lunes, 11 de mayo de 2009

NUNCA APRENDEREMOS

Para justificar la entrada en la crisis y buscar soluciones para salir de ellas, los expertos han cambiado sus argumentos, incluso se han cambiado los expertos. Economistas, estadistas, financieros están dejando paso a psicólogos, pedagogos, licenciados en ciencias de la educación que tratan de dar explicaciones sobre el porqué de esta situación y cómo podríamos salir de ella. Tratan de hacernos ver las ventajas que podemos sacar y las formas de actuar ante ella, para intentar salir lo más airosos posibles y obtener beneficios para un futuro.
Casi todos centran sus opiniones en el nivel sociocultural de las familias como una de las causas fundamentales de la crisis y es ahí donde inciden en buscar ventajas y soluciones de cara a un futuro. Todos están de acuerdo en que este nivel sociocultural ha tenido una influencia decisiva y determinante en el comportamiento de las personas ante esta nueva situación, comportamiento que ha sido aprendido y copiado por sus hijos. Esto ha motivado que en la mayoría de los casos esta crisis esté haciendo más daño del que en realidad debería de haber hecho. Se ha estado viviendo muy por encima de las posibilidades reales, se ha fomentado la cultura del poco esfuerzo, se han perdido valores fundamentales para la vida en sociedad, se ha valorado más el tener que el ser, se ha despreciado la cotidianeidad para hacer de cada día un día festivo, se ha fomentado el amiguismo a costa de perder amigos, se ha ensalzado al dinero (poderoso caballero) cambiándolo por el esfuerzo para conseguir metas y fines. Todo esto, tarde o temprano, tenía que salir, tenía que dar la cara cual tumor adormecido largo tiempo alimentado por el desenfreno y el exceso.
Ahora, estos nuevos expertos están tratando de crear recetas que nos hagan ver que todo aquello que antes veíamos y teníamos como normal, lo veamos y tengamos como algo no válido para la persona, como algo que nos ha minado día a día y el día a día. Están tratando de hacer funcionar el refranero castellano con aquello de que “no hay mal que por bien no venga” y quieran reconducirnos a la anterior normalidad, que era la que realmente nos hacía apreciar todo aquello que teníamos, devolvernos a la rutina social que denoto estamos comenzando a exigir de nuevo y que ellos reclaman como la mejor forma de salir de esta crisis. Aunque siempre habrá alguien que, queriendo hacer también trabajar al refranero castellano diga que “no hay mal que cien años dure” y aguante y aguante como sea para volver de nuevo a lo anterior, a lo que había antes de la crisis, a ese bienestar ficticio que nos hemos negamos a admitir y reconocer.
Y es que … nunca aprenderemos.

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