A perro flaco, todo son pulgas. Y si no, que se lo digan a toda la clase media española. Sí, esa que esta sufriendo con escarnio todas las consecuencias de la crisis. Paro, subida de carburantes, de alimentos, de transporte, de impuestos en definitiva. Ahora también se lo están poniendo difícil con el ocio y la diversión, con lo único que podían mitigar sus penas.
A la SGAE, con permiso de la autoridad competente y si el tiempo no lo impide, le ha dado por cobrar por divertirnos. Si hacemos teatro: tacatá; si hacemos un baile o concierto benéfico: tocotó; si nos casamos y hacemos el baile nupcial, en la pista, claro: tocotó otra vez; si rondamos a la moza: más tocotó y tacatá y así hasta que nos cansan, los mandamos a la mierda y apelamos a Fuenteobejuna, última perjudicada de todo este ensalzamiento a la estupidez humana.
No tuvieron bastante con el canon dichoso. Ahora también nos sangran por pasarlo bien, por divertirnos. Están enfadados porque no vamos al cine, ni al teatro, porque no compramos discos, porque compramos ordenadores, CD’s y pendrives, porque nos quedamos en casa. (Dicen que lo hacemos en represalia por protestar contra la guerra de Irak en su día, su ¡No a la guerra!; tocino con velocidad, que se dice). Somos tratados como terroristas intelectuales, como usurpadores de identidades, como ladrones de patentes, como hackers musicales.
¿De verdad que somos todas esas cosas? Pues parece que sí. ¡Y yo sin saberlo y con estos pelos! Y es que, encima de putas, ponemos la cama.
País, que diría Forges.
A la SGAE, con permiso de la autoridad competente y si el tiempo no lo impide, le ha dado por cobrar por divertirnos. Si hacemos teatro: tacatá; si hacemos un baile o concierto benéfico: tocotó; si nos casamos y hacemos el baile nupcial, en la pista, claro: tocotó otra vez; si rondamos a la moza: más tocotó y tacatá y así hasta que nos cansan, los mandamos a la mierda y apelamos a Fuenteobejuna, última perjudicada de todo este ensalzamiento a la estupidez humana.
No tuvieron bastante con el canon dichoso. Ahora también nos sangran por pasarlo bien, por divertirnos. Están enfadados porque no vamos al cine, ni al teatro, porque no compramos discos, porque compramos ordenadores, CD’s y pendrives, porque nos quedamos en casa. (Dicen que lo hacemos en represalia por protestar contra la guerra de Irak en su día, su ¡No a la guerra!; tocino con velocidad, que se dice). Somos tratados como terroristas intelectuales, como usurpadores de identidades, como ladrones de patentes, como hackers musicales.
¿De verdad que somos todas esas cosas? Pues parece que sí. ¡Y yo sin saberlo y con estos pelos! Y es que, encima de putas, ponemos la cama.
País, que diría Forges.
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