sábado, 24 de abril de 2010

EL PROBLEMA NO ES EL VELO

El problema no es el velo. No. El problema del velo se termina en el mismo sitio que en donde empieza; es decir, en el Reglamento de Régimen Interno del centro educativo.

El RRI es el reglamento que ordena, de manera autónoma (no lo olvidemos), el funcionamiento interno de un centro de enseñanza, público o concertado. Sólo es válido para ese centro educativo y no tiene por qué ser igual al centro educativo que hay en la misma calle de la misma ciudad. Ello es posible por la propia ley educativa y las transferencias educativas a las comunidades autónomas, que favorece la autonomía de centros en ciertos aspectos de la vida de dicha comunidad educativa. Si ese centro educativo no permite a ningún alumno llevar nada que cubra la cabeza, todos los alumnos que se matriculen en ese centro están obligados a cumplir con ese RRI, que, tampoco olvidemos, se consensua y se aprueba por el Consejo Escolar y por el claustro de profesores de dicho centro.

Ese mismo RRI estipula y tipifica las faltas que son sancionables, y marca el protocolo a seguir por dicho centro ante conductas disruptivas, como es el caso. Antes de obligar a esa alumna a que se quitara el hiyab antes de entrar al centro, ya debía de haber sido advertida en numerosas veces por numerosos cauces. Una decisión como la que ha tomado ese centro no se hace de un día para otro. El permitir a esa alumna llevar ese velo y a otro alumno prohibirle una gorra de su equipo favorito podría acarrear problemas de favoritismos, con el consiguiente peligro de graves problemas disciplinarios.

Algunos representantes musulmanes se apoyan para defender el hiyab en que el RRI no puede estar por encima de la Constitución. Nada puede estar por encima de la Constitución, que ampara la libertad religiosa. Tampoco la alumna se quedaría sin escolarizar, con lo que tampoco se vulneraría la Constitución en materia de educación. Otro centro educativo del mismo municipio, pero con diferente RRI, matricula a la alumna si ella así lo quisiera, y el problema estaría resuelto.

En cambio, el problema no se resolvería, al contrario, se agravaría, si las autoridades estatales o autonómicas obligaran a ese centro a permitir a dicha alumna llevar velo. La autonomía de centros no sería tal y ese RRI dejaría de tener valor para esa comunidad educativa. Se obligaría a los centros educativos a regirse bajo unas normas aprobadas por ellos pero sin salirse de la disciplina partidista y gubernativa. La libertad y la autonomía dejarían paso a la imposición, al acatamiento, a la sumisión. Volverían viejos fantasmas de viejos monstruos, y entonces, el problema no sería el velo.

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