La ministra Aído ha anunciado la próxima ley del aborto en España, muy necesaria, según sus palabras, debido a que estaba muy obsoleta y no se ajustaba a la realidad, tanto nacional como europea.
Lejos de analizar si el aborto es o no es un asesinato, si va en contra de algo o de alguien, si se ajusta a tal cual religión, si es defendido o denostado por tales o cuales asociaciones, si es considerado o no como un método anticonceptivo más, sí que esta ley deja una reflexión, cuanto menos curiosa, acerca de la edad a la cual una mujer puede abortar.
Según la ley, se puede abortar durante las primeras 14 semanas del embarazo o a las 22 semanas, si el embarazo supone un peligro para la madre (creo que es así). Pero también dice que una mujer puede abortar a los 16 años sin permiso paterno o materno y, esto, no me digan que no es una contradicción. Una mujer-muchacha-niña puede decidir por sí sola si aborta o no aborta pero no puede decidir por sí sola si va o no va a un viaje fin de curso de un determinado instituto, ya que necesita la autorización de los padres, por poner un ejemplo cotidiano que se da en la actualidad en muchos centros educativos. Por otro lado, si se ha quedado embarazada es porque ha mantenido relaciones sexuales; si ha sido con un menor de edad, va que te va, que decida quien proceda, pero si ha sido con una persona mayor de edad, esa persona ha cometido un delito ya que ha mantenido relaciones sexuales con una menor. En cualquier caso, el mal está hecho y será la muchacha-niña quién decida libremente lo que tiene o no tiene que hacer sin pedirle explicaciones a nadie.
En esta situación sí que es considerada como adulta, como una persona preparada para afrontar decisiones importantes en la vida, con experiencia suficiente en la vida para valorar lo que le conviene o no le conviene, consciente y responsable en todo momento de sus propios actos. Pero si esta muchacha-niña comete algún delito es juzgada por un tribunal de menores (ahora no es considerada como adulta) con la consabida rebaja de penas; si debe ser sometida a una operación quirúrgica para salvar su vida, necesitará una autorización de sus padres; no puede matricularse en una autoescuela, ya que no tiene la mayoría de edad; no puede asistir a una excursión sin la autorización de sus padres o tutores, etc. En todos estos casos, llamémosle menores, sí que es considerada como menor; en el aborto es adulta, al menos psicológicamente hablando.
Sin valorar si esa edad es o no es idónea para esta ley, no me dirán que todo esto no entra en pura contradicción: 16 años son suficientes para decidir sobre si aborto o no aborto, pero no son suficientes para visitar tal o cual museo con mis compañeros de clase sin la autorización de mis progenitores; son suficientes para decidir si pongo en riesgo mi vida abortando, pero no son suficientes para someterme a una operación quirúrgica para salvar mi vida sin la autorización de mis padres.
Tanta contradicción y desbarajuste no puede acabar en nada bueno.
domingo, 8 de marzo de 2009
CONTRADICCIÓN
Publicado por
Salomon Templeton
en
17:32:00
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Etiquetas:
Aborto,
Aído,
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