jueves, 24 de agosto de 2023

¡¡¡AAYYYY!!! ¡¡CÓMO HEMOS CAMBIADO!! (II) ¿PUEDO CANTAR?

 

¿PUEDO CANTAR?

Por la calle abajito

baja una urraca,

y detrás su marido

con una estaca.


Te voy a tirar una breva

que te pegue en el ombligo

si te pega más abajo

la breva te da en el higo.

 

Si quieres que la lotería te toque

bájame los pantalones,

te va tocar el gordo

y dos aproximaciones. 

¡¿A santo de qué viene esto ahora?! ¡Con lo serio que soy! ¡Eclesiástico por naturaleza, de nacimiento y convencimiento! ¡Este curita se ha vuelto loco! estaréis pensando.

        No, no me he vuelto loco. Simplemente rememoro coplillas que contemporáneos míos y antepasados vuestros (algunos no tan antepasados como pudierais pensar) cantaban por las calles a las mozas de los pueblos, pueblos como el nuestro sin ir más lejos. Coplillas “picantes” y dicharacheras que en aquella época gustaban y hasta deseaban oírlas las mozas y no tan mozas por si algún guitarrista o bandurriero (que no bandolero) les echara el ojo por lo que pudiera pasar de ahí en adelante (¡que Dios los pillara confesaos!).

        Hoy día, ¿quién osa cantar semejante “barbaridad barriobajera”? ¿Quién osa perpetrar tal atentado contra una mujer sin ser ella la que diera su consentimiento de que pudieran cantarle? ¿Quién osa agredir sexualmente a una mujer de manera verbal y cantoral? ¿Quién osa utilizar la cultura y sabiduría ancestral y popular de todo un pueblo para tratar de alegrar la vida nocturna y diurna (en menor medida) de una moza sin su consentimiento? ¿Quién osa pasarse tres días en los calabozos de un cuartelillo por usar la cultura y sabiduría popular para alegrar la vida nocturna (en mayor medida) de todo un pueblo adormecido después de una dura semana de trabajo agrícola y ganadero? Muy tonto, idiota y estúpido hay que ser para realizar semejante delito con sus acarreadas consecuencias judiciales.

        Es lo que tenemos hoy día: eliminación de la cultura y sabiduría popular (sea del pueblo que sea y de la comunidad autónoma que sea) por motivos que jamás podrán entender quienes se han pasado más de media vida investigando, recopilando, adaptando, arreglando, cantando esas coplillas que tanto dicen de un pueblo, de sus gentes, de su forma de vida, de sus trabajos, de sus vivencias, de sus alegrías, de sus tristezas. Hoy día están prohibidas por ser “políticamente incorrectas”, por “atentar a la dignidad de la mujer”, por “agredirla verbalmente”. Sin embargo no están prohibidas esas canciones de no sé qué ritmo o estilo musical en las que, en sus correspondientes vídeos, sales mujeres demasiado ligeras de ropa, con movimientos corporales "sin comentarios", arropando al cantante de turno y exhibiéndolas éste como "trofeo" por su ¿buen hacer? musical. ¡Eso no es una dejación a una mujer! ¡Eso no es exhibir a la mujer como un trofeo! ¡Eso no es tratarla como una "cosa" y no como un ser humano! ¡Eso es hacer lo que yo diga pero no hagáis lo que yo haga!

        Los inquisidores de hoy día (nada que ver con los de los siglos XV y XVI) despellejan (torturan) a cualquier viviente que utilice dicha cultura popular para alegrar la más mínima fiesta particular (no digamos ya las fiestas populares y patronales; la hoguera es para ellos como encender un cigarrillo que, por cierto, está prohibido fumar al aire libre, según otra sentencia inquisitorial de sus majestades los inquisidores actuales). Es lo tiene el aburrimiento de unos niñatos y unas niñatas, el hartazgo de tener de todo y no disfrutar de nada, de haber vivido muy deprisa con muy poca edad, el tener un analfabetismo criminalmente galopante con una terrible y horrible enciclopedia en sus manos o en sus bolsillos (la menor parte del tiempo), pero sin poder utilizarla convenientemente al no saber leer ni querer aprender. Viejos y rancios con apenas veinte años. ¡Viva mi Inquisición!, pensarán estas gentuzas mientras sonríen para sí con el total convencimiento de que están y han sometido a la sociedad a sus "gustos" con la amenaza de la exclusión total de la sociedad y incluso la inclusión total en un centro penitenciario con su correspondiente manchón en su certificado de penales, lo que impediría volver a cantar, volver a trabajar en centros de trabajo donde hubiera mujeres trabajadoras, incluso en colegios con niños y niñas en sus aulas (como no puede ser de otra forma).

        Eso es lo que tenemos hoy en día. Así hemos cambiado y así es como lo debemos decir alto, claro y fuerte: inquisidores fuera de nuestras vidas. ¡Dejadnos en paz! ¡No queremos saber nada de vosotros! ¡No tenemos nada que ver con vosotros! ¡No intentéis adoctrinarnos con vuestra incultura y vuestro analfabetismo! ¡Fuera de nuestras vidas!

          Aayyyy, ¡como hemos cambiado!


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