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sábado, 10 de enero de 2015

DON INO Y EL RELEVO GENERACIONAL


         Saliéndome una vez más por las múltiples y espléndidas tangentes que nos ofrece el Románico, me gustaría llamar vuestra atención en el modo de vida de las gentes que convivieron con ese arte. Una vida dura y llena de penalidades que trataban de apaciguar, a modo de descanso, con las fiestas que entre semana tenían, creando con ello unas tradiciones que, en la mayoría de los casos, han perdurado hasta nuestros días. Todas ellas estaban relacionadas, ¡cómo no! con la Iglesia, pues eran mayoritariamente fiestas religiosas ligadas a sus labores y faenas agrícolas y ganaderas. Hoy día, múltiples grupos y asociaciones tratan de “recuperar” ciertas tradiciones que con el tiempo han desaparecido, consiguiendo en la mayoría de las veces, un esperpento charlotariano muy alejado de la verdadera realidad. Si las tradiciones han desaparecido, lo han hecho por la misma razón por la que se crearon, y su desaparición es irrecuperable tal y como fueron creadas. Todo lo que se quiera hacer desde su desaparición hasta nuestros días es puro teatro callejero que ofende más que recupera. El tiempo pasado se fue, pero eso no quiere decir que tengamos que olvidarlo. Debemos basarnos en él para mantener lo que nos queda de estas fiestas y tradiciones, y es en ese punto, y no en otro, donde debemos enfocar nuestros esfuerzos, tanto los que ahora estamos como los venideros, verdaderos herederos y mantenedores de ellas.


         Pero mucho me temo que la pérdida no tiene camino de retorno; su final ha comenzado. Podríamos enumerar múltiples causas de esa pérdida pero yo me centraría, fundamentalmente, en el relevo generacional, en ese grupo de personas (adolescentes y jóvenes en la actualidad) que tienen en sus manos, al menos, mantenerlas. El por qué no hacerlo también tiene múltiples facetas y lecturas. Ahí va la mía, mi esbozo personal de tan situación.


         El germen de una tradición brota cuando un grupo de personas, en un tiempo y espacio muy determinado, desarrollan unos actos o crean unos acontecimientos que se van transmitiendo de padres a hijos, de generación en generación. Mientras las variables de espacio y tiempo se mantengan, las tradiciones conservan todo su esplendor, pudiendo incluso afianzarse aún más si las generaciones venideras mantienen constante una variable más, además del espacio y del tiempo: la variable social. Ésta está totalmente condicionada por el lugar donde se desarrolla la tradición y por la época en la que lo hace. La unión de ambas variables modelan la social, creando una sociedad muy específica y estable en ese tiempo y lugar. Esa estabilidad social afianza las tradiciones, que, a su vez, dan valor definitorio a las sociedades, y así sucesivamente; lo que comúnmente se llama “la pescadilla que se muerde la cola”.


         Esa relación circular podría desembocar en una sociedad muy estable pero a la vez muy conservadora, cerrada, introvertida, impenetrable, poco dada a cambios y a desarrollos. Pero la historia nos ha demostrado en más de una ocasión que las sociedades, afortunadamente, evolucionan y avanzan, son más abiertas y más dadas a los cambios, lo cual favorece la perspectiva de futuro de sus miembros. Sin embargo, esa evolución social puede tener su contraprestación en la modificación de las variables tiempo y espacio que conforman las tradiciones. Una sociedad evolucionada infiera una evolución de la época en la que se está desarrollando y del espacio donde tiene lugar. Si la pescadilla se sigue mordiendo la cola, las tradiciones evolucionarían, por lo que llegaría un momento en que éstas perderían todo su fundamento de mantenerse, pues se han modificado los gérmenes que las crearon. Esto acarrearía la obligatoria desaparición de las tradiciones, pues los gérmenes que las crearon no tienen ahora los mismos condicionantes que en su fundación.

         La pérdida o desaparición de tradiciones (a partir de aquí podemos sustituir la palabra tradición por fiesta) es un hecho doloroso, incluso inaceptable por aquellas personas que durante muchos años de su vida lucharon por mantenerlas vivas, pero según se muestre la evolución social, puede ser un hecho irreversible en mayor o menor plazo, pero un hecho final y terminal. Tan sólo podría haber un atisbo de esperanza si las generaciones venideras pudieran adaptar esa evolución y avance social al mantenimiento de las fiestas y tradiciones; es lo que yo llamo el “relevo generacional”. Mientras la sociedad siga adelante sin pararse a mirar hacia atrás y no sea consciente que lo que se va consiguiendo con el avance proviene en su totalidad de lo creado en el pasado, las fiestas y tradiciones tienen los días contados. Si los nuevos miembros de las nuevas sociedades no quieren ser conscientes de esa interrelación imprescindible de pasado-futuro, gran parte de las fiestas y tradiciones que definen y diferencian a nuestros pueblos y ciudades, se ven abocadas a su total desaparición. Una pena, pero también una realidad.


         En las sociedades anteriores a la que actualmente estamos generando, las numerosas fiestas anuales desahogaban un poco las labores rústicas, manuales y artesanales fundamentalmente, de sus miembros. Todas ellas tenían un significado claro dependiendo de la época del año en la que se celebraran, salvo las fiestas fijas anuales como la Semana Santa y la Navidad. Se celebraban en el día señalado como comienzo o final de una etapa bien agrícola, bien ganadera, bien estacional. A nadie se le pasaba por la cabeza una modificación festiva: iría en detrimento de su propia vida social, incluso de su propio ciclo vital anual. Por ello, se mantenían en el tiempo generación tras generación, tradicionalmente.


         Actualmente, la sociedad ha cambiado. Técnicamente ha evolucionado de una manera brutal casi sin dar tiempo a que sus miembros se adapten a ellas. La inmediatez que se ha generado, aparte del desprecio al esfuerzo y la falta de autodisciplina, no permite pararse a pensar ni siquiera en el momento actual. Todo avanza sin que el presente acampe entre nosotros. Los miembros de la nueva sociedad, el relevo generacional al que me estoy refiriendo, no ha sabido adaptarse paulatinamente a esa imperante velocidad social; bastante tienen con lo que hay delante como para pararse a pensar lo que había detrás. Resultado: una total banalización y trivialización no sólo del pasado, sino también del momento presente. La inmediatez que padecen les obliga, cuál adicción dañina, a actuar según le van surgiendo pensamientos e impulsos. No valoran la idoneidad de sus actos; los ejecutan como autómatas tal y como les vienen a la cabeza, todos al unísono, como robots programados para tal o cual tarea.


         Si ya para el momento presente no tienen ninguna capacidad cognitiva para valorarlo, olvidémonos de que puedan valorar el pasado, la heredad de sus padres, abuelos y bisabuelos, entre las que se encuentran las tradiciones y, por ende, las fiestas. Para el relevo generacional no hay tradiciones, no hay fiestas. Ellos son los que deciden cuándo es fiestas y de qué tipo se trata; qué es lo que hay que hacer ahora y cómo hay que hacerlo. Todo ello programado en el casi hoy mejor mañana, pero nunca con vistas a su pasado, a su historia, a su verdadero germen como ser humano y, debería ser también, como persona. El descanso festivo semanal que buscaban sus antepasados para celebrar tal o cuál acontecimiento relacionado con su vida personal y laborar queda anulado y degradado; como mucho lo trasladan al sábado (nunca al domingo), casi con desprecio, pero siempre con el convencimiento de estorbo semanal más que festivo semanal.


         De las festividades que rigen nuestro calendario festivo en la actualidad podemos ir olvidándonos. Les queda el tiempo que dura la generación de personas que en la actualidad tiene entre 40 y 55 años. Un vez terminada esa generación, mueren con ella ese tipo de fiestas y tradiciones, incluidas, como no, las fiestas patronales, y, apurando algo más (no mucho), la Navidad (la Semana Santa es harina de otro costal; el integrismo, el fanatismo, los exaltados, los golpes de pecho nada tienen que ver con las fiestas y las tradiciones). A poco que queramos ver y analizar el desarrollo actual de estas festividades y sus tradiciones asociadas, podemos apreciar la tremenda devaluación y decadencia de la que están siendo objeto, rozando en numerosas ocasiones el desprecio y casi la depravación.


         Toda tradición asociada a sociedad y fiesta tiene los días contados. Los nuevos miembros de la nueva sociedad, nuestro relevo generacional, no quieren tener nada que ver con ellas. Para esta nueva generación son cosas del pasado, antiguas, obsoletas, caducas, que no hacen sino molestar su florido camino en su quehacer diario. La comodidad es una bandera que ondean con una inusitada y cada vez mayor frecuencia, haciéndolo con más vigor si cabe a medida que pasa el tiempo. El esfuerzo de nuestros antepasados por mantener y hacer lo que somos ahora queda tirado por el suelo. Y eso no es lo peor: el relevo generacional tiene la gran desgracia de no conocer el esfuerzo, y ese será, entre otras muchas lindezas, lo que heredarán sus hijos. No heredarán esfuerzo y sacrificio; heredarán comodidad y egoísmo, y cuando eso ocurra, casi lo de menos será la desaparición de las fiestas y tradiciones. Lo peor será el siguiente relevo generacional, … eso si llega a producirse.


jueves, 27 de junio de 2013

NÚMEROS CUÁNTICOS PARA CASINOS VIRTUALES

http://blogs.elpais.com/apuntes-cientificos-mit/2013/06/la-ciencia-es-m%C3%A1s-interesante-que-el-sexo-.html

     Lo que veis a vuestra derecha son dos células fotovoltaicas transparentes. Me las mostraron en el Instituto de Ciencias Fotónicas (ICFO) en Barcelona; un impresionante centro cuyo objetivo es comprender (ciencia) y aprovechar (tecnología) todos los aspectos relacionados con la luz que podáis imaginar. 
 
     De momento estas células fotovoltaicas transparentes resultan menos eficientes que las convencionales, y son todavía bastante costosas. Pero no dudéis ni un minuto que algún día dejarán de serlo, las tendréis recubriendo vuestro coche o filtrando luz de manera inteligente en las ventanas de los edificios, y la energía solar contribuirá a sustituir esta salvajada de ir quemando combustibles fósiles a discreción.

     De verdad; no sé decirte si esto ocurrirá en 10, 20 o 40 años. Pero ten por seguro que en un futuro no tan lejano explotaremos los recursos naturales de manera absolutamente sostenible, habremos erradicado la pobreza extrema, trabajaremos muchas menos horas (esto ya deberíamos empezar a pensarlo ya), y curaremos enfermedades que ahora generan enorme sufrimiento. Sucederá. No pierdas la perspectiva del avance científico, ni el impacto del cambio exponencial.

Nanopartículas para quemar cánceres

Icfo nanoparticle     Romain Quidant me habla de sus nanopartículas de oro que potencialmente podrían identificar células cancerígenas y quemarlas. 

     El proceso es conceptualmente sencillo: a nanopartículas inertes (de oro por ejemplo) se les añade un anticuerpo capaz de reconocer estructuras específicas de las membranas de células cancerígenas, de manera que al distribuirse por el organismo se enganchen sólo a ellas. Pero estas nanopartículas llevarán algo más: “algo” que reaccione y las caliente mucho cuando les llegue una luz (radiación) determinada.

     Resumiendo, el concepto es así de simple: se inyectan las nanopartículas al torrente sanguíneo, al cabo de un tiempo quedan enganchadas sólo a las células cancerígenas, y enviándoles radiación podremos hacer que se calienten hasta destruirlas. 

     Obvio que además de limitaciones técnicas habrá preocupación por su toxicidad, pero Quidant dice que no serán más tóxicas que la agresiva y contradictoriamente tan asumida quimioterapia. Y no es ciencia ficción; su grupo del ICFO ya ha diseñado nanopartículas, están trabajando con modelos animales y oncólogos de Barcelona, y explica que una experta de Texas ha empezado estudios clínicos con humanos. Comenta que la nanomedicina (enviar cosas a sitios del cuerpo para que realicen funciones específicas) está avanzando mucho, pero que no todo se publica en revistas científicas por los asuntos de propiedad intelectual y patentes que conlleva. 

La lenta Europa intenta recuperar terreno en el grafeno

     Algo parecido ocurre con el grafeno. El holandés Frank Koppens es uno de los grandes líderes del momento en este asombroso material que permite construir capas tremendamente resistentes (un elefante sobre una aguja de grafeno no la rompería), súper-conductoras, y al mismo tiempo ligerísimas y finísimas de sólo un átomo de grosor. Las propiedades de los materiales bidimensionales como el espectacular grafeno son únicas, y sus posibles aplicaciones en baterías, técnicas de imagen, salud, energía, estructuras ligeras y resistentes, detectores, pantallas, y todo tipo de aparatejos electrónicos, interminables. Es parte del futuro.

     La Comunidad Europea ha diseñado una hoja de ruta y dedicado 1000 millones de euros a su estudio, quizás por darse cuenta que a pesar de ser descubierto en Europa y empezado a desarrollar por investigadores europeos, en estos momentos en cuanto a patentes está muy por detrás de EEUU o Asia.

Icfo frank     “Asia and US have many more patents. Actually, it’s embarrassing” (vergonzante) dice Frank. “I think it’s a matter of mentality”, responde cuando le pregunto porqué Europa se quedó atrás.

     Científicos españoles tan reivindicativos de la investigación básica, tomad nota también de esto. Para generar verdadero valor en la ciencia debemos recorrer el camino completo, empezando evidentemente por el principio, pero avanzando hasta el final.

La bomba atómica desde dentro de Los Álamos

     Seguro que el grafeno tendrá aplicaciones militares también. No olvidemos que el presupuesto de investigación científica del departamento de defensa estadounidense (DARPA) es mayor que el de la NASA, el National Institutes of Health (NIH) y la National Science Foundation (NSF) juntos. 

Info glauber 2      De hecho mi visita al ICFO coincidió con una charla del premio Nobel de Física Roy Glauber, quien hace más de 60 años trabajó en Los Álamos en el proyecto Manhattan que generó la bomba atómica. Glauber explicó que unos años antes, físicos teóricos haciendo ciencia básica totalmente inocente habían descubierto que los átomos de Uranio desprendían bastante energía al fisionarse. Vieron luego que si se les bombardeaba con átomos de Bario lo hacían con mayor facilidad, y que curiosamente había un isótopo del Uranio (el U235) que era menos abundante pero podía fisionarse todavía más fácilmente con neutrones. Además, también descubrieron que al desintegrarse el propio U235 liberaba neutrones que –en caso de estar muy concentrado- podían empezar una peculiar reacción en cadena. Todo era muy interesante, se presentaba en conferencias científicas, salía en los medios… hasta que de repente dejó de hacerlo y pareció caer en el olvido. 

     El gobierno estadounidense reclutó científicos en absoluto secreto y construyó los laboratorios de Los Álamos que iban a explorar las posibilidades de esta tan energética y potencialmente destructiva reacción en cadena de fisión nuclear. 

     Glauber explicó que cuando le propusieron el trabajo no le explicaron dónde sería ni de qué trataría, que los jefes hablaban en código entre ellos, o que Niels Bohr utilizaba el nombre falso de Nicholas Baker. Sus comentarios sobre el ciclotrón desaparecido de Harvard, conferencias con títulos “The theory and practice of bombing”, y los relatos sobre las personalidades de Feymann, Teller, Fermi u Oppenheimer fueron historia viva de la ciencia. Fascinante.

  
Números cuánticos para casinos virtuales 

     Antonio Acín estudia información cuántica pero reconoce que los lejanos ordenadores cuánticos no son su primer interés. Él está metido de lleno en la criptografía cuántica, viendo nuevas maneras de codificar la información sin que ni los mejores hackers puedan interceptarla (algo que ya ocurrió con los primeros dispositivos comerciales).  

Icfo labonachip3      Antonio me habla también de sensibilidad y de detectar ondas gravitacionales gracias a fluctuaciones cuánticas, pero lo que me resulta más curioso es la utilización de cálculos cuánticos para crear números aleatorios. Pone como ejemplo que los programas informáticos de un casino virtual generan números aleatorios con complejísimos algoritmos que resultan prácticamente indetectables. Pero no es del todo imposible hackearlos. Al final se trata de un sistema clásico guiado por reglas complejas, pero establecidas. No son 100% aleatorios ni impredecibles. 

     En cambio si los números se generaran utilizando propiedades como la indeterminación cuántica, sí serían absolutamente aleatorios. Ya se está haciendo, y casinos, bancos, militares o empresas podrían tener gran interés en comprar paquetes de ellos. Vender números aleatorios, un negocio en alza ;).

Las bacterias utilizan la cuántica mejor que nosotros

Icfo fotosintesis      La visita termina con Niek van Hulst, quien acaba de publicar un Science explicando que las plantas y bacterias utilizan la coherencia cuántica para extraer energía solar. Lo que Niek ha descubierto tiene un punto rompedor: en coherencia cuántica un sistema formado por varios átomos se comporta como un único sistema cuántico. Eso se ha logrado en condiciones muy restringidas de laboratorio, pero se suponía que en la naturaleza estos sistemas no eran estables. Pues se ve que en ciertos complejos proteínicos involucrados en la fotosíntesis sí lo son, y además utilizan estas propiedades cuánticas para almacenar y transportar energía de manera más eficiente. Algo a estudiar e intentar imitar tecnológicamente, desde luego. La naturaleza demuestra que todavía nos lleva mucha ventaja. 

La ciencia es la gran apuesta

     Almorcé con Lluís Torner, el director y alma de este fabuloso instituto de ciencias fotónicas que nada tiene que envidiar a grandes centros de EEUU o Europa. Lluís explica que de momento a ellos no les está afectando tanto la crisis porque cuentan con mecenazgo y gran parte de su financiación proviene de fondos europeos. Pero a pesar de eso, se muestra preocupadísimo por la situación de la ciencia en España. Percibe que algunas pérdidas causadas por los recortes son irreparables. Esto no es como un edificio que puedes detener su construcción unos meses y retomarla desde el punto que la has dejado. 

     No lo dice Torner sino yo: un país que exporta inteligencia se vuelve menos inteligente. Sin eludir la autocrítica que el sistema de investigación español debería hacer y no hace (de puertas adentro bien que rajan de instituciones y modelos), observar las posibilidades que nos ofrece la ciencia y decidir quedarse al margen es lamentable. “No hay momento malo para hacer algo bueno”, decía el ladrón de cerebros. Ayer en su discurso presentando el plan de cambio climático Obama fue muy contundente: ¿sostenibilidad ambiental vs crecimiento económico? Esta dicotomía es falta y propia de personajillos cortoplacistas poco visionarios. Gracias a la ciencia y la tecnología podemos tener ambos. Si apostamos por ella, claro.