sábado, 3 de julio de 2010

EXPERIENCIAS PROPIAS

Cada vez que veo un entierro pienso en lo mismo: los que verdaderamente sienten el fallecimiento de esa persona son los familiares más cercanos, los que convivieron con ella durante tiempo. Los demás acompañantes son, eso, acompañantes, pero sin sentir la pérdida de esa persona. Cuando asistes a un entierro por cortesía, sin tener mucha vinculación con la familia del difunto, dices a los allegados que le “acompañas en el sentimiento”, pero no es verdad de ninguna de las maneras. Y no es verdad porque realmente nada tienes que ver con la persona fallecida y nada sentías hacia ella. Pero cuando el difunto es tuyo, de tu familia, de tu entorno, de tu convivencia, entonces sí que lo sientes, y, cuando ves a los demás decir lo mismo que tú les decías a ellos, piensas que tampoco ellos lo sienten, que te dicen lo mismo por pura rutina de buenos modales. Has tenido que perder a esa persona para darte cuenta de cómo estaban los demás cuando eras tú el formal; has experimentado en tí el mismo sentimiento que ellos tenían y ahora sabes cómo estaban ellos realmente.

El ser humano no es capaz de apreciar el mal que padece otro ser humano mientras no lo experimente en sí mismo. Ni siquiera puede acerarse un poco. Es necesario que lo experimente por el mismo. No hay otra forma.

La huelga salvaje de los empleados del metro de Madrid terminaría en el mismo momento en que los usuarios afectados les hicieran ver a los huelguistas el trastorno y el mal que les están causando. Pero como eso es imposible por la pura condición de ser humano, cuando dicha huelga termine, los usuarios afectados les tendrían que hacer pasar a estos salvajes por las mismas situaciones que han vivido ellos diariamente mientras ha durado la huelga. Que experimenten las mismas situaciones, los mismos agravios, los mismos males que les han hecho pasar. Sólo así podrán apreciar verdaderamente lo que han hecho, lo que les han hecho a los demás, para que la próxima vez lo tengan en cuenta a la hora de convocar otra huelga de este tipo.
Esto mismo se aplicaría, pero de una forma aumentada, en el caso de los sindicalistas liberados que, además de experimentar las situaciones de los usuarios, deberían experimentar el trabajo de los que ellos llaman sus “compañeros”, que experimenten lo que es el trabajar a diario. Están liberados de trabajar mientras cobran, provocan el mal a sus semejantes y encienden los ánimos y los instintos más bajos de “compañeros” y seres humanos. Mientras no lo experimenten, nunca sabrán el mal que están causando y causarán, que es peor.

De los piquetes “informativos” mejor dejarlo para otra vez, cuando los ánimos de los españoles estén más calmados. Tan sólo indicar que soy de la opinión de que no los “inventó” un persojanillo con bigote recortao porque le parecía demasiado duro. En su sustitución creó los kommanders, verdadera semilla de estos grupos sindicales.

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