jueves, 22 de mayo de 2014

ARQUITECTURA ROMÁNICA


     ¡Saludos, gente! “¡Qué poco recatado viene hoy el curita con el saludo inicial!”, pensaréis muchos de vosotros. “¡Debería ser más comedido y hacerse cargo de quién es y lo que es!”, refunfuñarán los demás. Quizás llevéis todos razón, pero estaréis conmigo en que los tiempos cambian, y poco a poco tenemos que ir abandonando ciertas formalidades obsoletas que no hacen sino acrecentar la separación entre ciertos sectores sociales (como en la sociedad medieval, ¿recordáis?). Y esa separación es lo que menos nos interesa, ahora que tenemos que afrontar las partes más duras del Arte Románico, sobre todo ésta, la dedicada a la arquitectura, esta vez sí, con un poco más de profundidad, tanto en la técnica constructiva como en su entendimiento formal.

         La arquitectura es la parte más desarrollada y fecunda del Arte Románico, por encima de la escultura, pintura, orfebrería, esmaltes, etc. Se construyeron edificios por encima de todo, y dentro de éstos, fueron los edificios religiosos (ermitas, iglesias y catedrales) los más importantes, sin perder de vista a edificios civiles, castillos y puentes, que con el paso del tiempo fueron perdiendo la utilidad para la que fueron creados, a diferencia de iglesias y catedrales, que aún la mantienen vigente después de tantísimos años. Esto lo podemos comprobar cuando visitamos o nos adentramos en alguno de esos templos románicos, bien como mera “visita de cortesía”, bien como practicante en actos de culto. Su sobriedad, su luz tenue, su recogimiento, ese frío inicial acompañado por una sensación de paz y bienestar nos envuelve a modo de saludo para, posteriormente, comenzar el disfrute y deleite de un ambiente casi intacto, en alguno de ellos, de aquellos siglos X, XI y XII.

         Cuando hablamos del origen de la palabra Románico, dijimos que este arte tenía mucho que ver en sus formas con el arte de Roma. Recordad que Románico, en una de sus interpretaciones o acepciones, venía a significar “como lo hacían los romanos”.

         Los modos arquitectónicos, y también escultóricos del Arte Románico, dejan patente la importancia del arte clásico romano. No podemos hablar de la invención de la planta basilical en el Arte Románico porque ya estaba presente en el mundo romano con edificios de esa traza en obras civiles. Cuando hablamos de canecillos y metopas, hay que recordar que todo ello ya aparecía en los entablamentos o cornisamentos de los templos griegos y romanos. Si nos referimos a la decoración de los capiteles hay que pensar que los de tipo vegetal se forman en el mundo románico bajo la base de los corintios clásicos. Y así un cúmulo de herencias, porque tanto en arquitectura como en otras facetas de la vida “Ex nihilo nihil fecit” (de la nada, nada se hizo; -y además nos familiarizamos con el latín como daño colateral-) que decían los latinos, y que nosotros interpretamos modernamente como “no hay nada nuevo bajo el sol”.

         Casi todos los elementos de la arquitectura románica pueden encontrarse en los estilos precedentes, pero no basta la yuxtaposición de una serie de rasgos para configurar un estilo. Es preciso un espíritu nuevo, una concepción que los amalgame de una manera particular. Toda la construcción se somete a una métrica precisa, a un rigor geométrico que presta al edificio una impresión de organismo. Nada es arbitrario en el Arte Románico.

Santa María de Tahull

     El Arte Románico se caracteriza por una arquitectura distintiva con respecto a las otras artes existentes, con motivos peculiares que fueron fruto del ensayo de formas que maduraron hasta convertirse en realidad pétrea. Su construcción se basa en una arquitectura de “escuadra y compás”, donde cuadrados y círculos, cubos y cilindros, se disponen con un sentido estricto del orden y la simetría. La belleza y armonía que transmiten no es, por tanto, el resultado accidental del artista que por intuición desarrolla unas formas bellas, sino un hecho calculado. El arquitecto está obligado a construir de esa forma, sometido a las peticiones que debía satisfacer, aunque la creatividad le permitiera, tanto a él como a escultores y pintores, realizar variantes de los modelos que se consideraban como primigenios. Esto hizo que el Arte Románico nunca estuviera parado en su evolución, sino que siempre fuera evolucionando según la inventiva de los artesanos y maestros que lo realizaban, pero dentro de un lenguaje común, que sin embargo, no pretendía reproducir la realidad física, sino comunicar un concepto intelectual y espiritual, que incluso puede llegar a ser distinto en función de quien lo contemple.

         En arquitectura, la distribución de volúmenes y espacios es sencilla y simbólica. Esta rotundidad de formas nos expresa su deseo de durabilidad, de ser algo eterno e inmutable, y tratar de dejar las cosas como están. Nunca se realiza una iglesia románica por el simple placer estético. Lo que prima es la exaltación religiosa.

         Una iglesia no es tampoco una bella composición espacial, sino una ofrenda a Dios. La iglesia debe ser la plasmación del alma humana: la fachada es lo primero que se ve, es el rostro del edificio, y por eso deber ser atractiva, pero el interior debe ser sencillo, fuerte, oscuro, recogido, como el alma cristiana. Se olvida del concepto del arte autónomo y se convierte en un medio de alabanza a Dios. Recordamos que es un arte relacionado con la fe, surgido de la cultura teológica, que va a marcar mucho sus rasgos estilísticos y arquitectónicos. Se va a adaptar a una sociedad ruralizada, inculta y controlada intelectualmente por la iglesia. Por eso va a ser el arte de la irracionalidad, el oscurantismo y el misterio.

Catedral vieja de Salamanca

     La arquitectura románica fundamenta su plástica en edificios abovedados, con estructuras de soportes muy articulados, tanto en el interior como en el exterior, con una gran ligazón mecánica y estética, con un extraordinario empleo de la escultura monumental que llega a suavizar el impacto de esa tremenda austeridad.

      La característica principal y que más llama la atención es la unidad conceptual del templo románico. Tanto su sección como la planta del mismo están basadas en el arco de medio punto apeado sobre columnas y que delimitan uno y otras un área semicircular y otra cuadrada o rectangular, ambas unidas. El desplazamiento de esta sección sobre tal planta origina un alzado compuesto de un semitambor cubierto por un casquete semiesférico (ábside) y de una nave cuadrada o rectangular cubierta por bóveda de medio cañón. Es decir, tanto la sección, como la planta y el alzado de las construcciones sagradas románicas, están basadas en el arco de medio punto unido a un rectángulo (o cuadrado). Las tres dimensiones del espacio son resueltas en el románico por una estructura conceptual única, unidad que jamás se había dado ni se volverá a dar a lo largo de la historia del arte occidental.
Ábside de San Bartomolé de Campisábalos (Guadalajara)

          La elevación de los muros, el peso de las bóvedas, la altura de pilares y columnas desafían a las fuerzas de la gravedad y obtienen como resultado una tendencia natural al derrumbamiento, a la deformación de lo elevado, a la inestabilidad de lo creado, o a un asentamiento posterior en mejor o peor manera de lo que se ha hecho.

La excelencia en la concepción intelectual del románico debía corresponderse con una excelencia operativa de los gremios que levantaran los templos y de los materiales que se utilizarían a tal fin. La piedra, arrancada de la Creación misma de la propia naturaleza, manipulable por el hombre y perdurable por los siglos, se convierte así en el material idóneo. Los arquitectos quisieron también así alejarse del uso de la madera, sobre todo en los techos, y comenzaron a utilizar los techos de piedra en las nuevas construcciones de piedra. El motivo fundamental de este cambio, aparte de su carácter simbólico y religioso, no es otro que la gran profusión al fuego que tiene la madera, sobre todo cuando está muy seca y carcomida. Ello provocaba asiduos y devastadores incendios que llegaron incluso a hacer desaparecer innumerables edificaciones religiosas y civiles, sobre todo aquellas más alejadas de las grandes poblaciones.

El románico será el primer modo arquitectónico en utilizar la piedra en la totalidad de las edificaciones de una manera natural y continuada. Pero no la piedra en el mampuesto (piedra sin labrar que se puede colocar en obra con la mano), ni cortada, sino la piedra pulida, trabajado cada sillar hasta la perfección para el ajustado y su posterior aparejado. Los constructores románicos se sabían intermediarios entre Dios y los hombres al llevar la Creación hasta su último grado de realización. La dimensión trascendente del trabajo de las fraternidades de constructores está clara en las palabras de San Bernardo (s. XII) cuando en uno de sus sermones compara los sillares, que unidos forman una iglesia, con cada uno de los cristianos que juntos forman la Iglesia.

         En las mejores catedrales e iglesias, las fachadas, tímpanos de las puertas y ventanas, capiteles de columnas y canecillos, reflejan todo un apasionante mundo teofánico, la manifestación divina de Dios, donde se combinan detallados episodios del Antiguo y Nuevo Testamento con escenas pletóricas de misterio donde aparecen monstruos fabulosos de increíble imaginación que obsesivamente persuaden del peligro del pecado y sus consecuencias.

Tímpano

      Nosotros no vamos a pecar por no saber, después de todo lo comentado, las características más importantes que definen a un edificio románico religioso arquitectónicamente hablando. Las tres características imprescindibles que debe reunir una construcción sagrada románica para que pueda ser considerada como tal son:

·   Utilización en sección, planta y alzado de la estructura de arco de medio punto, independientemente de la complejidad que se dé a la misma.
·         Utilización de la piedra de sillería en la totalidad de la construcción.
·       Utilización de la piedra tallada para plasmar un simbolismo universal con formas propias.

         Otras características no menos importantes y muy definitorias del Arte Románico son:

·     Solidez de la construcción, con construcciones macizas, muy duraderas y poco costosas.
·              Gran anchura de muros para poder resistir las fuerzas y tensiones de la estructura.
·         Uso de bóveda de medio cañón sobre arcos fajones apoyados en contrafuertes para salvar grandes espacios.
·              Los arcos sirven de elemento para las bóvedas de las naves en iglesias y monasterios. Son una forma favorita para asegurar los claros de las puertas y ventanas.
·         Escasez de vanos. Los pocos que hay se solucionan con arcos de medio punto.
·                Tendencia a la horizontalidad frente a la verticalidad del gótico.
·               La nave central es más ancha y más alta.
·               Interiores oscuros para lograr el recogimiento de los fieles.
·              Sentido de la simetría y el orden.
·         Utilización de escultura de una extraña belleza, muy alejada de los cánones clásicos.
·         Uso de la planta basilical de unas, tres o cinco naves (sobre todo la de tres) con ábsides y absidiolos, y planta de cruz latina.
·         Las construcciones estarán determinadas por dos valores que buscan dar a la arquitectura solidez y duración: monumentalidad y perdurabilidad. La monumentalidad responde al interés por imitar los grandes edificios romanos cuya grandeza sería un buen vehículo propagandístico para la Iglesia; los templos tienden, desde su primera sencillez, a la grandiosidad. Perdurabilidad, dado el carácter “eterno” de la religión cristiana. Se rechazan los materiales pobres o livianos; su apuesta por la duración exige el uso de los materiales robustos y duraderos como la piedra, bien cortada en sillares y perfectamente aparejada.

        Reconozco y soy consciente que a lo largo de todos estos capítulos, y en los dos últimos más concretamente, hemos estado hablando de los diversos elementos arquitectónicos que definen a cualquier estilo artístico. Hemos hablado de ellos con una familiaridad que no tengo muy claro que vosotros la tengáis. Por ello, y para complementar las características más importantes del Arte Románico, vamos a ilustrar, someramente, esos elementos propios de este arte a modo de brevísimo vademécum, como si de un microdiccionario se tratara. Son los elementos imprescindibles en la mayoría de los estilos artísticos y que en el Arte Románico adquieren una importancia y singularidad como en ningún otro estilo artístico.

Elementos sustentantes:

     MURO: de piedra de sillares o sillarejo. Sirve como sujeción y cerramiento. Para evitar su pesadez y monotonía en el exterior suele articularse por medio de arquerías ciegas.

Nave lateral. San Vicente. Ávila

     PILARES CRUCIFORMES: soportan arcos fajones y formeros que sustentan las bóvedas. Son pilares a los que se adosan cuatro semicolumnas.
Pilares

      COLUMNAS: A veces se alternan con el pilar y se siguen utilizando como soportes para los vanos en ábsides, atrios, claustros, portadas y criptas. En la columna desaparece el sentido de proporción clásico. Los capiteles pueden ser de decoración geométrica‚ vegetal o historiados.
Partes de la columna

      CONTRAFUERTES: Pilares adosados en el exterior del muro que sirven para contrarrestar los empujes de la cubierta.


Contrafuertes iglesia de Pozancos (Guadalajara)

     CANECILLOS: ménsulas que sustentan los aleros.
Canecillo. Ermita de Cubillas. Albalate de Zorita (Guadalajara)

Elementos sustentados :

     ARCO DE MEDIO PUNTO: Se utiliza en la estructura de la bóveda, arquerías de las naves, portadas, vanos, así como elemento decorativo.
Portada de Santa María del Rey. Atienza (Guadalajara)

     CUBIERTA: bóveda de piedra: de cañón. De cañón con arcos fajones que distribuyen los empujes y articulan el De Arista: formada por la intersección de dos bóvedas de cañón. Cubren las naves laterales. Bóvedas de Horno para cubrir ábsides. Cúpula que se utiliza para cubrir el crucero. Se utilizan sobre pechinas y sobre trompas. Al exterior, la cúpula acaba en una torre llamada Cimborrio.
Catedral vieja de Salamanca

Elementos decorativos:

         Se decoran con esculturas y pinturas que se sitúan en lugares simbólicos como la portada por ser la entrada a la Jerusalén Celeste o los  ábsides. También se decoran los capiteles y líneas de importas o la separación de cuerpos. Los elementos decorativos son geométricos‚ vegetales esquematizados, o figuraciones de la Biblia, símbolos, bestiario, mensario.

Portada de San Esteban. Sos del Rey Católico (Zaragoza)

     El Arte Románico es una etapa de despertar tras el vacío cultural y arquitectónico que se produce desde la caída del Imperio Romano. Desarrolló su técnica constructiva con muy pocos elementos, pero todos ellos muy bien estructurados y relacionados entre sí, de forma que el conjunto de técnica simple y primitiva, más el hallazgo de certeros volúmenes y escultura apropiada, dio resultados de gran efectividad y durabilidad. Buena prueba de ello es la extensa duración en el tiempo de las obras románicas, que apenas sin mantenimiento han llegado a nosotros después de casi 1000 años (pensemos que los Magister Muri lograron con sus métodos primitivos los mismos resultados que los actuales arquitectos con el hormigón armado).

         ¿Os imagináis hace 1000 años que estos maestros de edificaciones románicas hubieran conocido el hormigón armado? Hubieran realizado construcciones imposibles de derribar. Por esto y por toda la escasez de medios técnicos y materiales con que contaban estos hombres medievales para levantar construcciones religiosas y civiles, debemos valorar aún más este magnífico arte medieval que poco a poco nos ha ido enganchando con su natural belleza y su singularidad constructiva.

         No creáis que os habéis desenganchado ya. Los próximos capítulos os despejarán las últimas indecisiones que os pudieran quedar sobre la admiración a este arte, de sus gentes y a la sociedad en las que les tocó vivir.

         ¡Hasta pronto!


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