Cada año se vuelve a repetir, y cada año me lo vuelvo a preguntar:
¿cómo un país se puede paralizar tan desastrosamente porque estemos en el mes
de agosto? ¿Cómo un país se puede quedar prácticamente sin servicios básicos
durante todo un mes porque estemos en el mes de agosto y estemos de vacaciones?
¿No hay nadie que pueda aportar un poco de cordura y sensatez a esta situación
dantesca y poner unos límites a la sangría vacacional que se produce durante el
mes de agosto?
“No puede hacer esto
porque estamos en agosto”; “no puedo hacer aquello porque estamos en agosto”; “estamos
en agosto, ya sabes, todo va muy despacio, hay menos personal, no se trabaja
por la tarde”, son frases típicas que todo el mundo profesional cacarea en las
cuatro esquinas durante todo el mes de agosto como forma de justificar su poca
o ninguna actividad profesional y ganas de trabajar. Ponen de manifiesto la
cada vez más demostrada picaresca española, propia de este país de pandereta y
fútbol (ahora hay menos toros) y exportada a los países mediterráneos, del Mare
Nostrum, de nuestro mar.
Si esa picaresca se
pone de manifiesto en todo su esplendor y gloria entre trabajadores autónomos y
no autónomos, de cuenta propia y cuenta ajena, mucho más se manifiesta entre
colectivos de profesionales que realizan durante todo el año una función
preventiva y, llamémosla, cuidadora de toda la ciudadanía. Me refiero a
colectivos como médicos, fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, bomberos,
juristas, etc., colectivos que, si ellos fallan o faltan, una parte importante
de la sociedad se queda desamparada, sin protección, dejada a la buena mano de
Dios.
Agosto, verano, vacaciones,
riesgo extremo de incendios. Bomberos de vacaciones. ¿A quién llamamos para
apagar un fuego declarado en un parque forestal o en la montaña? ¿Lo apaga la ciudadanía
a base de cubos de agua? ¿A soplos?
Agosto, verano,
vacaciones, turistas y mucha población de vacaciones. Policía Nacional, Policía
Local y Guardia Civil de vacaciones. ¿Quién vela por la seguridad de todas
estas personas que han venido de fuera de nuestro país y de las personas que
están de vacaciones y las que se han quedado sin ellas? ¿Quién nos protege de
atracos, robos, peleas, atentados o de cualquier otro delito que la mala
gentuza cometa contra nosotros? ¿Tratamos de convencer a esta gentuza que no
hagan nada, que sean buenos y si no quieren serlo que no hagan nada y se
esperen a que vuelvan estos funcionarios de vacaciones para seguir
delinquiendo? ¿De verdad queremos que se produzca esta situación grotesca más
propia de los hermanos Marx que de una sociedad moderna y civilizada?
Agosto, verano, vacaciones,
enfermos en hospitales y enfermedad sobrevenida por motivos y causas ajenas a
las personas. Médicos de vacaciones, centros de salud cerrados y hospitales
funcionando a medio gas, incluido el servicio de urgencias. ¿Quién tiene que
curar a las personas que están enfermas o que enferman? ¿Quién tiene que
atender un caso urgente de accidente o enfermedad grave? Si urgencias trabaja a
medio gas, ¿la gente que llega con una dolencia urgente en la que la rapidez y
el tiempo de asistencia son vitales para su supervivencia y curación tiene que
sufrir o morir por falta de personal sanitario? ¿Un paciente ingresado en un
centro hospitalario tiene que permanecer más tiempo en él por falta de personal
sanitario con todo lo que ello supone para el paciente, familiares y erario público?
Lo que hay que hacer es decirle a la gente que no enferme, ¿verdad?
Agosto, verano,
vacaciones. Jueces de vacaciones y juicios anulados o retrasados, reos
penitenciarios en prisión a la espera de un juicio para una posible liberación
o absolución. ¿Deben permanecer más tiempo en la cárcel porque no hay quién los
juzgue o revise su caso? ¿Reos culpabilísimos quedando libres por falta de
personal de la judicatura porque no hay quién firme su permanencia en la cárcel?
¿Se cierra el círculo con el caso de las fuerzas y cuerpos de seguridad del
estado de vacaciones y gentuza en la calle dispuestos a cometer delitos contra
la cantidad de ciudadanos que hay en la calle, pues los delincuentes saben que
no hay quién los detenga porque están de vacaciones?
Todo el mundo tiene
derecho a unas merecidas vacaciones y descanso de nuestra actividad profesional
y cotidiana, además de pasar mucho más tiempo con la familia, pero hay
determinados colectivos a los que esas vacaciones deben estar mejor reguladas. Son
colectivos tan importantes en la vida de las personas y de la sociedad que una
mínima falta de personal provoca todo un caos social la mayoría de las veces,
por no decir en todas. No se trata de las vacaciones ni que las
disfruten cuando algún politicucho iluminado así lo decida. Se trata de
legislar una regulación de común acuerdo entre todos esos colectivos que
permita no perjudicar a la sociedad a la vez de no pisotear su derecho a sus
merecidas vacaciones. ¿Es eso tan difícil de entender? ¿Es eso tan difícil de
conseguir? Aunque antes de todo esto, creo que sería más sincero, real y útil
preguntarnos si de verdad queremos cambiar la forma de vida de la sociedad
española durante el mes de agosto. Preguntarnos si queremos cambiar aquello o
queremos seguir como estamos y mantener nuestra perjudicial comodidad veraniega
y agostera. Hoy día se piensa: “… nosotros estamos bien así; ¿los demás? … ¡Los
demás que esperen!”.
El mes de agosto,
cada año, hace el mismo daño. Nadie quiere cambiar. Nadie quiere que esto cambie.
La comodidad es lo primero y principal; los demás vienen después, pero mucho
después. “Yo estoy haciendo mi agosto; los que no lo hagan es su problema. ¡Que
se apañen ellos solos! ¡Dios le ampare, imbécil!”, solemos pensar en nuestra
intimidad.
Agosto malo, espero
no tener que acordarme de ti, no de quién tanto te quiere. ¡Ojala se acuerden
ellos! Entonces todo comenzaría a cambiar, tarde, con el daño hecho, pero al
menos, cambiaría.
Una vez más se ha
tenido que producir el daño irreparable para cambiar. Bienvenido al cambio.
Agosto malo. Malo es
agosto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario