viernes, 13 de marzo de 2020

CARTA A QUIÉN LO LEA (... Y SEPA LEER) (I)



     Estimados y estimadas (creo que pronto nos dejaremos de tonterías como ésta para vivir como seres humanos que somos, aunque ...).

     Sinceramente, desde hace muchos años ya sabía lo que había entre bastidores y bambalinas, incluso entre todos nosotros; mucho más desde hace casi tres años, cuando la vida me dejó claro con quién me estaba "jugando los cuartos", y, realmente, no estoy decepcionado, al contrario, contento por llevar o tener nuevamente razón en mis enfermizos pensamientos y convencimientos.

     Esta pandemia que estamos viviendo actualmente está desnudando a toda una humanidad hipócrita. Le está quitando la careta y dejando ver quiénes somos realmente, a las claras, sin tapujos, cin paños de agua caliente. Esos mismos años de aislamiento emocional y psicológico que llevo vividos me permiten ahora expresar con orgullo todo lo que realmente he aprendido del ser humano, que no es poco, ni tampoco bueno.

     El "buenismo", el "postureo", el "políticamente correcto", ..., todo ésto se ha venido abajo cuando una situación dramática como la actual nos iguala ante la vida. Ahora somos todos iguales, pero, lejos de ayudarnos unos a otros, nos dedicamos a devorarnos entre nosotros. Lejos de mirar al prójimo, miramos por nosotros mismos (ex nihilo, nili fecit) sin el menor remordimiento del mal que podríamos estar causando en los demás, mucho ás acentuado en personas más desfavorecidas y con mucha peor suerte que nosotros (si es que hemos tenido suerte en la vida, que lo dudo al menos por mi parte). Somos despiadados, tiranos, egoístas, malhechores hipócritas (esa es la mejor palabra que define a la sociedad actual creada por nosotros mismos) con diferentes caretas en nuestro fondo de armario que utilizamos según nos convenga a nosotros, claro, no a los demás.

     Dar vergüenza pertenecer a un tipo de ser en el que se vira constantemente en uno mismo mientras realmente se piensa lo contrario (hipocresía), cuando realmente estamos deseando con toda la fuerza de nuestra alma el mal ajeno, cuando realizamos acciones conscientemente premeditadas aún a sabiendas del mal que estamos provocando.

     ¿Dónde están esas risotadas de "cenas de empresa" en tiempo natalicio? ¿Dónde están esos abrazos desencajaos estivales, festivos y patronales en un reecuentro? ¿Dónde están esas emociones hipócritas adornadas con lágrimas de cocodrilo para acentuar aún más nuestra más hipócrita pertenencia a ese grupo más hipócrita aún? ¿Dónde están nuestras palabras de consuelo, ánimo, ..., vomitadas conscientemente desde la más profunda bilis amarga de nuestra existencia? ¿Dónde están todos? ¿Dónde?

     No busquemos lo que no existe; jamás lo podremos encontrar porque jamás existió. Existió un sueño en el que había buenismo y malismo (los que piensan como yo y dicen lo que yo, y los que no). Ahora somos todos iguales, al menos así deberíamos de tratarnos, pero la hipocresía y la maldad cultivada y fertilizada conscientemente y con saña desde hace más de ochenta años, nos deja desnudos frente a la realidad, una realidad que no tiene otro nombre que no sea la hipocresía, verdadera razón de nuestra existencia actual.

     No espero, ni quiero ni deseo aceptación a mis palabras. Escribo para mí. Llevo aprendido demasiado como, para ahora, expresarme de otra manera. No estoy contento, ni mucho menos, pero al menos, estoy alegre y orgulloso de saber que todo ese aprendizaje durante todo este tiempo y todas las vivencias experimentadas, no sólo me han servido para verificar y afianzar mis ideas y pensamientos, sino para tener claro, reafirmar y grabarme a fuego en lo más profundo de mi ser con qué especímenes estoy viviendo cada día. Ya lo tenía claro desde hace muchísimos años; ésto de ahora me corrobora que no estaba equivocado.

     Son mis ideas; las vuestras son otras, diferentes, pero otras; ni mejores ni peores, como las mías. Al contrario de Groucho Max con sus principios, no tengo otras. Son las que son y las que la vida de hoy día me está demostrando que no estaba equivocado. No son ideas en consonancia con la sociedad actual, pero son mías, nadie me ha dicho cuáles tienen que ser. Es lo que más me alegra y una de las cosas de las que más orgulloso estoy.

     ¡Felíz época hipócrita! (¡como ahora hay que desear felicidad y felicitar incluso hasta cuando se está cagando, pues ...!)



No hay comentarios:

Publicar un comentario