jueves, 28 de enero de 2010

¡QUE MALA PERSONA SOY!

La Roma antigua utilizaba el pan y circo para entretener a la población. Evitaban con ello desviar la atención de los verdaderos problemas del Imperio. En España se utilizó el pan y toros con el mismo fin, tratando incluso de mitigar el hambre que hubo durante esos difíciles años (aunque ese tópico tipical Spanish puede venirse abajo o bien cambiarlo por el pan y fútbol, ya que este último también tiene su miga: pan y miga; pan con pan, comida de tontos).

En Cataluña, el Parlamento puede llegar a prohibir las corridas de toros a petición de una iniciativa popular apoyada en el maltrato, sufrimiento y muerte de un animal, muerte sanguinaria, violenta y atroz. Dicen que un animal no puede morir de esa manera ni ser maltratado tan vilmente; su vida debe ser respetada como la de cualquier ser vivo.

Pero la vida es vida en todos los aspectos. Es vida en los animales, en las plantas y en las personas. A un ser se le llama ser vivo porque tiene vida, tiene algo en común con todos ellos que lo hace nacer, crecer reproducirse y morir. No sólo los animales o los toros de lidia en concreto tienen vida que debe ser respetada. También las personas. La importancia que le demos a una determinada vida es lo que puede hacernos ver una realidad u otra.

Si los catalanes se apoyan para justificar la prohibición de las corridas de toros en el maltrato, sufrimiento y muerte cruel que tiene el toro de lidia en el coso taurino, no me gustaría recordarle a todos esos antitaurinos la muerte que tuvieron los cientos de personas que murieron en el atentado de Hipercort, acaecido en su comunidad. Tampoco me gustaría recordarles el maltrato y sufrimiento que aún están padeciendo damnificados heridos y familiares de todos ellos y el total abandono que me imagino estarán padeciendo por parte del gobierno de Cataluña. Sería una bajeza recordarles la cantidad de muertes que se producen como consecuencia de la violencia doméstica, de muertes de indigentes a manos de jóvenes aburridos en su propia existencia y que quedan impunes. No sería propio de personas honradas pedirles que crearan una plataforma ciudadana para presentar firmas en la se pida que los terroristas cumplan íntegras las condenas, que la ley del menor se cambie, se endurezca y se baje la edad penal. Una gran persona sería si no les recuerdo nada del aborto. Es mejor no hablar de Vietnam delante de Nixon.

No quiero ser una buena persona. Quiero ser un mal ser humano y darle a la vida la importancia que tiene. Pero a toda la vida, la de toda la vida, la de todos los seres vivos. Y como quiero seguir siendo malo, les quiero recordar las miles y miles de hectáreas de seres vivos que mueren cada verano por culpa de un ser vivo, humano y vivo, que utiliza su vida para quitársela a los demás; que no valora la vida de los demás, que le da más importancia a una vida que a otra, como si de un ser supremo se tratara, impartiendo su propia justicia.

La vida de un toro de lidia es importante. No lo niego. Pero la vida de las personas también es muy importante y esto parece que esos miles de ciudadanos catalanes lo han olvidado.

La vida es vida, se mira por donde se mire.

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