martes, 4 de septiembre de 2012

LA ESPAÑA ROMÁNICA (y II)

        ¡Hermosos!... ¡Hermosas!... ¡Hermosillos y hermosillas!... ¡Ya estoy de vuelta! ¿A que se os ha hecho muy larga la espera? ¿A qué sí? Eso significa que estáis entusiasmados con el tema. Lo mismo me pasa a mí.

         Si recordáis, en el capítulo anterior dije que Toledo era la capital del reino visigodo antes de la llegada de los musulmanes, luego era una ciudad importantísima para los reinos cristianos, y su recuperación para la cristiandad era una tarea prioritaria; los reyes cristianos se sienten herederos de ese reino visigodo. Pues bien, Alfonso VI en el año 1085 conquista Toledo, lo que produce una gran euforia entre los cristianos del norte (los que habitaban al norte del río Duero) y una renovada mentalidad victoriosa, muy necesaria después de todos los desmanes cometidos por Almanzor. Esta victoria hace que la idea de la Reconquista vuelva a desarrollarse lentamente y definitivamente, pues la moral cristiana estaba un tanto baja después de tanto tiempo siendo almazoneados.

         Los siglos XI y XII son clave para nuestra historia, tanto social como la del románico. Finaliza la época oscura del milenarismo y el almanzorismo, y comienza la recuperación económica, hay un aumento demográfico, renacimiento de ciudades y vida urbana, aparecen comerciantes y trabajos mercantiles que se abren paso entre el sólo y único trabajo conocido hasta entonces, el agrícola, y aparecen los fueros y derechos individuales que poco a poco tienden a terminar con la servidumbre. Es una situación muy semejante a la que está viviendo Europa por aquellos años.

         Como veis, ya por entonces éramos europeos, aunque con menos problemas de los que tenemos ahora.

         El siguiente mapa muestra cómo iba la Reconquista a comienzos del siglo XII.



        La dinámica de guerra y paz medieval en España entre reinos cristianos y los distintos regímenes políticos de Al-Ándalus tiene como consecuencia otro hecho peculiar de la edad media española: el trasiego de gentes que colonizan y repueblan amplias extensiones del territorio a medida que las fronteras descienden hacia el sur.

         Mientras tanto, ahora son los musulmanes los que combaten entre sí por ver quién era el que debía ostentar el poder para dominar el Califato (¡lo que os decía antes!), además de ver que los cristianos, cargados de moral, iban ganando batalla tras batalla y territorio tras territorio. Ello dio lugar a los llamados Reinos de Taifas, que no eran sino pequeños territorios en poder de los musulmanes que sus jefes se habían autoproclamado reyes, independientes del Califato de Córdoba. Estos Reinos de Taifas tenían una división administrativa, política y militar, combatían entre sí a veces con el apoyo de los reinos cristianos, lo cual no era raro en aquellos tiempos, ya que cuando los cristianos combatían también entre sí, eran ayudados por los ejércitos de estos Reinos de Taifas como veremos más adelante.

             Al norte de Toledo, la población está muy tranquila, incluso en Magerit o Mayrit, la actual Madrid. A medida que van transcurriendo los tiempos, la estabilidad territorial es más persistente. Se opera más activo, y hay un resurgir en las letras, las ciencias y, por supuesto, el arte. La población aumenta, crece el comercio, se establecen relaciones más allá de los Pirineos creando una ruta que, con el tiempo se convirtió en ruta de peregrinación y acabó siendo también ruta de comercio y cultura: el Camino de Santiago.

             El Camino de Santiago permitía a España participar de las corrientes culturales, artísticas, religiosas e incluso comerciales y económicas europeas, especialmente durante los siglos XI al XIII, en la plenitud del Románico.

             Pasa el tiempo y el rey de Castilla es Alfonso VIII,  el frente de guerra está en la meseta sur, ¿sabéis por donde, aproximadamente? Por Carrión, sí, Carrión de Calatrava, en donde están los carrioneros, en su castillo de Calatrava la Vieja, construido por los musulmanes y que, después de la conquista de Toledo, había pasado a manos cristianas. Mirad esta foto y reconoceréis el castillo de Calatrava la Vieja.

               La lucha contra los musulmanes seguía poco a poco, paso a paso, pero no siempre se daban para delante.

             En el año 1095, los musulmanes derrotan a Alfonso VIII en Alarcos, cerca de Ciudad Real, en el cerro donde celebra su romería el lunes siguiente de Pentecostés, ¿lo recordáis? Con la derrota de Alarcos, también se pierde el castillo de Calatrava la Vieja, que ahora lo tenían los monjes-soldados de la Orden de Calatrava, y este castillo nuevamente pasa a manos de los musulmanes. Los cristianos se tienen que replegar y refugiar nuevamente en Toledo.

             Esta derrota hace que la Reconquista se paralice durante unos años; los musulmanes parece que tienen la situación controlada, incluso que pueden nuevamente volver a conquistar territorios como en los viejos tiempos. Pero, nanai. Los cristianos se han reforzado mucho y bien, y en el año 1212 (¡qué fácil de recordar el año, ¿verdad?) los musulmanes son derrotados definitivamente en la batalla de las Navas de Tolosa (Jaén), esta vez sin posibilidad de recuperación (este año se cumplen 800 años de aquella batalla; el octavo centenario). Deciros que en esta batalla, en el bando cristiano, participaron no sólo guerreros cristianos, sino que también participaron guerreros musulmanes que les ayudaron desde los Reinos de Taifas, además de guerreros venidos de muchos puntos de Europa para ayudar a vencer a los musulmanes, que, por ser de una religión diferente a la cristiana, los consideraban verdaderos enemigos.

         A partir de aquí, la Reconquista no para de avanzar, hasta llegar al año 1492 que dijimos antes, año en que definitivamente se rinde Granada a los Reyes Católicos, y todo el territorio español pasa a manos de la cristiandad.

         Pero no creáis, si en el campo de batalla cristianos y musulmanes peleaban a muerte, la rivalidad entre ambas religiones y culturas no era tan cruel en las relaciones diarias. Ambos se respetaban el modo de vida en sus conquistas. Los cristianos lucían ricas telas provenientes del Islam, incluso lucían invocaciones a Alá. Diversos personajes importantes de las cortes andalusíes se casaron con mujeres cristianas y no precisamente para tenerlas como esclavas. Uno de ellos fue el temible y terrible Almanzor, que se casó con la hija del rey de Pamplona Sancho Garcés, aunque ésta se convirtió al Islam con el nombre de Abda. De ese matrimonio nació un hijo, Abderramán, que lo apodaron “Sanchuelo” por su procedencia navarra.

         Durante todos estos años hasta la batalla de las Navas de Tolosa, hubo diversos reyes que contribuyeron de una manera decisiva tanto en la Reconquista como en la incorporación del arte románico en nuestro territorio. Uno de esos reyes fue Sancho III el Mayor (1004-1035) de Navarra, que hizo avanzar de una manera importante los territorios por el noreste de Aragón. Su hijo Fernando I (1035-1065) hereda Castilla e incorpora León, a la vez que es el verdadero introductor del arte Románico en Castilla y León. El hermano de Sancho III de Navarra, Ramiro I (1035-1063), hereda Aragón, y el último hijo de Sancho III, García Sánchez III (1035-1054) recibe el reino de Navarra, la Rioja, el oeste de Castilla y el País Vasco.

         El gran monarca del arte Románico es Alfonso VI (1072-1109), hijo de Fernando I, ya que, durante su tiempo, tendría lugar la entrada definitiva de este arte europeo en los reinos cristianos. También será el gran monarca territorial del siglo XI y comienzos del XII, ya que su dominio se extenderá por casi media España física y la mayor parte de la cristiana.

         La batalla de las Navas de Tolosa (¿recordáis la fecha? ¡con lo fácil que es!) se produce en la segunda década del siglo XIII, ya con el Románico dando sus últimos coletazos. Por tanto, lo que ocurra en España a partir de estos años sería historia para contar con el arte gótico, posterior al Románico.





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