¡Hermosos!... ¡Hermosas!... ¡Hermosillos y
hermosillas!... ¡Ya estoy de vuelta! ¿A que se os ha hecho muy larga la espera?
¿A qué sí? Eso significa que estáis entusiasmados con el tema. Lo mismo me pasa
a mí.
Si
recordáis, en el capítulo anterior dije que Toledo era la capital del reino
visigodo antes de la llegada de los musulmanes, luego era una ciudad
importantísima para los reinos cristianos, y su recuperación para la
cristiandad era una tarea prioritaria; los reyes cristianos se sienten
herederos de ese reino visigodo. Pues bien, Alfonso VI en el año 1085 conquista
Toledo, lo que produce una gran euforia entre los cristianos del norte (los que
habitaban al norte del río Duero) y una renovada mentalidad victoriosa, muy
necesaria después de todos los desmanes cometidos por Almanzor. Esta victoria
hace que la idea de la
Reconquista vuelva a desarrollarse lentamente y
definitivamente, pues la moral cristiana estaba un tanto baja después de tanto
tiempo siendo almazoneados.
Los
siglos XI y XII son clave para nuestra historia, tanto social como la del
románico. Finaliza la época oscura del milenarismo y el almanzorismo, y
comienza la recuperación económica, hay un aumento demográfico, renacimiento de
ciudades y vida urbana, aparecen comerciantes y trabajos mercantiles que se
abren paso entre el sólo y único trabajo conocido hasta entonces, el agrícola,
y aparecen los fueros y derechos individuales que poco a poco tienden a
terminar con la servidumbre. Es una situación muy semejante a la que está
viviendo Europa por aquellos años.
Como
veis, ya por entonces éramos europeos, aunque con menos problemas de los que
tenemos ahora.
El
siguiente mapa muestra cómo iba la Reconquista a comienzos del siglo XII.
La dinámica de guerra y paz medieval en España
entre reinos cristianos y los distintos regímenes políticos de Al-Ándalus tiene
como consecuencia otro hecho peculiar de la edad media española: el trasiego de
gentes que colonizan y repueblan amplias extensiones del territorio a medida
que las fronteras descienden hacia el sur.
Mientras
tanto, ahora son los musulmanes los que combaten entre sí por ver quién era el
que debía ostentar el poder para dominar el Califato (¡lo que os decía antes!),
además de ver que los cristianos, cargados de moral, iban ganando batalla tras
batalla y territorio tras territorio. Ello dio lugar a los llamados Reinos de
Taifas, que no eran sino pequeños territorios en poder de los musulmanes que
sus jefes se habían autoproclamado reyes, independientes del Califato de Córdoba.
Estos Reinos de Taifas tenían una división administrativa, política y militar,
combatían entre sí a veces con el apoyo de los reinos cristianos, lo cual no
era raro en aquellos tiempos, ya que cuando los cristianos combatían también
entre sí, eran ayudados por los ejércitos de estos Reinos de Taifas como
veremos más adelante.
Al
norte de Toledo, la población está muy tranquila, incluso en Magerit o Mayrit,
la actual Madrid. A medida que van transcurriendo los tiempos, la estabilidad
territorial es más persistente. Se opera más activo, y hay un resurgir en las
letras, las ciencias y, por supuesto, el arte. La población aumenta, crece el
comercio, se establecen relaciones más allá de los Pirineos creando una ruta
que, con el tiempo se convirtió en ruta de peregrinación y acabó siendo también
ruta de comercio y cultura: el Camino de Santiago.
El
Camino de Santiago permitía a España participar de las corrientes culturales,
artísticas, religiosas e incluso comerciales y económicas europeas,
especialmente durante los siglos XI al XIII, en la plenitud del Románico.
Pasa
el tiempo y el rey de Castilla es Alfonso VIII,
el frente de guerra está en la meseta sur, ¿sabéis por donde,
aproximadamente? Por Carrión, sí, Carrión de Calatrava, en donde están los
carrioneros, en su castillo de Calatrava la Vieja , construido por los musulmanes y que,
después de la conquista de Toledo, había pasado a manos cristianas. Mirad esta
foto y reconoceréis el castillo de Calatrava la Vieja.
La lucha contra los musulmanes seguía poco a
poco, paso a paso, pero no siempre se daban para delante.
En
el año 1095, los musulmanes derrotan a Alfonso VIII en Alarcos, cerca de Ciudad
Real, en el cerro donde celebra su romería el lunes siguiente de Pentecostés,
¿lo recordáis? Con la derrota de Alarcos, también se pierde el castillo de
Calatrava la Vieja ,
que ahora lo tenían los monjes-soldados de la Orden de Calatrava, y este castillo nuevamente
pasa a manos de los musulmanes. Los cristianos se tienen que replegar y
refugiar nuevamente en Toledo.
Esta
derrota hace que la
Reconquista se paralice durante unos años; los musulmanes
parece que tienen la situación controlada, incluso que pueden nuevamente volver
a conquistar territorios como en los viejos tiempos. Pero, nanai. Los
cristianos se han reforzado mucho y bien, y en el año 1212 (¡qué fácil de
recordar el año, ¿verdad?) los musulmanes son derrotados definitivamente en la
batalla de las Navas de Tolosa (Jaén), esta vez sin posibilidad de recuperación
(este año se cumplen 800 años de aquella batalla; el octavo centenario).
Deciros que en esta batalla, en el bando cristiano, participaron no sólo
guerreros cristianos, sino que también participaron guerreros musulmanes que
les ayudaron desde los Reinos de Taifas, además de guerreros venidos de muchos
puntos de Europa para ayudar a vencer a los musulmanes, que, por ser de una
religión diferente a la cristiana, los consideraban verdaderos enemigos.
A
partir de aquí, la
Reconquista no para de avanzar, hasta llegar al año 1492 que
dijimos antes, año en que definitivamente se rinde Granada a los Reyes
Católicos, y todo el territorio español pasa a manos de la cristiandad.
Pero
no creáis, si en el campo de batalla cristianos y musulmanes peleaban a muerte,
la rivalidad entre ambas religiones y culturas no era tan cruel en las
relaciones diarias. Ambos se respetaban el modo de vida en sus conquistas. Los
cristianos lucían ricas telas provenientes del Islam, incluso lucían
invocaciones a Alá. Diversos personajes importantes de las cortes andalusíes se
casaron con mujeres cristianas y no precisamente para tenerlas como esclavas.
Uno de ellos fue el temible y terrible Almanzor, que se casó con la hija del
rey de Pamplona Sancho Garcés, aunque ésta se convirtió al Islam con el nombre
de Abda. De ese matrimonio nació un hijo, Abderramán, que lo apodaron
“Sanchuelo” por su procedencia navarra.
Durante
todos estos años hasta la batalla de las Navas de Tolosa, hubo diversos reyes
que contribuyeron de una manera decisiva tanto en la Reconquista como en la
incorporación del arte románico en nuestro territorio. Uno de esos reyes fue
Sancho III el Mayor (1004-1035) de Navarra, que hizo avanzar de una manera
importante los territorios por el noreste de Aragón. Su hijo Fernando I
(1035-1065) hereda Castilla e incorpora León, a la vez que es el verdadero
introductor del arte Románico en Castilla y León. El hermano de Sancho III de
Navarra, Ramiro I (1035-1063), hereda Aragón, y el último hijo de Sancho III,
García Sánchez III (1035-1054) recibe el reino de Navarra, la Rioja , el oeste de Castilla
y el País Vasco.
El
gran monarca del arte Románico es Alfonso VI (1072-1109), hijo de Fernando I,
ya que, durante su tiempo, tendría lugar la entrada definitiva de este arte
europeo en los reinos cristianos. También será el gran monarca territorial del
siglo XI y comienzos del XII, ya que su dominio se extenderá por casi media
España física y la mayor parte de la cristiana.
La
batalla de las Navas de Tolosa (¿recordáis la fecha? ¡con lo fácil que es!) se
produce en la segunda década del siglo XIII, ya con el Románico dando sus
últimos coletazos. Por tanto, lo que ocurra en España a partir de estos años
sería historia para contar con el arte gótico, posterior al Románico.
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