebrarse en la mañana del Viernes Santo?).


Juego de las chapas

- El Monumento se convierte en una especie de sanctasanctorum, de centro de atención en las iglesias, ya que, después de los oficios de Jueves Santo, se tapaban todos los retablos con cortinas moradas o negras, se retiraban los crucifijos, se despojaban los altares y las campanas callaban o se sustituían por carracas, matracas, tablillas, etc.

- La adoración de Santísimo Sacramento en el Monumento terminaba con la función litúrgica del Viernes Santo, en que era sacado el arca o sagrario para ser consumido por el celebrante.

- Se formaba de nuevo una procesión con la misma pompa que la del Jueves Santo y con el canto del "Vexilla Regis", que es un himno a la Cruz.

- La procesión eucarística del Viernes Santo con la vuelta del Santísimo Sacramento al altar se realiza sin solemnidad por el camino más corto, debido a que no están en consonancia con el carácter de la liturgia de la jornada, que se centra en la Pasión del Señor y en la Cruz.

- A partir del Concilio Vaticano II (1959-1962), el significado del Monumento como sepultura del Señor queda relegado, y se aconseja erradicar todo símbolo que se relacione con ello. Los motivos de meditación han de ser la Eucaristía como memorial de la Muerte y Resurrección de Cristo, el Sacerdocio Ministerial como presencia de Cristo en el Mundo, y el mandato del amor fraterno como respuesta.

- A partir del Concilio Vaticano II (1959-1962) se desplaza del  todo la temática pasionista predominando una temática eucarística, que se manifiesta en una mesa colocada ante el sagrario, cuyo fin es imitar la Última Cena, patos, vasos y alimentos con una simbología apropiada, como las espigas, trozos de pan junto a racimos de uva o un cántaro de vino, además del huevo, símbolo de eternidad. Las velas que se ofrecían al Santísimo Sacramento no han faltado nunca.

- Con el Concilio Vaticano II se recomienda sobriedad y austeridad.


HECHOS DE LA SEMANA SANTA (no probados canónicamente)

- San Gregorio Nacianceno había sostenido que ese lugar cercano al Calvario donde se había refugiado María durante las cuarenta horas que había estado su Hijo sepultado, era propiamente la casa de San Juan, al que había sido confiada pocas horas antes: "Es necesario que te recojas allí, Señora. Como está próxima al sepulcro podrás observarlo todo. Allí permanecerás tranquila todo el día de mañana (sábado y la ley judía prohibía realizar ningún trabajo físico; de ahí la premura de sepultar antes del ocaso el cuerpo de Jesús) y, según el precepto, aguadarás a la oscuridad resplandeciente del día tercero para, en secreto, cumplir con las prácticas acostumbradas."

- No existe unanimidad entre los autores sobre el lugar dónde se retiró María tras la sepultura de su hijo. Así, frente a esta tradición, hay otra que asegura que se recluyó en el Cenáculo junto a Juan y el resto de las mujeres que la acompañaban. Son muchos los autores que sostienen este punto.

- Existe otra tradición según la cual la Virgen María se recluyó en casa de su madre tras la sepultura de Jesús.

- Un relato apócrifo siríaco del siglo V titulado "De transitu Mariae" señalaba que la Virgen no sólo quiso habitar cerca del sepulcro, sino que hasta el fin de su vida en la tierra gustó de peregrinar por los lugares donde había sufrido su Hijo, deteniéndose particularmente en el Calvario y en el Santo Sepulcro. Podemos entrever aquí ya el origen del la leyenda, muy popular entre los siglos medievales, según la cuál, María había la primera persona en recorrer la Viacrucis.

Santo Sepulcro de Jerusalen.

- No hay alusión histórica, sino literaria, cuando Pilatos presenta a las multitudes a Jesús azotado y coronado de espinas (espinas de una planta llamada carbonera) diciendo: "He aquí al Hombre (Ecce Homo)", remedando la escena final y las últimas palabras del corifeo de la tragedia "Edipo Rey" de Sófocles; "He aquí Edipo".



- Pilatos -> único personaje histórico que aparece en el Credo de Constantinopla (381) que no en el de Nicea (326).