jueves, 13 de mayo de 2010

ANALFABETISMO

Un campechano de mi tierra, cuando le preguntan por cómo está su mujer, la contestación suele ser siempre la misma, al estilo gallego: “¿En comparación con quién?”.

Como tantos otros, este hombre sacó adelante a una familia a base de trabajo y trabajo. Mucha prole pidiendo de comer y poco tiempo que perder. Ya muy joven abandonó la escuela por el trabajo. El dinero hacía falta en casa. Noviazgo, boda, hijos y trabajo. Seguía con el trabajo. Su centro educativo fue la vida. De ella aprendió todo lo que sabía. Sin embargo sí que podía pasar por analfabeto; apenas sabía leer y escribir. No se podía perder tiempo en esas cosas. El trabajo y el dinero eran necesarios.

Sacó adelante a su familia, trató de dar estudios a todos sus hijos. Un padre es de las cosas que más desea: que sus hijos sean más que ellos en la vida, que tengan una vida mejor que la que ellos han tenido. Unos aprovecharon la ocasión; otros siguieron sus pasos. Pero él seguía siendo analfabeto, seguía sin ir a la escuela.

Cuando ahora, desde su banco del parque, ve a los chicos y chicas con los libros bajo del brazo (el que los lleva), con el móvil cantando y arrastrando los pies, dirigirse al instituto, no le da ninguna envidia. Al contrario. Siente dolor, rabia, impotencia y tristeza, sobre todo mucha tristeza. No por ver a estos chicos y chicas hacer lo que él nunca pudo ni le permitieron, sino porque sabe que van a nada, a pasar el rato, a “pasear los libros”, como le gusta decir. Sabe que están desaprovechando muchas oportunidades que él nunca tuvo y, lo que más le molesta de todo, es que sabe que con sus actitudes, esos chicos y chicas pueden llegar a vivir peor que lo hizo él, que lo van a pasar peor que lo pasó él y que van a tener más dificultades en la vida que él para poder desenvolverse en ella.
“Toda una vida trabajando y con el sanbenito de ser analfabeto”, pensaba, “… y éstos con todo lo que tienen y lo que sus padres les están dando, resulta que son más analfabetos que yo. Con los medios que tienen, sin ninguna necesidad de trabajar, con todo lo que les dan gratis, … y algunos saben menos de lo que yo sabía a su edad”.

Tranquilo, hombre. Ve con la cabeza bien alta. Has cumplido en la vida. No te lamentes por nada y mucho menos por tu analfabetismo. Ya sabes lo que tienes que responder cuando alguien se quiera mofar y te pregunte por él: “¿Yo analfabeto? ¿En comparación con quién?”.

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