Las movilizaciones que durante todo este tiempo están protagonizando los docentes de muchas regiones de España en contra de los recortes de profesorado efectuados por los respectivos gobiernos autonómicos están siendo utilizadas por algunas personas, políticos y no políticos, y también por los propios docentes, para tratar de confundir a la gente o, al menos, para no decirles y hacerles ver toda la verdad que, la mayoría de las veces, hace más daño que una gran mentira. Argumentan estas movilizaciones, entre otros motivos, en una pérdida de la “calidad de la educación” de los alumnos de estas comunidades, pero lo hacen sin dar una definición exacta de lo que para ellos es la educación. Tratan de justificar esa pérdida en un retroceso en el futuro de esos alumnos y, por ende, de nuestro país. Pero, al no definir el concepto de educación, -concepto subjetivo donde los haya- no están dejando claro qué es lo que realmente reclaman.
Aunque la sociedad haya avanzado cómo nunca lo ha hecho, la definición que de educación tiene la mayoría de la gente se ha mantenido con el paso del tiempo. La sociedad trata la educación como algo ya aprendido cuando un alumno/a accede a un centro educativo. “La educación se mama en la teta de la madre” reza un dicho, haciendo alusión a que es en la familia donde se debe aprender e inculcar dicha educación, dejando los conocimientos más concretos para los centros educativos. Es la educación con mayúsculas, la educación que nos diferenciará de los demás seres humanos y la que utilizaremos para mejorar nuestra vida y la de los demás.
Esta educación nunca se verá mermada con recortes de docentes, y será la que permita que un alumno no acuda a un centro educativo con una camiseta cuyo eslogan sea “Fuma, folla y bebe, que la vida es breve”. También será la que haga que ciertos alumnos no se mofen de compañeros suyos con discapacidad física y psíquica y matriculados en su misma clase. Y lo será porque sus familias se han preocupado por inculcársela, porque la aprendan y la pongan en práctica. Esa es la diferencia entre la educación con mayúsculas y la que tratan de hacernos ver docentes y demás personas “afines a la causa”. Porque, estos alumnos que acuden a clase con esas camisetas y se mofan de sus compañeros, ¿dejarían de hacerlo con más profesores a su cargo? ¿Lo dejarían de hacer si tuvieran profesores particulares en centros públicos? La respuesta es clara: ¡no! No porque no van al centro educativo con educación; nadie les ha dicho que dichos actos son reprobables en su totalidad.
Los recortes educativos podrán repercutir negativamente en nuestra sociedad y en nuestro futuro –el tiempo lo dirá-, pero lo que no harán nunca es “recortar en educación”. Cuando un alumno asiste a un centro educativo debe hacerlo sin haber sido recortado en educación por sus familias, por su entorno, por su hábitat, que son quienes deben proporcionársela. Los centros educativos la refuerzan con conocimientos, destrezas y actividades, pero en ningún caso se la pueden dar ni mejorar si no la traen de casa y de su familia.
Nuevamente asistimos a una mentira a medias, a un engaño entre semejantes para conseguir unos beneficios exclusivos por parte de un sector de la sociedad. Se puede entender que estén enfadados por su pérdida de empleo, por su no renovación de contratos, pero que no utilicen la “pérdida de calidad de educación” como arma arrojadiza hacia la sociedad, porque los recortes y ampliaciones en la educación se hace en la familia y, en un muy menor grado, en los centros educativos. Y esa educación con mayúsculas será la que utilicemos siempre en todas nuestras facetas de la vida. Seremos nosotros los responsables de su recorte y su ampliación. Lo demás es un clamoroso engaño partidista y egoísta.
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