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domingo, 9 de noviembre de 2014

DON INO Y LA DEMAGOGIA DEL HAMBRE

         La aventura del románico que trato de compartir con vosotros, no solo me aporta satisfacción, sino que, además, saca a la luz pequeñas (o grandes) inquietudes vuestras que parecían estar adormiladas o que, simplemente, no las sacabais afuera, bien porque no tocaba, o bien por miedo a quedar mal por la sola impertinencia de plantearlas.

         La profunda interrelación del Románico con la Iglesia hace que, a la vez que se profundiza en uno, afloren cuestiones de la otra, algunas de ellas tan viejas como la vida misma, pero que vuestro “modus vivendi” actual, las vuelve a poner de moda aún si cabe con más fuerza y desparpajo que antes, rayando y superando, en la mayoría de las veces, la demagogia más charlatana, chabacana y vocinglera en la que una persona puede caer, sin ni tan siquiera pararse a pensar un momento antes de proclamarla solemnemente, el soberano desconocimiento que tenemos de nosotros mismos, del ser humano, y de la historia de la historia en general. Os puede parecer que soy un poco grosero y maleducado, pero da mucha pena ver cómo, a medida que pasa el tiempo, las personas no aprenden de los viejos errores, siguen obstinados en viejas ideas que la historia ha demostrado una y mil veces que son inviables por la sola procedencia, presencia y hacienda del ser humano.

         La situación social que estáis viviendo en la actualidad es una situación más bien complicada: recortes económicos por todos lados, subida importante y generalizada de impuestos, caída brutal de ayudas para personas con problemas físicos y psíquicos, aumento terrible del paro, etc. Pero no podéis olvidar ni por un momento, que todo ello es una consecuencia de la propia idiosincrasia vuestra, del ser humano. Durante mucho tiempo habéis estado viviendo por encima de las posibilidades reales de las personas, habéis idolatrado al dinero y al poder, la avaricia y el enriquecimiento rápido eran metas corto plazo con vistas a mantenerlas a largo plazo, el uso y abuso con el dinero de los demás eran negocios rentables con un importante subidón de autoestima.


         Sin embargo, como cualquier cuento infantil, como cualquier irrealidad o sueño pasajero, todo tiene un final que no siempre tiene que ser un final feliz como en este caso.  El castillo de naipes donde habitaba vuestra vida se ha desmoronado, el sueño se ha terminado y, como todos tememos muy mal despertar, tendemos a culpar a alguien de nuestra nueva situación, y, una vez más, le ha tocado a la Iglesia Católica.

         Una gran parte de la sociedad actual, sobre todo aquella formada por esas personas que vivían fuera de su propia realidad, dirigen su ira y su furia contra la Iglesia Católica para que ésta, aparte de que le sean retiradas todo tipo de ayudas estatales, venda todo su patrimonio e general, sin miramientos ni concesiones, y lo destine a solucionar el problema del hambre en el mundo, en vez de pedir ese dinero a las personas, que, dicen, bastante tienen con lo que tienen, refiriéndose a sus problemas personales, esos conseguidos con su actitud perniciosa y maléfica hacia ellos mismos y hacia los demás. Pero como todo lo que procede de lo más irritante y oscuro del ser humano, saca a la luz su propia ignorancia, su rabia bílica les hace quedar como demagogos de su aculturación, como analfabetos sociales e históricos reconociéndolos a todos ellos por sus ojos saltones, rojos y llorosos de ira y rabia. La historia ya se encargó antes de demostrarles que su solución no es más que el puro desconocimiento del comportamiento del ser humano, sobre todo cuando el dinero ronda fácil entre ellos.

         Algunos años antes de nacer yo, ya se había producido en España lo que en la actualidad, y en la historia, se conoce como la Desamortización de Mendizábal, un proceso mediante el cual el Estado se enajenó los bienes eclesiásticos para venderlos entre particulares al mejor postor, con la sola finalidad de recaudar fondos para pagar deudas estatales acumuladas por, nuevamente, el despropósito y la mala ralea del ser humano. Las propiedades eclesiásticas pasaron a manos privadas, pero lejos de mantenerlas y de darles la función para la que fueron construidas, las abandonaron, y la gran mayoría de ellas pasaron a modo ruinoso, con la destrucción y desaparición de muchas de ellas; las que aún quedan en pie, son sólo para demostrar lo que es de verdad el ser humano cuando de dinero, poder y acumulación de riquezas se trata. Huelga decir que en modo alguno se solucionó el problema financiero del Estado Español, creándose uno casi peor con dicha desamortización.

         Si la Iglesia Católica, en la actualidad, vendiera todo su patrimonio para dar de comer a tanta población necesitada, tanto dentro de España como fuera de ella, el problema se podría solucionar durante un cortísimo periodo de tiempo, ya que, como todos sabéis, el dinero se termina, se agota, se marcha y no vuelve más si no hay nadie ni algo que lo vuelva a traer, dificultad extrema hoy en día. Pero el hambre seguirá estando ahí, porque el hambre no es una enfermedad pasajera que se puede quitar con algo de medicamentos y cuidados; el hambre es una enfermedad que no tiene cura, se puede paliar durante un cortísimo periodo de tiempo, pero vuelve más enfurecida, más rabiosa, más dañina si cabe. Y para tratar de mantenerla a raya, no es posible sin dinero, sin medios, y, sobre todo, sin dedicación altruista ajena.

         La situación ahora cambiaría considerablemente: la Iglesia Católica no tendría patrimonio, ni el dinero conseguido con la venta de éste; no tendría nada, y el hambre estaría ahí, esperando algo o alguien que se interese por ella. Si la Iglesia ya no puede ayudarle, la sociedad simple y puramente no quiere, pregunto: quién atenderá a toda esa gente desvalida, sola, abandonada a su suerte con la muerte rondando a su alrededor dándole minutos de vida a modo de favor diabólico? Y lo que es peor aún, ¿tienen alguna esperanza de salvarse, de encontrar alguien que quiera ayudarles, alguien que se interese por ellos aunque solo sea por compromiso o cortesía? Si unos no pueden y otros no quieren, … ¿Habéis pensado alguna vez cómo os podríais sentir si necesitarais ayuda y no encontrarais a nadie que os la de? Me diréis que sería muy parecido a lo que estáis sintiendo hoy en día la mayoría de vosotros, pero creo que no es la situación vuestra tan crítica como la de ellos. Vosotros tenéis asociaciones en España, ayuda de amigos y vecinos, etc. Ellos no tienen a nadie y, encime, vosotros no queréis que la tengan cuando tratáis de apartar a la Iglesia Católica de su lado con lo que le planteáis de venta.

         Me apena que volváis vuestra ira y enfado contra quien está tratando de ayudar a los demás a modo de pataleta y rabieta de bebé caprichoso por vuestra buscada y conseguida situación social. La culpa no es de la Iglesia Católica. La culpa no es del hambre en el mundo. La culpa no es del patrimonio de la Iglesia. La culpa es de todos, lo queramos reconocer o no, y, sobre todo, la culpa es del ser humano que siempre trata de responsabilizar a los demás de sus propios problemas, más aún si esos problemas tienen su origen o final en el dinero. Si hay que acumular riquezas, todos somos estupendo y maravillosos; si hay que ayudar a los demás, sobre todo económicamente, que sean otros quienes lo hagan, lo mío es mío y nadie lo toca. La Iglesia es una mera intercesora entre la vanidad del ser humano y su demostración y puesta en escena de ella. Nos interesa estar a su lado para cuando nos interese mostrar nuestro poderío en procesiones y puestas en escena rocambolescas y grotescas, tengamos su apoyo y su colaboración. Cuando se trata de ayudarle en labores humanitarias como respuesta a una llama desgarradora, cruel y real como la vida misma, darles la espalda y acusarlos públicamente de parásitos ricachones es nuestra educada respuesta. Así es el ser humano.

         Decía un contemporáneo vuestro que hay que tener cuidado con lo que se desea porque se acaba teniéndolo. Espero y deseo que no lleve nunca razón vuestro contemporáneo, porque si no …

sábado, 30 de abril de 2011

SANTUARIO O TABERNÁCULO

En el Éxodo XXV, 8-9, Dios ordena a Moisés la construcción del Santuario-Tabernáculo.

Recreación del Tabernáculo:

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Y el alzado de su planta:
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martes, 22 de marzo de 2011

SINCRETISMO

Para entender el sincretismo de la Iglesia Católica. Del foro de la página de Círculo Románcico (autor: Demiguel)

"A nuestro muy querido hijo el abad Melitus, Gregorio, siervo de los siervos de Dios.
Estamos preocupados porque desde que marcharon de nuestro lado los que ahora te acompañan no hemos recibido noticias de como os va el viaje. Por tanto, cuando con la ayuda de Dios todopoderoso lleguéis al reverendísimo hermano nuestro, el obispo Agustín, decidle lo que he pensado después de dar muchas vueltas a los asuntos de los ingleses: que no se han de destruir los templos de los ídolos que hay entre aquella gente, lo que hay que destruir es los ídolos que hay en ellos; prepárese agua bendita, aspérjase sobre los templos, háganse altares y deposítense reliquias; porque, si estos templos están bien construidos, lo que conviene hacer es sacarlos del culto de los demonios y dedicarlos al del Dios verdadero, para que la gente, viendo que sus templos no son destruidos, abandone el error y, conociendo y adorando al verdadero Dios, acuda más fácilmente a los lugares acostumbrados. Y como suelen sacrificar muchos bueyes a los demonios, habrá que substituir esto por algunas otras ceremonias, de manera que, en el día de la dedicación o del martirio de los santos mártires a quienes pertenezcan las reliquias que se hayan puesto allí, se hagan tiendas de ramaje alrededor de las iglesias que habían sido templos y se celebren banquetes religiosos; y que no sacrifiquen ya animales al demonio, sino que, alabando a Dios, los maten y los coman y den gracias por su hartura al que da todos los bienes. Así, al respetarles algunas satisfacciones exteriores, se sentirán más inclinados a buscar las interiores. Porque es ciertamente imposible arrancar de golpe todos los errores de las mentes endurecidas, y quien trata de subir un alto monte lo hace paso a paso y ascendiendo gradualmente, no a saltos. Así fue como el Señor se reveló al pueblo israelita en Egipto, destinando a su culto los sacrificios que antes ofrecían al diablo y ordenando que le sacrificasen animales, de modo que, cambiando la intención, en parte abandonasen los sacrificios y en parte los retuviesen; pues si bien eran los mismos los animales que acostumbraban a ofrecer, ya no eran los mismos sacrificios, puesto que ahora los ofrecían al Dios verdadero y no a los ídolos. Conviene que digas todo esto a nuestro hermano Agustín para que él, que es quien está allí, considere qué debe hacer. Que Dios te guarde, queridísimo hijo.
»Dada el día quince de las calendas de julio, en el año diecinueve de nuestro piadosísimo señor y emperador Mauricio Tiberio Augusto, y el dieciocho después de su consulado, indicción cuarta".