Meterse
en camisas de once varas (meterse en problemas que, normalmente, no incumben);
buscarle los tres pies al gato ( aparte que los gatos no tienen pies sino
patas, nada tiene esto que ver con este animal felino y doméstico, sino con una
forma métrica antigua a la hora de escribir poesía), son dos expresiones hechas
que se utilizan en español y cuyo significado ni es compendio o suma de los
significaos de las palabras que las componen. Proceden de la cultura o
tradición popular, y utilizarlas adecuadamente denota un buen conocimiento y
uso del idioma, sobre todo cuando son usadas en el contexto adecuado.
Conociéndome como me conocéis de mi
otra faceta como “tostoneador románico”, y sin dejar de lado mi condición
eclesiástica, lo que ahora trato de acometer puede definirse con las dos
expresiones anteriores.
Mi faceta románica la abandono
durante un tiempo (poco, ya que mis chiquetes, aunque no lo reconozcan, me
echan de menos) para centrarme un poco más (tampoco mucho) en la eclesiástica,
y tratar un tema que, precisamente por esa condición, puede parecer una
irresponsabilidad proponerlo, además de dejar al descubierto una posible
hipocresía guardada y bien escondida durante toda mi vida. Si a ello le sumamos
mi saber o mi manera de contar días de la semana diferente a la de verdaderos y
reputados investigadores sobre el tema a tratar, mi reputación no sólo estaría
puesta en duda, sino que, directamente y sin anestesia, sería considerado como
un vulgar charlatán embaucador, embustero e inculto ¡Ahí es nada!
Aún así, y siendo consciente del
riesgo que ello supone, voy a tratar de acometer este “divertimento pascual”
(que no es sino eso, un divertimento) con la sola y única finalidad de
entretener al mismo tiempo de motivar a un razonamiento, todo ello aderezado
con una pequeña difusión de parte de las Sagradas Escrituras.
Aterrizando: vamos a entretenernos
en entender por qué la Semana Santa no cae siempre en las mismas fechas todos
los años, como la Navidad y los Reyes Magos, y vamos a entretenernos también en
analizar cómo pudo ser o qué pudo ocurrir durante los días de esa Semana Santa,
días de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús de Nazaret.
La condición eclesiástica de mi
persona impide analizar esa semana en forma de divertimento, ya que mi fe en
ella y en todo lo que la rodea antes, durante y después, es lo que
verdaderamente da sentido a mi vida. Pero, tal y cómo está la sociedad hoy día,
y la opinión que se tiene de ese asunto o de cualquier otro relacionado con la
Iglesia Católica, me obliga (en el sentido cariñoso y casi paternal de la
palabra) a exponer otro punto de vista, con el fin de tratar de acercar
posturas entre ambos bandos en conflicto: sociedad e Iglesia. Y eso lo quiero
hacer de una forma amigable, amable, divertida y amena, pero siempre respetando
mis creencias y las de cualquier persona que las pueda tener como yo. El respeto
hacia los demás debe imperar a la hora de exponer una opinión o realizar un
razonamiento acerca de cualquier tema. Es fundamental para un buen
funcionamiento de la sociedad y una convivencia “pacífica” entre sus miembros,
lo que acarrea y genera un enriquecimiento para ambas partes.
Con el deseo de conseguirlo que
realmente estoy tratando de hacer, pido disculpas si alguien se siente ofendido
en sus creencias e ideas. No es, ni de lejos, mi intención.
Intentad abordar este tema como lo
que realmente es: un “divertimento pascual”.
Un saludo
Don Ino
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